CAPÍTULO VEINTICINCO

Traducido por Chiamara


Nikolai se sentó dentro a la sombra del refugio de vid y observó como un único haz de luz a través de las hojas iluminaba el cabello oscuro de Renata mientras dormía. La luz ultravioleta es tóxica para los de su especie después de media hora de exposición continua, pero no resistía el deseo de dejar aquel pequeño agujero entre la vegetación, y dejar fuera al terco rayo.

En cambio, por los pasados minutos, había estado sentado junto a Renata observando, admirando, demasiado intrigado, como la luz empapaba su cabello de éban, la infusión de hilos de seda con una docena de tonos diferentes, cobre, bronce y Borgoña.

¿Qué diablos le pasaba?

Estaba sentado, mirando su cabello, por el amor de Dios. No solo mirándolo, sino mirándolo con total fascinación. Para Niko, eso indicaba uno de dos hechos preocupantes: o bien debía considerar muy seriamente tomar cursos con Vidal Sassoon*, o el estaba completamente perdido por esta mujer.

Lejos como el pasado, para siempre, arruinado por ningún otro más que él.

En algún lugar, de alguna manera, se había dejado enamorar de ella.

Lo que explicaba por qué no podía mantener sus manos y otras partes, lejos de ella. También explicaba por qué había pasado toda la noche – con excepción de su viaje rápido al refugio antes del amanecer – tumbado junto a Renata, sosteniéndola en sus brazos. Y si necesitaba una explicación del por qué su pecho se había sentido tan constreñido y pesado cuando rompió a llorar ayer por la noche, o por qué se había sentido obligado a compartir con ella su sentimiento de culpa por la pérdida de Dimitri hace tantos años, se suponía que el estar enamorado de ella lo explicaba.

Por mucho que tratara de convencerla de que estaba a salvo con él, Nikolai se sentía a salvo con ella también. Confiaba en ella plenamente. Mataría por protegerla, moriría por ella, sin dudar ni un segundo si llegara a ello. Tal vez ella no ha sido parte de su vida por mucho tiempo, pero él no se imaginaba no teniéndola.

“Oh! Mierda.”

Realmente se había enamorado de Renata.

“Jodidamente brillante,” murmuró, hizo una mueca cuando ella se agito por el sonido de su voz.

Ella abrió los ojos, sonrió cuando lo vio sentado ahí. “Hola!”

“Buenos días,” dijo, casualmente alcanzando un rama de vid para cerrarla y dejar fuera el último rayo de sol.

Encontró su estiramiento, gatuno aun más fascinante que su pelo. Estaba usando la camisa de algodón tipo Oxford que le había llevado la noche anterior, la mitad de los botones esparcidos por el piso del refugio. La gran camisa estaba abierta a la mitad hacia abajo al frente, apenas cubriendo su desnudez. Ninguna queja por él.

“Cómo te sientes?”

Ella pareció considerarlo por un segundo, después miró hacia él con el ceño fruncido. “Me siento realmente bien. Quiero decir, anoche estaba…” Se sonrojó, un dulce color rosa llenó sus mejillas. “Anoche fue increíble, pero creo pensé que estaría fuera de combate después del ataque ahora. No entiendo… nunca se me ocurrió para nada. Quiero decir, tuve un poquito de dolor, pero basado en lo que pasó durante el ataque en el lugar de Jack, debí estar agonizando toda la noche.”

“Eso nunca había pasado antes?”

Ella sacudió su cabeza. “Nunca. Cada vez que usaba mi habilidad, el efecto me revotaba.”

“Pero anoche no.”

“No anoche no,” ella dijo. “Nunca me había sentido mejor.”

Niko tal vez hubiera hecho una broma sobre los efectos milagrosos de sus proezas sexuales, pero el sabía el tipo de magia que había hecho a Renata soportar el efecto rebote de su poder. “Bebiste de mi sangre ayer. Eso es lo que es diferente.”

“Crees que tu sangre ayudó a sanar mi hombro, pero además ayudo a esto? Es eso posible?”

“Es definitivamente una posibilidad. La compañera de raza que bebe regularmente la sangre de vampiro se vuelve mucho más fuerte de lo que sería sin ella. El envejecimiento se desacelera a un paso de tortuga. Las células del cuerpo, músculos y todo el metabolismo llega a un estado físico óptico y saludable. Y sip, muchas veces la sangre de un compañero impacta su habilidad psíquica también.”

“Eso es por qué Sergei nunca me dejó beber de él,” Renata dijo, su mente a exceso de velocidad para llegar a la misma conclusión a la que había llegado Niko. “No hizo secreto que le gustaba que mi poder era limitado a pequeñas ráfagas. El par de veces que intenté golpearlo con ella, nunca podía mantenerla el tiempo suficiente para tumbarlo, y al final el esfuerzo siempre me costaba caro después de que me rebotara mi habilidad.”

“Sergei Yakut era Gen Uno,” Niko le recordó. “Su sangre en tu sistema podría haberte hecho prácticamente imparable.”

Renata se burló en voz baja “Solo un grillete más mantuvo en mí. Debió saber que lo mataría si hubiera tenido la más pequeña esperanza de tener éxito.” Guardó silencio durante un minuto, con los brazos cruzados arrancó una brizna de hierba del piso del refugio improvisado. “Traté de matarlo… el día en que Mira y yo huimos juntas de la guarida. Ese día me puso el morillo caliente en mi espalda. Hizo otras cosas también, ese día.”

Nikolai no tenía que preguntarle más sobre lo que había sufrido. Las cicatrices de las marcas que fueron quemadas en su espalda eran atroces, pero pensar en el castigo de Yakut era peor… La sangre de Niko hervía de indignación. Puso su mano sobre la de ella. “Dios, Renata, Lo siento.”

Lo miró, una firme mirada que no buscaba simpatía. “Su misericordia era que no forzaba a Mira a ver lo que me hacía. Pero Sergei me dijo que si ella o yo tratábamos de escapar otra vez Mira pagaría de la misma forma en que yo lo había hecho. Prometió que sería peor para ella, y sabía que lo decía en serio… así que me quedé, y lo obedecía, y cada hora de cada día rezaba por un milagro que eliminara a Sergei Yakut de mi vida.” Se detuvo, acariciando su rostro. “Entonces llegaste y todo cambió. Supongo que en muchos sentidos, eres mi milagro.”

Nikolai capturó su mano y plantó un beso en el corazón de su palma.

“Los dos somos afortunados.”

“Me alegra que Sergei este muerto,” confesó ella suavemente.

“Debió sufrir más,” Niko dijo, sin intentar de ocultar el tono oscuro de su voz. “Pero se ha ido.”

Renata asintió. “Y ahora Lex esta muerto también. Los guardias de Yakut. Todos ellos.”

“Para esta hora de la mañana, el y los demás en la guarida no son más que ceniza,” Niko dijo al estirarse a enganchar uno de sus cabellos e color negro brillante detrás de la oreja. “Después de que te dormiste ayer por la noche regrese y abrí todas las persianas para que entrara la luz del sol. También llamé a Boston para darles los números en el celular de Lex. Gideon nos llamará cuando haya hecho el rastreo para darnos los detalles.”

Otro asentimiento, su voz suave esperanzada. “Esta bien.”

“Mientras estaba ahí, te traje algo que pienso que podría faltarte.”

Se inclinó hacia el alijo de armas y otros instrumentos de los que se había surtido y recuperado y recogió el paquete de seda y terciopelo que le pertenecía a Renata.

“Mis dagas,” – dijo ella, su rostro se iluminó de alegría cuando tomó el paquete en sus manos. Desató las cintas que las aseguraban y desenrolló todo el terciopelo que cubría cuatro puñales grabados de forma personalizada.”Jack me los dio…”

“Lo sé me dijo que los había hecho para ti, un regalo. Me dijo que no estaba seguro de que los hubieras conservado.”

“Son muy apreciadas para mí.” Murmuró, siguiendo el labrado de la empuñadura a la punta con el dedo.

“Le dije que aún las tenías. Se alegró al escuchar lo mucho que significan para ti.”

Su mirada llena de gratitud lo bañó. “Nikolai… gracias. Por hacer eso por Jack, y por regresármelas. Gracias.”

Ella se acercó a él y lo besó. La suave presión de sus labios fue algo profundo. Nikolai tomó su cara entre sus manos, acariciando su mandíbula con los pulgares, el delicado ángulo de sus pómulos. Ella separó sus labios mientras su lengua recorría la comisura de sus labios, soltó un dulce quejido cuando se adentró en su interior.

Sus colmillos se extendieron puntiagudos por la lujuria que corría a través de él como fuego. Entre sus piernas, su sexo era una columna de granito, pasando rápidamente a la idea de tener a Renata debajo de él. Cuando su mano se arrastró hacia abajo más allá de la cintura del pantalón para tocarle, su polla codiciosa saltó, aumentando más bajo el calor de la palma de su mano mientras ella lo acariciaba.

“Qué hora es?” murmuró ella contra su boca febril.

Él gruñó, demasiado absorto en sus tormentosas caricias como para procesar de inmediato su pregunta. A través de su respiración entrecortada logró responder. “Es temprano. Probablemente alrededor de las nueve.”

“Bueno, diablos, supongo que es muy temprano.” Ella murmuró, moviendo lejos la boca y dejando un rastro de besos a lo largo de su garganta, jugando sobre el montículo de la manzana de Adan. “No puedes salir a luz del sol, verdad?”

“Nop.”

“Hmm.” Sus labios húmedos descendieron, sobre su pecho desnudo. Se recostó sobre sus codos mientras ella seguía el contorno de de sus dermoglifos con la punta rosada de su lengua, trazando los arcos y remolinos alrededor de su pezón y a través del plano de su estómago. Cuando habló, su voz vibraba en todos sus huesos. “Así que, supongo que eso significa que estamos atrapados aquí por un rato, huh?”

“Sip.” La palabra salió como un jadeo. Su beso viajó despacio hacia abajo, más allá de su ombligo, aun siguiendo las líneas de sus dermoglifos, sudando por el esfuerzo, palpitando por la necesidad de sentir sus labios húmedos y calientes apretarse a su alrededor.

“Supongo que estamos atascados aquí hasta la lo noche.”

“Uh – huh.” Ella tomo el extremó del cordón de sus pantalones entre sus dientes y le dio un fuerte tirón. El nudo cayó suelto, y le bajó los pantalones lo suficiente para que la cabeza de su polla desnuda saliera ansiosa. Ella lo lame, observando su rostro mientras arremolina su lengua diabólica alrededor de su carne, succionando una gota del líquido que salé de ahí.

“Ah, Cristo…”

“Así que,” ella murmura, su aliento flotando a través de su piel húmeda, atormentándolo aún más. “Qué vamos a hacer aquí todo el día mientras esperamos a que se haga de noche?”

Niko rió entre dientes. “Cariño, puedo pensar en cientos de cosas que me gustaría hacer contigo.”

“Ella sonrío desafiante. “Sólo cien?”

Antes de que pudiera darle una réplica inteligente, ella envolvió sus labios alrededor de su pene y lo tomo profundamente dentro de su boca. El cuerpo de Niko hizo explosión nuclear de placer, se encontraba rezando para que el tiempo y los días a solas con esta increíble mujer – su mujer – pudieran extenderse para siempre.

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