10

Un par de horas después, tras perderse por las carreteras por no hacer ni caso al GPS, Noelia y Tomi llegaron a las inmediaciones del castillo.

—Qué lugar más bonito —susurró la actriz mirándolo con admiración.

—Divino, ¿pero qué te parece si buscamos un hotel? Estoy agotado —protestó su primo mirando su alrededor—. Tengo frío… very cold! Y también hambre… y sed y quiero ir al toilet. En definitiva ¡quiero irme de aquí!

—Por Dios, Tomi. En esta guía dice que el castillo es un Parador Nacional. Un hotel.

El joven, no muy convencido, retirándose el flequillo del rostro dijo:

—¿Por qué no buscamos algo más modern? ¿Seguro que tienen calefacción?

Sin hacerle caso, Noelia paró el coche para admirar aquel impresionante lugar. Hasta donde alcanzaba la vista, podía admirar la fortaleza de formas sólidas y torreones cuadrados,

—¿Qué hacemos aquí en medio de este enorme, solo y frío countiy? —protestó Tomi con desesperación— Let'sgo!

—No. Necesito ver como es el castillo por dentro, y…

—¿Tú estás crazy, cuchi?

—No.

—But… ¡¿pero qué se nos ha perdido aquí?! —gritó desesperado—. Está anocheciendo ¿Acaso pretendes dormir en ese sitio tan… tan viejo y antiguo pudiendo dormir en los mejores hotels oft he world?

Sorprendida, miró a su finísimo primo y preguntó:

—¿De verdad que este lugar no te parece lo más bonito que has visto nunca?

—No.

—¡¿No?!

—Pues no —gruñó pasándose una toallita húmeda por la cara—. Yo soy más cosmopolitan ya lo sabes. I love la ciudad y esto… esto ¡es el country! ¿Qué pretendes? ¿dormir en el country?

—Mmmmm, no me des ideas —se mofó ella.

Horrorizado por su mirada, Tomi se tapó los ojos.

—Si es que no te tenía que haber hecho caso, lianta. Me tenía que haber ido con Sean y ahora estaría calentito y durmiendo cómodamente en el butacón del avión. Pero no, aquí estoy, congelado y sin saber si volveré a estar hot algún día. Mataría por una buena mantita, un antifaz y un delicious bloodymary.

—Oh, Dios, Tomi —se quejó al escucharle—. Cuando te pones en plan reinona no te soporto.

Sin darle tiempo a responder se bajó del coche y cerró de un portazo. Reflexionó unos instantes y se montó de nuevo en el automóvil, arrancó y se dirigió hacia el castillo. Quería dormir allí. Quería quedarse allí y lo haría.

Aparcó y se bajó del coche. Al sentir la fuerza del lugar y el señorío que emanaba, silbó sin poder evitarlo.

—Ay, cuchi… —protestó Tomi—. No hagas ese ruido con la boca que pareces un camionero texano y no Estela Ponce, one of the best de Hollywood.

Al escuchar aquello, ella se caló la gorra y, tras ponerse sus gafas oscuras, dijo en voz baja:

—No vuelvas a repetir mi nombre. No quiero que nadie sepa que estoy aquí y por favor intenta hablar español, y no espanglish. ¿Lo has entendido?

Cerrando de un portazo el vehículo, Tomi llegó hasta ella y cogiéndola del brazo exigió:

—Dime ahora mismito qué hacemos aquí o me pongo a chillar como una crazy hasta que vengan los SWAT y me rescaten de morir congelado en esta Siberia.

Noelia sonrió. Verdaderamente era una locura estar allí, pero no había podido remediarlo. Sacándose la pitillera de oro del bolsillo trasero de su vaquero, se encendió un cigarrillo y tras darle una profunda calada miró a Tomi, quien contrariado, esperaba una contestación y dijo:

—¿Recuerdas cuando te conté que en Las Vegas, cuando era una jovencita, me casé con un español?

Oh, yes… como para olvidar esa locura, queen. Recuerdo incluso que el día que me lo contaste estábamos en el spa de Beverly Hills dándonos unos masajes buenísimos. Esos de algas verdecitas y relucientes. Incluso estaba Barbra Streisand y…

—¿Quieres escucharme y cerrar la boca? —protestó al ver que ya comenzaba con sus rollos de siempre.

—Vale, cuchi… pero no te pongas así. Continua, te escucho.

—El chico con el que me casé, era del pueblo que ves a tu derecha y él me habló de este castillo.

Tomi se llevó las manos a la boca.

—Oh, my God ¿estamos aquí por ese hombre? ¿Quieres verle? —ella asintió y él gritó fuera de sí—, ¿Para qué? ¿Para qué quieres ver a alguien que apenas conoces, con el que pasaste un momento traumático y que, seguramente, estará casado, gordo y feo? Ains, Noelia… no te entiendo. Tienes babeando por ti a cientos de galanes impresionantes, entre los que está Mike Grisman, one ofthe most guapos de Hollywood y estamos aquí, en medio de la nada en busca de un tío normal y sin glamour que no sabemos quién es ni… —pero al ver la su cara paró de hablar y preguntó—. ¿Sabemos quién es?

Ella asintió y dijo:

—Y cuando te lo diga no te lo vas a creer.

Tomi, olvidándose de todo lo anteriormente dicho preguntó curioso. Si algo le gustaba era un buen cotilleo.

—¿Quién es? Dímelo, dímelo ahora mismito.

—Es alguien que estuvo muy cerca de nosotros hace unos días y que a ti especialmente te llamó la atención.

—¿Cerca de nosotros y que a mí me gustó? Ay, queen, no caigo —Noelia sonrió—. Es más, si hubiera estado cerca de nosotros y hubiera sido un man difícil de olvidar lo recordaría. Pero no, definitivamente no recuerdo a nadie.

—Iba vestido de negro, armado hasta los dientes y…

Al escuchar aquello clavó sus ojos castaños en ella y con gesto indescriptible murmuró:

—Por-el-a-mor-de-my-life. No me digas que es uno de los machotes de los hombres de Harrelson españoles que nos salvaron el otro día. —Ella asintió y él, apoyándose en la puerta del coche, dijo emocionado—: Ay, cuchi… ¿te casaste con un macho man de esos y le dejaste escapar?

—No lo sé —suspiró molesta— Solo sé que oí algo que me hizo sospechar y tras indagar a través del detective Anderson, he conseguido saber cosas de Juan Morán y…

—Ay ¡qué nombre más varonil! Juan, how romantic! Me encanta el destino. Pero oye ¿está casado? Porque mira Noelia que si está casado esto puede ser un scandal que nada beneficiaría a tu carrera. You are Estela Ponce y…

—Según la información que Anderson me ha mandado, no —respondió con sinceridad—. Él sigue soltero, es policía, y vive aquí, en este pueblo —murmuró señalando el municipio que había junto a la fortaleza—. Y lo que no sé, es si el otro día no me reconoció o no quiso reconocerme.

Tomi la agarró del brazo y empezaron a caminar con seguridad hacia el castillo.

—Pues eso, queen mía, solo podremos saberlo si se lo premuníamos, ¿no crees?

En ese momento, y al ver a su primo tan entregado en su misión, a Noelia le entró pánico. ¿Que hacia allí, en realidad? Pero sin responderse a la avalancha de preguntas que paralizaban su razón continuó andando hacia la recepción del parador.

—Buenas tardes, señores. Bienvenidos al Parador de Sigüenza. Mi nombre es Menchu. ¿En qué puedo ayudarles? —Les saludo una simpática joven al verles.

Calándose la gorra y las gafas de sol a pesar de que ya había anochecido la joven dijo con voz segura:

—Hola, huellas tardes. Pasábamos por aquí y al ver esta pre4ciosodad de castillo hemos decidido parar.

—Desean una habitación para pasar la noche?

Noelia suspiró. ¿Qué hacía allí? Pero antes de que pudiera responder Tomi, tomando las riendas del asunto, contestó conteniendo su espanglish.

—Como ya he visto que tienen calefacción, quisiéramos alquilar el castillo entero —Noelia le miró y él dijo con rapidez— Vale, pensarás que me he vuelto crazy. Pero no. Todo tiene su porqué. Y vuelvo a repetir, nosotros necesitamos el castillo entero y punto.

La recepcionista, tan sorprendida como Noelia, preguntó al hombre de las mechas púrpuras:

—Disculpe, señor. ¿Ha dicho el castillo entero?

Yes, querida.

Boquiabierta, la joven recepcionista les pidió que esperaran un segundo. Lo mejor sería llamar a su jefe. Una vez solos Noelia le miró y dijo:

—¿El castillo entero? Pero, bueno ¿Qué locura es esa? ¿Qué pretendes? ¿Qué la prensa esté aquí antes de que podamos poner un pie en la habitación?

—No, mi reina. Precisamente intento justamente lo contrarío. Si alguno de los huéspedes que aquí se aloja te ve ¡te reconocerá! ¿Lo has pensado? Y entonces es cuando esto se llenará de periodistas —ella le entendió y asintió. En ese momento apareció un hombre de sonrisa agradable.

—Buenas tardes. Mi nombre es Samuel Sánchez y soy el encargado de la fortaleza. Me ha dicho Menchu que quieren ustedes alquilar el castillo al completo.

—Sí, unos doce días —asintió Noelia con seguridad. La idea de Tomi era perfecta.

La muchacha y su jefe se miraron.

—Lo siento, pero es imposible —dijo el hombre con pesar.

Why? ¿Por qué es imposible? —preguntó Tomi .

—Actualmente tenemos huéspedes y no podemos echar a las personas que, durante unos días, descansan aquí. Además, tenemos varias reservas ya para los próximos días y, sintiéndolo mucho, tengo que decirles que lo que me piden es imposible.

Contrariada por aquello Noelia pensó con rapidez. No estaba acostumbrada a que le dijeran que no a nada y no pensaba dar su brazo a torcer. Quería quedarse allí.

—Lo entiendo… aun así nos quedaremos y cuando haya habitaciones libres las alquilaré.

El hombre cada vez más sorprendido preguntó:

—Señorita ¿está usted segura? ¿Tanta gente va a traer al rastillo?

—No. Solo somos nosotros dos —indicó Tomi.

Cada vez más sorprendido el hombre miró a Menchu, y Noelia caminando hacia un lateral de la recepción dijo:

—Por favor, ¿pueden venir un momento? —La siguieron—. ¿Puedo contar con su total discreción?

—Por supuesto —asintieron aquellos—. Uno de nuestros lemas es; la confidencialidad.

Al oír aquello, la joven se quitó la gorra y las gafas. Las caras de ambos al reconocerla eran todo un poema. Tenían ante ellos a Estela Ponce, la famosa actriz de Hollywood y que los últimos días había salido en todas las televisiones y periódicos por su secuestro en el hotel Ritz.

—Yes, she is ¿a qué es monísima y glamurosa? —asintió Tomi encantado.

Noelia al ver su cara de incredulidad dijo con una sonrisa:

—Por sus gestos intuyo que ya saben quién soy, ¿verdad? —asintieron y ella prosiguió—. El motivo de alquilar el castillo entero es para tener tranquilidad y discreción. Es más, si la prensa se entera sabré que ha sido alguno de ustedes dos. ¿Me entienden ahora?

Asombrados, ambos asintieron.

—Menchu —carraspeó Samuel con rotundidad—. Absolutamente nadie debe saber la verdadera identidad de nuestros huéspedes, ¿entendido?

—Por supuesto —asintió la joven y mirando alucinada a la actriz murmuró: —Para nosotros será un placer tenerla aquí señorita… señora Ponce.

—Por favor… llámame Noelia y el registro háganlo a nombre de mi primo.

Con rapidez el hombre miro las reservas.

—Tenemos libre la suite del Castillo y…

—Yo quiero una habitación para mi solo —aclaró Tomi—. Adoro a mi actriz, pero no me gusta dormir con ella, ¡se mueve mucho en la cama!

—¿Dónde tienen su equipaje? —preguntó Samuel nervioso y emocionado.

—En el coche —respondió la joven.

Noelia, divertida, volvió a ponerse la gorra para esconder su rubia melena. En aquel momento no había nadie en recepción, pero prefirió hacerlo así. No quería levantar sospechas. Media hora después, tras enseñarles el castillo y que estos pudieran admirar las maravillas del lugar, les acompañaron a sus habitaciones. Una vez la joven se quedó sola en su preciosa y medieval suite se asomó a la ventana y sonrió. Por primera vez en mucho tiempo respiraba eso que se llama libertad.

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