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Aquella noche cansados por el día de compras en Madrid, tras una cena maravillosa ya en casa de Juan, Tomi les contó sus locas peripecias con Peterman por Barcelona.

Un par de horas después, los tortolitos al fin se quedaron solos y decidieron dedicarse a lo que más les gustaba. Besarse apasionadamente en el sofá. Todo apuntaba a pasar una nueva noche de tórrida pasión, cuando sonó el timbre de la casa. Eva, Irene, Laura, Almudena y Menchu habían decidido salir a tomar algo y querían llevarse a Noelia. Era la primera noche que Almudena salía tras ser mamá. El pequeño Joel se quedaba con los abuelos y querían celebrarlo. A ninguno de los dos les gustó aquella intromisión. Tenían planes y ellas con sus risas y su buen humor se los habían estropeado.

—Venga vamos ¡que la noche es joven! Ya os rebozaréis en la cama otro día —gritó Eva divertida al ver el gesto ceñudo de su hermano.

—Hoy, por fin, soy una madre liberada —gritó Almudena deseosa de pasarlo bien.

Noelia miró a Juan deseosa de ver en su mirada una señal para rechazar la oferta, pero él se limitó a sonreír.

—Venga Noelia, ¡vámonos! —intervino Irene y mirando a su hermano concluyó—. Es noche de chicas y ten por seguro que lo vamos a pasar bien. ¡Muy bien! En Sigüenza hay muchos hombres guapísimos y quiero que Noelia los conozca.

Juan miró a su hermana. En seguida pilló por dónde iba aquel comentario tan sarcástico, y apoyándose en el quicio de la puerta asintió resignado.

—Si te apetece, ve con ellas. Seguro que lo pasaréis bien.

Acto seguido Noelia corrió escaleras arriba para cambiarse de ropa. En ese momento, Juan cambio el gesto y mirando a su hermana mayor indicó.

—Cuidadito dónde metéis a Noelia, ¿enterada?

—Piensa el ladrón que todos son de su condición —contestó esta y al ver su ceño fruncido aclaró—: Mira merluzo, te aseguro que esta noche ella va a disfrutar de lo lindo. Tanto como tú la otra noche.

Fue a responder cuando escuchó decir a Laura:

—Mi churri ha dicho que ahora te llamaba. Dice que llevará a Sergio a casa de mis padres y así vosotros podéis quedar y salir a tomar algo también. ¿Te apetece?

—Bueno… —suspiró resignado.

Sin querer escuchar las barbaridades que sus hermanas decían subió a la habitación donde Noelia se arreglaba a toda prisa.

—¿Regresarás muy tarde?

Sorprendida por aquella pregunta le miró y encogiéndose de hombros respondió:

—Pues no lo sé, Juan ¡es noche de chicas!

Quiso pedirle que no se marchara, que se quedara con él, pero algo se lo impedía. No debía hacer aquello. La exclusividad no era buena y si ahora la exigía, tarde o temprano ella se la podría exigir a él. Por ello observando cómo se maquillaba los ojos preguntó:

—¿Qué hacemos con Tomi? ¿Vas a decírselo?

—No. Está durmiendo ya.

—Estoy seguro que él estaría encantado de salir con vosotras —insistió de nuevo.

Noelia, molesta porque no le pidiera que se quedara con él, le miró, y con una fantástica sonrisa de lo más estudiada dijo tras pensar en su primo:

—Sé que le encantaría una reunión de mujeres. Peeeeroooooooo… cuando le duele la cabeza es mejor que duerma. Además, se ha tomado dos pastillitas para dormir y cuando lo hace, cae como un tronco en la cama.

Inquieto por lo que sus hermanas podían tener tramado pero sin querer manifestarlo, se sentó en la cama mientras recorría lentamente aquel cuerpo con la mirada. Ella se ha había puesto unos vaqueros, una camiseta azul ajustada y sus botas altas. Estaba guapísima. Pero ¿cuándo no estaba preciosa?, se preguntó mientras intentaba contener las ganas de desnudarla.

—Yo saldré a tomar una copa con Carlos y los chicos.

—¡Perfecto! —asintió ella con vivacidad.

Una vez se pintó los labios y comprobó que su peluca estaba perfecta y en su sitio, se volvió hacia él que la miraba con gesto indescifrable y tras darle un rápido beso en los labios murmuró sin querer pensar en nada más:

—Pásalo bien con tus amigos. Hasta luego.

Dicho esto se dio la vuelta y desapareció. Boquiabierto miró la puerta que se cerró tras ella ¿se había ido? Sorprendido por lo enfurecido que estaba porque se hubiera marchado se levantó y se asomó a la ventana. Desde allí vio al grupo de locas montarse todas en el todo terreno de Irene y ponerse en marcha. Durante unos segundos se quedo mirando las luces del coche que se alejaban. Aquel silencio de pronto se le torno incómodo. Le apetecía escuchar el bullicio de la risa de Noelia y eso le incomodó. ¿Que le estaba ocurriendo? ¿Desde cuándo la presencia de una mujer a su lado le había sido tan necesaria? Finalmente sacó su móvil y llamó a Carlos.

—A ver, churri ¿Dónde habéis quedado?

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