21

Como en una nube rosa de algodón, Noelia entró en el parador. Aquel hombre, su exmarido, le atraía mucho. Demasiado. Juan era diferente a los galanes con los que solía tratar en Estados Unidos. Le gustaba su sinceridad al hablar y, en especial, que no le hiciera la pelota sistemáticamente. Como una tonta, sonrió al saludar a Menchu que estaba en la recepción. Esta, al verla, salió del mostrador y caminando hacia ella preguntó preocupada:

—¿Todo bien?

—Sí ¡perfecto!

Al verla tan sonriente Menchu asintió y acercándose a ella le cuchicheó en confianza:

—Juan es uno de los solteros de oro del pueblo.

—¿En serio? —preguntó Noelia interesada.

—Oh, sí. Es guapo y caballeroso, y sé que más de una lagarta siliconada, como esa —señaló a Paula que pasaba junto a un cliente—, está deseando cazarle, aunque él se resiste. Según su hermana Eva, que es amiga mía, Juan es un auténtico rompecorazones.

Aquel comentario hizo que Noelia frunciera el ceño. Él no era nada suyo pero no le gustó escuchar acuello. Desechando las absurdas ideas que se estaban fraguando en su mente, sin quitarse las gafas, murmuró tras observar a la tal Paula, una mujer que nada tenía que ver con ella:

—Tú lo has dicho, Menchu. Juan es un hombre muy interesante —y con una sonrisa añadió—: Ahora que lo pienso, yo añadiría también el término sexy ¿no crees?

Menchu poniéndose colorada como un tomate asintió.

—Si… ya lo creo.

Al ver del color que se le estaba poniendo la cara, la actriz prosiguió.

—Vaya… vaya, veo que a ti también te gusta.

La joven con el bochorno en la cara susurró.

—Le conozco de toda la vida. Soy amiga de su hermana y siempre me ha parecido un chico increíble, y cuando digo increíble no lo digo solo por lo guapo que es, sino también por su personalidad y…

—Sí, tiene una personalidad arrolladora —suspiró aquella.

La joven recepcionista sorprendida por el efecto que Juan había causado en la actriz de Hollywood preguntó:

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro, Menchu.

—¿Sabe él quién eres en realidad?

Durante unos segundos Noelia lo pensó ¿qué decir ante aquella pregunta? Le molestaba mentir a la joven pero, dispuesta a no revelar ya más de lo que había revelado, respondió:

—No, no lo sabe. Y, por favor, debe continuar siendo un secreto. ¿De acuerdo?

—Por supuesto, pero creo que se va a enfadar mucho cuando se entere. Él…

—Tranquila, Menchu. No te preocupes de eso por ahora. Cuando él se entere con seguridad yo ya no estaré aquí —e intentando cambiar de tema preguntó—: ¿Sabes si está Tomi en su habitación?

—No está.

—¿Cómo que no está? —preguntó sorprendida.

—Según me comentó Paula, se marchó hace un par de horas —regresando hacia el mostrador dijo cogiendo un sobre cerrado—. Te dejó una nota.

Extrañada por aquello Noelia cogió el sobre y tras abrirlo leyó.


Hola princess… he salido a conocer la zona en plan Indiana Jones. Ya te contare. Por cierto… no se a que hora regresaré.

Se buena en mi ausencia.

I love you.

Tomi

Sospechando que su primo se había vuelto loco definitivamente, Noelia fue a decir algo cuando sonó su móvil. Había recibido un mensaje. Rápidamente lo sacó del bolsillo trasero de su vaquero y al leerlo sonrió como una tonta.


¿Cenamos hoy juntos? Será algo informal ¿Te recojo a las nueve?

Juan

Menchu, intrigada por aquella sonrisa bobalicona, se aproximó a Noelia, cuando esta le enseñó el texto del mensaje. La joven recepcionista se quedó ensimismada.

—Oh… ¡qué romántico!

—Sí —suspiró como una quinceañera.

Soltando un suspiro de frustración Menchu preguntó:

—¿Por qué no me pasan a mi estas cosas? ¿Por qué?

Noelia con una sonrisa en los labios llena de felicidad no supo qué contestar. ¡Juan, la estaba invitando! y eso le pareció increíble. Finalmente, tras reír con Menchu sobre lo que aquella cena podía depararle tecleó en el móvil:


Ok

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