54

Sobre las tres de la mañana, tras jugar con los abuelos en casa al bingo, los más jóvenes se marcharon de fiesta al Croll. El dueño había contratado a una banda de salsa y todo el mundo bailaba a su son divertido. Si algo le gustaba bailar a Noelia era la salsa y Juan se quedó muerto cuando la vio menear las caderas con su primo. Se notaba que habían bailado mucho aquella música, no solo por lo bien que bailaban, si no también por la sincronización de sus movimientos.

—Uooo. ¿De dónde te has sacado a esa jamba? Madre mía que culito más sabrosón que tiene —rio el Pirulas acercándose a Juan, quien sonrió al comprobar que este no la relacionaba con la jovencita que conoció años atrás en Las Vegas.

—Es una amiga muy especial, por lo tanto ahórrate tus comentarios —respondió este sin quitarle ojo. Todavía no se había repuesto de la declaración en toda regla que Noelia le había hecho en el cuarto de baño de la casa de su padre. ¿Le quería? ¿Ella estaba enamorada de él?

El Pirulas, al ver como su colega miraba a la joven, clavó dio un largo trago a su cubata y silbó.

—Joder macho, eres mi héroe. Yo de mayor quiero ser como tú. Te tiras a Paula, Rebeca o Azucena cuando quieres y ninguna se enfada contigo. ¿Cómo lo haces?

Durante un buen rato los dos amigos mantuvieron una animada charla sobre mujeres, donde al Pirulas, como siempre, nada le quedó claro. Poco después llegaron el Rúculas, Lucas, Damián y varios amigos más.

Media hora después, Juan constató que el Pirulas visitaba el baño con demasiada frecuencia y al ver sus ojos cargados, le pillo del hombro y le susurro en confianza:

—Controla tío, que los ojos le delatan.

Al escuchar aquello, el Pirulas sonrió y sacó un botecito del bolsillo del pantalón.

—Pero si solo he fumado maría —y tras echarse una gotitas en los ojos aclaró—. Eso sí, de cosecha propia. Yo no fumo cualquier mierda. Por cierto, tengo en casa unos cogollitos buenos… buenos.

En ese momento llegaron Carlos y Laura, acompañados por un grupo de amigos entre los que estaba Paula vestida con un sexy y atractivo vestido rojo pasión.

—Uf… como me pone esta burraca —cuchicheó el Pirulas al mirarla y ver su contoneo de caderas—. ¿Te molesta si la entro?

—No —respondió Juan, divertido tras cruzar una mirada con Lucas e Damián.

—Vale. Porque viene vestida para matar. Por cierto ¿crees que me hará caso?

Juan, con una sonrisa, miró a su amigo y respondió seguro de lo que decía.

—Eso se lo tienes que preguntar a ella.

Paula que, en el mismo instante que había entrado en el Croll había localizado a Juan, se acercó a él sin dudarlo. Deseaba pasar la noche en su compañía y, sin importarle la mirada de aguilucho del Pirulas, le pasó la mano por la cintura, apoyó la cabeza en su hombro y le susurró en tono melosote:

—Hola forastero. Cuánto tiempo sin verte. —Y acercando sus labios al cuello de Juan susurró—: Últimamente no me llamas y te echo de menos.

Lucas, que estaba al lado de Juan, reaccionó al escuchar aquello.

—Paulita… Paulita… cuando quieras un hombre de verdad ¡llámame!

—Cierra el pico Mariliendre —se mofó Damián ganándose la mirada jocosa del ofendido.

En la pista, Noelia bailaba salsa con Tomi. La banda contratada era muy buena, y cuando comenzó a sonar la canción O tú o nadie de su amigo Marc Anthony, no pudieron contenerse y disfrutaron a tope del tema, hasta que ella se fijó en quien estaba hablando Juan. Sin apartar la vista de su objetivo, vio como aquella odiosa mujer se acercaba a su posesión más de lo normal, y él no hacía nada para retirarse. Su enfado fue creciendo por segundos, y cuando vio que ella le echaba los brazos al cuello quiso gritar. Aquella escena le calentó la sangre y Tomi al intuirlo y ver lo que ocurría la cogió de la mano para tranquilizarla.

—Ni se te ocurra hacer lo que me estoy temiendo, lady.

—Oh… tranquilo. No pienso hacer nada. —Pero sin poder remediarlo confesó en un arrebato de sinceridad—: Hoy he cometido un terrible error; le he dicho que le quiero.

—¡¿Qué le qué?! —gritó su primo al escucharla.

—Lo que has oído.

Oh my God vamos derechitos al desastre. —Y quedándose quieto en medio de la pista preguntó—: ¿Y que te ha dicho el Xmen?

Tirando de él para que volviera a moverse, la joven gruñó:

—Nada.

—¡¿Nada?!

—El Xmen, no me dice que me quiere ni por equivocación.

Durante unos minutos más continuaron bailando, pero la tranquilidad de segundos antes se había acabado. Tomi, observando cómo Paula se contoneaba delante de Juan sin poder remediarlo siseó:

—Esa no es una mujer. ¡Es una víbora!

Noelia no contestó. Desde su posición vio que Carlos y Laura se acercaban a ellos y todos parecían mantener una animada charla. De pronto la música paró, las luces bajaron de intensidad y sonó música para enamorados. Malhumorada, pero armada con todo el aplomo que pudo reunir, la joven se encaminó hacia donde estaba el grupo, cuando de pronto, Tomi gritó al ver a Lucas junto a Juan.

—¡Por el amor de my life, de tu life y de la life de todos! Pero si está aquí mi Batman preferido y yo no me había dado cuenta.

Noelia, sonrió al unirse al grupo, aunque a Paula la había taladrado con la mirada. Incomoda por como todos la observaban fue a decir algo, cuando Tomi cuchicheó:

—Mírale… pero si está cuadrado.

Juan viendo que Noelia mantenía las distancias, se dirigió a Tomi y, divertido, preguntó:

—Eh… ¿ya no soy tu preferido?

Tomi, acercándose con descaro, se interpuso entre Paula y él, y, tras conseguir apartarla, sonrió ampliamente y murmuró con complicidad:

—Tú eres lo más. Pero contigo no tengo futuro y con él todavía no se sabe.

Aquello provocó una carcajada general.

—Lo siento Tomi, pero ya te dije que a mi me van las mujeres. Nuestro amor… es imposible —dijo Lucas. Y se llevó la mano al pecho con comicidad soltando un lánguido suspiro.

—Que sepas osito mío, que me acabas de partir mi lindo y bello corazoncito en millones de pedacitos —respondió Tomi, resignado.

Carlos dio un pescozón a Lucas y cuando este miró indicó divertido:

—Desde luego Mariliendre, ya te vale.

Mientras todos se lo pasaban en grande con los graciosos comentarios, Paula y Noelia se miraban con dureza a los ojos, Juan, en cierto modo, era un trofeo y ninguna de las dos estaba dispuesta a perderlo. Finalmente, Noelia con tono desafiante dio un paso adelante.

—Vaya… vaya… mira a quién tenemos por aquí.

Aquel tono de voz hizo que Juan la mirara extrañado. ¿Qué le ocurría? Paula sonrió y poniéndose las manos en la cintura siseó:

—Me alegra volver a verte mona. En especial porque aquí no trabajo y te puedo decir todo lo que me venga en gana sin miedo a represalias.

—Esto se pone interesante. Pelea de gatas —se mofó el Pirulas.

—¿Represalias? —preguntó curiosa Laura, la mujer de Carlos.

Aprovechando el impacto de aquella palabra, Paula, en actitud sumisa, soltó delante do todos.

—Sí. Esta mujer se hospedaba en el parador y allí me dijo cosas muy desagradables. Incluso amenazó con hablar con mis superiores para que me despidieran si volvía a acercarme a Juan.

—Vaya… —susurró Noelia sorprendida bajo la atenta mirada de este.

—Perra y mentirosa. ¿Hay algo peor? —se mofó Tomi al escucharla.

Noelia fue a defenderse, cuando Juan, inflexible, dio un paso al frente y preguntó con el ceño fruncido:

—¿Es cierto lo que dice Paula?

—Pues no, no es cierto. Y me parece de muy mal gusto que precisamente tú me lo preguntes. —Volviéndose hacia la mujer prosiguió muy enfadada—: Sí mal no recuerdo, tú me insultaste, concretamente me llamaste zorra por haberme marchado aquella noche con Juan. Yo solo me limité a recordarte que era un huésped del parador. Nada más.

Paula sonrió. Aprovechando lo cerca que se encontraba de Juan, empujó a Tomi para quitarle de en medio, y con un descaro que dejó a todos patidifusos, posó su mano sobre la cintura de Juan.

—¿Acaso es mejor que yo en la cama? —Juan no respondió—. Porque nunca me has tenido tan abandonada como me tienes desde que ella apareció.

—Uooooo —susurró el Pirulas incrédulo.

Lucas, Damián y todos en general pasaban su mirada de la una a la otra, mientras la mujer de Carlos las observaba boquiabierta. Laura conocía muy bien a Paula y sabía hasta donde era capaz de llegar para conseguir sus propósitos. Aquel juego sucio no le estaba gustando nada. Juan siempre había sido claro con ella y no le debía ninguna explicación. ¿Por qué comportarse así? Enfadada, fue a intervenir, pero Noelia se le adelantó.

—Como respondas a la grosería que esta petarda te ha preguntado, le juro que me voy y no me vuelves a ver jamás.

—Uiss… no caerá esa breva se molo Paula.

Cada vez más molesta por la presencia de aquella mujer, Noelia, apretando los puños hasta clavarse las uñas en las palmas siseó:

—Eres odiosa ¿lo sabías?

—Mira mona ¡piérdete! —respondió Paula con soberbia.

Molesto por la escenita, se quitó de encima las manos de Paula, y acercándose a Noelia que lo miraba con gesto duro gritó:

—Pero bueno, ¿qué clase de hombre crees que soy?

—No lo sé, según tú, no te conozco —respondió furiosa.

Aquel golpe bajo le dolió, pero consciente de cómo se habría puesto él si la escena si hubiera sido al revés, miró a Paula y, enfadado, dijo:

—Qué te parece si te marchas a engatusar a otro hombre y tenemos la fiesta en paz.

Molesta por aquel desprecio, Paula taladró con la mirada a la joven que le robaba toda la atención de Juan y se marchó con un gran enfado. Lucas, para tranquilizar a su amigo, le dio un golpe en la espalda y mirando a Tomi dijo para atraer su atención:

—Vamos colega… te invito a una copa.

—Sí… vamos a pedir algo —asintió Damián.

Tomi, tras mirar a su prima y pedirle calma con la mirada, se colocó el flequillo y, caminando junto a aquellos dos hombres impresionantes, murmuró:

—Con vosotros, guapetones, voy al fin del mundo.

El Pirulas, al ver a Paula alejarse de aquella manera, fue tras ella. Quizá aquella noche tenía posibilidades. Carlos asió a su mujer por la cintura y también desaparecieron, dejando a Noelia y a Juan solos en medio del bullicio del local. De repente, sonó por los altavoces:


Gorrioncito que melancolía….

En tus ojos muere el día y a…

Excusa si la culpa ha sido mía…

Durante unos segundos se miraron con el desafío instala do en sus ojos. Ella estaba indignada y necesitaba un respiro, pero aquella canción…

Juan, por su parle, deseoso de arreglar cuanto antes el desafortunado incidente extendió su mano en un gesto conciliador.

—Ven, canija.

—No —respondió retirándose el flequillo de la cara—. Cuando estoy enfadada, necesito mi tiempo. Déjame en paz.

—De acuerdo —asintió pacientemente mientras la voz de Sergio Dalma seguía cantando:


Yo sin ti… moriré

Yo sin ti… sufriré

Yo sin ti… quemare,

todo el sueño mío…

Juan recorrió lenta y pausadamente su bonito cuerpo mientras daba un trago a su bebida. Pasados quince segundos, ni uno más, él preguntó:

—¿Ya has tenido suficiente tiempo gorrioncito?

Aquella palabra. Aquella canción. Aquella sonrisa, sus ojos y su voz, la hicieron sonreír y finalmente se rindió y fue a su encuentro. Sin necesidad de salir a la pista donde varios amigos bailaban acaramelados con sus parejas, comenzaron a moverse al ritmo de la música. Con los ojos cerrados, se dejaron llevar por la melodía mientras aspiraban su olor y sentían cómo la excitación creía entre ellos.

—Olvida a Paula. Ella nunca ha sido significado nada para mí.

—Vale… pero ella parece no saberlo.

Conmovido por lo que sentía al tenerla entre sus brazos le susurró al oído:

—A mí solo me gustas tú.

—Sí… pero no me quieres.

Aquel reproche, le aguijoneó el corazón:

—Noelia, no compliques las cosas por favor, Tú y yo sabemos que es imposible —dijo mirándola a los ojos.

Sabía que estaba metiendo la pata por momentos con sus ridículos sentimientos y para hacerle sonreír, la joven levanto el brazo y lo sacudió.

—Aun llevo la pulsera todo incluido, así que cierra el pico y mímame.

Juan sonrió. Sonreír con ella era lo más fácil del mundo y cuando vio que ella hacía lo mismo preguntó:

—¿Sabes que voy a tener que cambiar de táctica contigo canija?

—¿Por qué?

—Porque me vuelves loco y te estoy comenzando a… querer.

Escuchar aquello para Noelia fue, como diría Tomi, «lo más». Aquel impresionante hombre que la miraba con sus preciosos ojos oscuros le acababa de decir que la quería.

—Vayaaaaa… por fin he conseguido que me dijeras algo de película —susurró con una boba sonrisa.

—Mira… no compliquemos más las cosas. Olvida lo que he dicho en este último minuto.

—Ni lo pienses —sonrió ella—. Has dicho que me quieres y eso no lo voy a olvidar.

Sobre las seis de la mañana la fiesta estaba en todo su apogeo. Todos se divertían y Paula, no había vuelto a acercarse a ellos. Lucas y Damián comprobaron lo buen amigo que podía ser Tomi. Aquel, con todo su plumaje y gracia, les había ayudado a conocer a unas chicas encantadoras con las que la noche pintaba muy bien.

Eva, en la pista con Menchu, contoneaba las caderas al ritmo de Shakira y tarareaba «Rabiosaaaaaaaaaa» con furia al ver a Damián ligotear. No es que hubiera algo entre ellos, solo una noche, meses atrás, que habían decidido olvidar. Sin embargo, verle allí, sonriendo como un imbécil a aquella chica le sacaba de sus casillas.

Paula, desde su posición en el pub, observaba con malestar al hombre con el que deseaba pasar la noche y a la mujer que sonreía con él. Al ver que la batalla, al menos aquella noche, la tenía perdida decidió centrarse en el Pirulas. Quería sexo y diversión y aquel estúpido estaba dispuesto a dárselo.

Al rato, Menchu y Eva decidieron visitar el baño. Noelia, al ver donde iban, también se apuntó. Gracias a Dios no había nadie más en aquel reducido espacio, por extraño que pudiera parecer.

—¡Averiado! —leyó Menchu en la puerta de uno de los dos lavabos—. ¿Por qué los baños tienen que estropearse cuando una más los necesita?

—Son como los hombres reina, ¡inoportunos! —se mofó Eva al mirar el cartel.

Mientras Menchu entraba con rapidez al aseo libre, las otras dos aprovecharon para recomponerse observándose en el espejo, Eva, al quedar a solas con Noelia la miró y comentó:

—Lo de mi sobrina Ruth esta noche ha sido buenísimo. Te juro que porque ya sabía quién eras, porque si no, me hubiera dado un buen susto pensando que se te había caído un ojo como al osito Sito.

Al recordar aquello, Noelia esbozó una sonrisa y, convencida de que nadie las escuchaba, contestó:

—Siento mucho haberos mentido a todos. Me siento fatal, pero no puedo ir contándole a la gente quien soy realmente o…

—No te preocupes por nada —cortó Eva—, Comprendo perfectamente lo que dices, pero tienes que entender que cuando mis hermanas o mi padre se enteren tu verdadera identidad, probablemente se sentirán dolidos porque no hayas confiado en ellos y les hayas dicho la verdad.

—Lo sé y eso me duele muchísimo.

—Pero vamos —prosiguió Eva sacando la barra de labios del bolso—, ni te preocupes. Cuando te vayas, Juan y yo se lo explicaremos. Estoy segura de que lo entenderán.

Aquellas palabras «cuando te vayas» le provocaron un pinchazo en el corazón, pero dispuesta a no amargarse la noche la miró y preguntó:

—¿Cómo lo has descubierto?

—Soy periodista ¿lo has olvidado? —pero al ver que aquella sonreía indicó—: Me escribió un email Yolanda Grecia, una amiga también periodista, para decirme que había llegado la noticia a todas las redacciones de que tú, aún continuabas en España. Y ya sabes, esta vida es muy perra y hace unos días vi algo que me alerto y comencé a sospechar. Ni que decir tiene que me quedé ojiplática cuando descubrí que tú realmente eras ¡Estela Ponce! —ambas sonrieron—. Después investigué un poco y con mi Blackberry, que siempre la llevo en mi bolso, capté imágenes tuyas que me sirvieran de prueba para poder demostrar quién eres tú. —Al ver que aquella abría los ojo» desmesuradamente, rápidamente aclaró—: Pero tranqui, no las utilizaré porque se lo he prometido a Juan y si yo prometo algo, lo cumplo. Pero que sepas que tengo más pruebas, el bombazo del año fotografiado en mi móvil gracias a algo que encontré en la habitación de mi hermano. —Noelia asintió y aquella gritó—: Joder, que eres ¡Estela Ponce!

En ese momento, Menchu salió del aseo bajándose su vestido negro.

—¿Desde cuándo lo sabes?

Eva, sorprendida por la naturalidad con la que aquella reaccionaba al escuchar el verdadero nombre de Noelia, le respondió con otra pregunta:

—Y tú pedazo de mal amiga ¿desde cuándo lo sabes?

La joven actriz, al ver la cara de sorpresa de Eva y de horror de Menchu, salió en defensa de la joven recepcionista.

—Yo le pedí que, por favor, no lo dijera. No te enfades con ella.

—La madre que te parió Menchu —gritó Eva descolocada—. Sabiendo el bombazo que podía ser esta noticia para mí, ¿me lo has ocultado? Joder Menchu, que una noticia así me soluciona el mes. Que digo el mes ¡el año!

Su amiga suspiró y, lavándose las manos, murmuró con una media sonrisa:

—Lo siento Eva, pero en mi contrato con el parador lo pone bien clarito, confidencialidad absoluta. Y lo siento, pero necesito ese trabajo.

—La madre que la parió —volvió a repetir incrédula.

—¿Lo sabe Juan? —Quiso saber Menchu.

Ambas asintieron. Eva, para desviar la conversación, preguntó mirándola:

—Oye, ¿no te pica la cabeza de llevar tanto tiempo esa peluca?

—Pues depende del día. Hable con Penélope y ella, como es de Madrid me aconsejó dónde comprar pelucas de calidad y…

—Cuándo hablas de Penélope, ¿te refieres a Penélope Cruz?

—Sí. Es muy amiga mía.

—Ay, Dios ¡qué fuerte! —volvió a gritar una alucinada Eva—. Si consiguiera una entrevista con ella y con Bardem ahora que han sido padres ¡me forraba! Y si a eso le sumo una entrevista a Estela Ponce… uff… ¡Me compro a tocateja un adosado en Sigüenza!

—Deja el cuento de la lechera para otro momento —rio Menchu.

Noelia, entre risas, entró presurosa al aseo mientras las otras dos continuaban parloteando.

—Por cierto Noelia, me encantan tus películas.

—Me alegro —respondió aquella desde el aseo.

—Oye, ahora que nos conocemos —prosiguió Eva—, si alguna vez voy por el glamuroso Hollywood, espero que me presentes a varios actores que me tienen enloquecida. Porque tengo unos cuantos en el punto de mira desde hace tiempo. ¿Conoces a Gerad Butler?

—Sí.

—Ay Dios ¿me lo podrás presentar si voy?

—Claro.

—Y a mí —se apuntó Menchu.

—Por supuesto. Es un tipo muy simpático. Cuando vengáis le llamo y salimos alguna noche a cenar.

—Madre mía… madre mía —aplaudió Eva— Cuando les enseñe las fotos a mis locas amigas de facebook van a flipar. Ese pedazo de hombre es el objeto de deseo de muchas… ¡Muchas! Y finalmente podré gritar a los cuatro vientos: ¡Gery es mío!

Noelia salió del aseó y fue el turno de Eva.

—Pues le prometo que cuando regreses tus amigas, como dices tú, fliparan.

Tres minutos después abandonaron el baño felices y contentas, Cuando quedó vacío, la puerta del aseo «Averiado» se abrió y de él salieron Paula y un atontado Pirulas. Con una pérfida sonrisa que no deparaba nada bueno, ella arrancó el cartel de la puerta y, mientras se bajaba el vestido rojo, miró al atocinado que se subía la bragueta y dijo:

—A ver Pirulas, tienes que hacerme un favorcito, cielo.

—Tú dirás Paulita —sonrió aquel.

Con la maldad reflejada en sus ojos le besó, ya casi podía padalear su triunfo…

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