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– No lo entiendo -le dijo Harry a Torres-. Hablamos de una mujer joven que no tiene un pelo de tonta, que sabe cómo son las cosas. De lo contrario, yo no hubiera salido con ella todos estos años.

– Es inteligente. Sabe lo que hace -señaló Torres y mordió su bocadillo de pastrami.

Estaban en Wolfie’s. Harry tenía delante un bol de gelatina de fresa.

– Entonces, ¿por qué se fue con el Llanero Solitario, un tipo con el que no tiene absolutamente nada en común?

– Tienen más o menos la misma edad -comentó Torres.

– ¿Y qué? No van a criar una familia. Ella solía hablar de su reloj biológico. Me parece que le dejó de funcionar hace tiempo. Raylan tiene dos chicos, irán a verlos cuando pasen por Brunswick, Georgia: Ricky y Randy, los nombres de dos estrellas de música country. Le dije a Joyce: «¿Qué significa para ti toda esa mierda? Si a ti no te va, lo que te gusta es Frank Sinatra, Count Basie.» Ella me contestó: «Sí, pero nací en Nashville, no lo olvides.» Dijo que ahora comenzaba a descubrir esa otra faceta suya, como si fuese una paleta en potencia, y que él la llevará a su casa por Navidad. Yo pensé: «Condado de Harlan, Kentucky, ¡caray, pasarán la Navidad en una mina de carbón!» No, es Detroit, donde se mudaron todos desde Kentucky. Le salvo la vida a ese tipo y él se lleva a mi novia a Detroit para que conozca a su madre.

– Te crees lo que dicen los periódicos, ¿eh? -dijo Torres-: «Avisa a un agente federal…»

– «Un grito alerta a un agente federal», con un antetítulo, «¡Tiene un arma!». La última vez que aparecí en un periódico yo era un «Residente de South Beach acusado en un tiroteo mortal», en la página tres. Ahora, aparezco en portada, pero sigo siendo un residente de South Beach en la crónica.

– Ésa fue una investigación extraña -comentó Torres-. Todavía quedan preguntas sin responder. ¿Detendremos a Gloria Ayres como cómplice en el intento de asesinato de un agente federal? ¿O el Zip iba a por ti? Tú no contestas. ¿Qué pasa con ese chico, Nicky Testa? ¿Hay alguna vinculación? Dice que levantaba pesas cuando entraron dos tipos con pasamontañas, mataron a Jimmy y se dieron a la fuga. McCormick quiere hablar con él, cree que puede pillarle. Dice que quizá reanude la investigación mafiosa. Le dije que Nicky Testa no durará ni tres semanas dirigiendo el cotarro. Los de Homicidios hablaron con él, dicen que está zumbado. Gloria le tiene cogido por la polla.

– No le conozco ni quiero conocerle -afirmó Harry-. Si McCormick menciona mi nombre, dile que estoy a punto de dejar la ciudad.

– Me han comentado que vuelves a llevar el negocio de las apuestas.

– Sólo hasta que acabe la Super Bowl.

– ¿Después, qué?

– No lo sé. Quizá pruebe otra vez en Italia, buscaré un lugar un poco más al sur. Veré qué hace Joyce, si sigue con el Llanero Solitario. Si quiere venir a Italia, perfecto. Si no quiere, pues nada.

– Eres un viejo encantador, ¿no es así? -dijo Torres.

Harry se encogió de hombros mientras comía su Jell-O.

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