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Pero no se había acabado.

Pasaron cuatro días. Grace se encontraba mejor. Volvió a casa esa primera tarde. Cora y Vickie se quedaron con ellos. También pasó Cram por su casa ese primer día, pero Grace le pidió que se marchara. Él asintió y obedeció.

Los medios enloquecieron, por supuesto. Sólo conocían retazos, pero el hecho de que el famoso Jimmy X hubiera vuelto a aparecer para ser asesinado bastó para sumirlos en un estado de auténtico delirio. Perlmutter apostó un coche patrulla frente a la casa de Grace. Emma y Max siguieron yendo a la escuela. Grace se pasaba casi todo el día en el hospital con Jack. Charlaine Swain le hizo mucha compañía.

Grace pensó en la foto que lo había desencadenado todo. Dedujo que uno de los cuatro miembros de Allaw había encontrado la manera de meterla en el paquete con las demás. ¿Por qué? Eso costaba más saberlo. Tal vez uno de ellos se dio cuenta de que los dieciocho fantasmas no descansarían nunca.

Pero estaba también la cuestión del momento en que sucedió. ¿Por qué entonces? ¿Por qué después de quince años?

Posibilidades había muchas. Pudo deberse a la puesta en libertad de Wade Larue, a la muerte de Gordon MacKenzie, a la cobertura del aniversario en los medios. Pero lo más probable, lo que tenía más sentido, era que el retorno de Jimmy X lo hubiera desencadenado todo.

¿Quién tenía realmente la culpa de lo sucedido aquella noche trágica? ¿Fue Jimmy por robar la canción? ¿Jack por atacarlo? ¿Gordon MacKenzie por disparar un arma en esas circunstancias? ¿Wade Larue por llevar un arma sin permiso, dejarse llevar por el pánico y disparar más veces en medio de una multitud frenética? Grace no lo sabía. Pequeñas ondas. Toda esa carnicería no se había iniciado a partir de una gran conspiración. Se había iniciado a partir de dos grupos de rock sin importancia que tocaban en un tugurio de Manchester.

Todavía quedaban lagunas, por supuesto. Muchas. Pero tendrían que esperar.

Hay cosas más importantes que la verdad.

En ese momento, en ese preciso momento, Grace miraba a Jack. Permanecía inmóvil en la cama del hospital. Su médico, un hombre llamado Stan Walker, estaba sentado a su lado. El doctor Walker cruzó las manos y habló con su tono de voz más solemne. Grace escuchó. Emma y Max esperaban en el pasillo. Querían estar allí. Grace no sabía qué hacer. ¿Qué se suponía que era lo correcto en una situación así?

Deseaba poder preguntárselo a Jack.

No quería preguntarle por qué le había mentido durante tanto tiempo. No quería una explicación de lo que él había hecho esa terrible noche. No quería preguntarle cómo la había encontrado en la playa ese día, si la había buscado intencionadamente, si se habían enamorado por eso. No quería preguntarle a Jack nada de eso.

Sólo quería hacerle una última pregunta: ¿Deseaba que sus hijos estuvieran junto a su lecho cuando muriese?

Al final, Grace los dejó quedarse. Los cuatro se reunieron en familia por última vez. Emma lloró. Max se quedó quieto, con la mirada fija en el suelo embaldosado. Y luego Grace, con un suave tirón en el corazón, sintió que Jack se iba para siempre.

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