Si los negocios y el comercio de la época dorada de Holanda evocan una imagen para la mayoría de nosotros, es la del comercio que vemos en los cuadros, que se consideraban objetos agradables a la vista más que obras de arte, o la tulipomanía, el loco mercado de tulipanes de la década de 1630, que recientemente hemos visto reproducirse en el efímero boom de los punto com. Sin embargo, me sentí atraído por los negocios de la época por su carácter innovador. Si bien sería un poco exagerado decir que el mundo de los negocios como lo conocemos vio la luz en los Países Bajos en el siglo xii, es justo proponer que el concepto moderno de negocios tuvo su origen en aquella época y lugar. Los holandeses desarrollaron nuevos métodos de comercio -las sociedades anónimas, mercados de productos, futuros, acciones y otras formas de comercio especulativo- principalmente porque tenían que hacerlo. Después de salir de una amarga y prolongada guerra de independencia contra España, los holandeses del siglo xvii se encontraron con que tenían pocas cosas de valor, como no fuera su intuición para los negocios y, con este impulso del comercio, transformaron su nación en una de las más poderosas de Europa.
También me sentí atraído hacia esta época por el inusual grado de tolerancia de los holandeses. A pesar de haber vencido a la España católica, ofrecieron a sus católicos un grado de libertad inusual en comparación con otros países protestantes. También los judíos descubrieron que las Provincias Unidas ofrecían una libertad impensable en el resto de Europa. Los judíos españoles y portugueses que se instalaron en Amsterdam se encontraron con que los hombres de negocios del país valoraban mucho sus conexiones internacionales.
Empecé esta novela con la idea de escribir sobre el intento de hacerse con el control de un producto cuando aparece en el mercado. Flirteé brevemente con la idea de escribir sobre el chocolate, en parte porque los documentos del siglo xvii sobre el chocolate son mucho más coloristas que los referentes al café, pero el café y los negocios van juntos de forma tan espontánea que el cambio fue inevitable. Como se sugiere en la novela, el café empezaba a conocerse en Europa hacia la mitad del siglo xvii. Hacia final de siglo, ya se habría establecido como una parte esencial de la vida cotidiana en casi todas las capitales importantes del continente.
Mis esfuerzos por recrear el mundo de los holandeses, los judíos de Holanda y el comercio del café me han exigido mucha investigación. En interés de un descubrimiento pleno, incluyo una lista de mis lecturas.