La fianza consistió en medio millón de dólares. El abogado de Brad Gordon satisfizo el pago. Brad sabía que el dinero lo había puesto su tío, pero así por lo menos lo habían dejado en libertad. Al salir de la sala de tribunal, el joven de aspecto raro que llevaba una cazadora de los Dodgers se le acercó y le dijo:
– Tenemos que hablar.
– ¿De qué?
– Le tendieron una trampa y yo sé exactamente qué ocurrió.
– ¿En serio?
– Sí. Tenemos que hablar.
El chico había reservado una sala en otra parte del juzgado. Brad y él se reunieron a solas. Cerró la puerta, conectó el ordenador portátil y le hizo una señal a Brad para indicarle que tomara asiento. Volvió el ordenador hacia Brad para que este pudiera ver la pantalla.
– Alguien accedió al registro de llamadas de su móvil.
– ¿Cómo lo sabe?
– Tenemos contactos en la compañía telefónica.
– ¿Y qué?
– Accedieron a sus llamadas mientras usted estaba fuera de la oficina.
– ¿Por qué?
– Tal como probablemente sabe, su móvil está equipado con tecnología GPS. Cada vez que efectúa una llamada, su situación física queda registrada. -El chico presionó una tecla-. Al dibujar un gráfico de sus posiciones de los últimos treinta días, hemos descubierto esto. -El mapa mostraba puntos de color rojo dispersos por toda la ciudad y unos cuantos agrupados en una parte de Westview. El chico amplió la imagen-. Es el campo de fútbol.
– ¿Quiere decir que saben que iba allí?
– Sí, los martes y los jueves. Lo descubrieron hace dos semanas.
– Y me tendieron una trampa -concluyó Brad.
– Es lo que trataba de explicarle, sí.
– ¿Qué se sabe de la chica?
– La estamos investigando. No es una adolescente cualquiera. Pensamos que es de nacionalidad filipina. Hemos visto imágenes de una cámara web en las que se masturba a cambio de dinero. De todas formas, lo que ahora importa es que en su versión hay inconsistencias. Si observa la grabación de las cámaras de seguridad del hotel -dijo, al tiempo que presionaba otra tecla-, verá que mientras espera el ascensor se vuelve de espaldas a la cámara, abre el bolso y se lleva la mano al rostro. Pensamos que se puso gotas u otro tipo de sustancia irritante en los ojos. Cuando unos instantes más tarde sube al ascensor, se la ve llorar. Pero hay una cosa que resulta chocante: si acababa de ser víctima de una violación y estaba tan afectada como para llorar en el ascensor, ¿cómo es que no se dirigió de inmediato a la recepción del hotel y lo denunció? ¿Por qué no lo hizo?
– ¡Aja! -exclamó Brad, entrecerrando los ojos.
– En lugar de eso, pasó de largo y se dirigió al coche. La cámara de seguridad del aparcamiento la muestra alejándose en su auto a las 5.17 minutos de la tarde. El trayecto del hotel al hospital puede durar, dependiendo del tráfico, entre once y diecisiete minutos. Ella, sin embargo, no llegó allí hasta las 6.05, es decir, cuarenta y cinco minutos más tarde. ¿Qué hizo durante ese tiempo?
– ¿Se hizo las heridas?
– No. Varios entendidos han estudiado las fotografías que tomaron en el hospital, además la enfermera que la examinó tiene mucha experiencia en traumatismos. Las imágenes son muy claras. Creemos que se encontró con un cómplice y él le hizo las heridas.
– ¿Se refiere a un tío?
– Sí.
– Entonces tendría que aparecer su ADN, ¿no?
– Llevaba condón.
– Así que al menos hay dos personas implicadas en esto.
– De hecho, creemos que son más -dijo el chico-. La trampa que le tendieron estaba muy bien planeada. ¿Quién cree que podría querer hacerle una cosa así?
Brad había pensado en ello mientras se encontraba entre rejas. Sabía que solo había una respuesta posible.
– Rick, mi jefe. Ha estado buscando la manera de echarme desde que llegué a la empresa.
– Y usted ha estado tratando de tirarse a su amiguita.
– Eh, no se equivoque. No he tratado de tirármela; me la he tirado.
– Pues se ha quedado sin empleo, y tendrán que pasar como mínimo nueve meses hasta que tenga lugar el juicio. Y si pierde, le caerán de diez a veinte años. No está mal.
El chico cerró el portátil y se puso en pie.
– ¿Y ahora qué?
– Investigaremos a la chica. Si encontramos antecedentes, un vídeo que corra por internet o algo así, tendremos argumentos para pedirle al fiscal del distrito que retire los cargos. Sin embargo, si la cosa va a juicio, no pinta nada bien.
– Maldito Rick.
– Sí, amigo, sí. Ya puede darle las gracias. -Se dirigió a la puerta-. Voy a recomendarle algo por su bien: manténgase alejado del campo de fútbol.
Extraído de la sección «News of the Week» de la revista Science:
El hombre de Neandertal: ¿demasiado cauto para sobrevivir?
Los científicos descubren un «gen de la extinción de la especie».
Un antropólogo ha conseguido aislar un gen presente en esqueletos de Neandertal que, según afirma, explica la desaparición de la subespecie. «La gente no suele reparar en que el Neandertal tenía un cerebro más grande que el más moderno hombre de Cromañón. Era también más fuerte y recio que este último y sabía fabricar herramientas excelentes. Sobrevivió a muchas eras glaciales antes de que el hombre de Cromañón apareciera. Siendo así, ¿por qué se extinguió el hombre de Neandertal?»
La respuesta, según el profesor Sheldon Harmon, de la Universidad de Wisconsin, es que el hombre de Neandertal poseía un gen que lo predisponía a resistirse a los cambios. «El hombre de Neandertal fue el primer ecologista. Creó un estilo de vida en armonía con la naturaleza. Limitó la caza y controló el uso de herramientas. Sin embargo, la misma escala de valores lo hizo extremadamente conservador y reacio a los cambios. Desaprobaba al recién llegado hombre de Cromañón, que pintaba las cavernas, elaboraba herramientas muy decoradas y guiaba a manadas enteras hacia los precipicios, lo que causaba la extinción de la especie. Hoy en día, las pinturas rupestres se consideran una auténtica maravilla. Sin embargo, al hombre de Neandertal le parecían simples pintadas, graffitis prehistóricos. Veían las elaboradas herramientas del hombre de Cromañón como un despilfarro, algo que solo servía para deteriorar el entorno. Desaprobaban las innovaciones y se aferraban a las viejas costumbres. Al cabo de poco tiempo, la especie desapareció.»
Con todo, Harmon insiste en que el hombre de Neandertal se cruzó con el moderno hombre de Cromañón. «Es incuestionable que lo hizo, puesto que hemos identificado ese mismo gen en seres humanos de hoy en día. El gen es una clara herencia del hombre de Neandertal y es el causante del comportamiento conservador o retrógrado. Muchas personas que hoy en día desean el regreso al glorioso pasado o, como mucho, que las cosas se mantengan tal y como están, deben esa tendencia al gen del hombre de Neandertal.» Harmon describe el gen como un modificador de los receptores de dopamina del giro cingulado posterior y del lóbulo frontal derecho. «No cabe ninguna duda de que actúa de ese modo», asegura.
La afirmación de Harmon ha provocado un aluvión de críticas por parte de sus colegas académicos. No había estallado una controversia semejante desde que E. O. Wilson publicó su tesis de sociobiología hace dos décadas. Según el genetista de la Universidad de Columbia Vartan Gorvald, Harmon ha mezclado la política en lo que debería ser una cuestión puramente científica.
«En absoluto -niega Harmon-. El gen está presente tanto en el hombre de Neandertal como en los seres humanos actuales. Su acción se ha confirmado mediante exploraciones de la actividad cerebral. La correlación entre el gen y el comportamiento retrógrado resulta irrefutable. No se trata de política, de ser de derechas o de izquierdas, se trata de una actitud de base que predispone a estar abierto al futuro o a temerlo, a ver el mundo como algo en vías de desarrollo o en decadencia. Hace mucho tiempo que se sabe que hay personas que se muestran a favor de la innovación y miran hacia el futuro de manera positiva mientras que hay otras a quienes el cambio asusta y que, por tanto, se oponen a la innovación. La línea divisoria tiene una base genética, y representa la presencia o ausencia del gen del hombre de Neandertal.»
La cuestión fue retomada por The New York Times al día siguiente:
El gen del hombre de Neandertal saca a relucir las prioridades medioambientales.
Miedo justificado al «avance desenfrenado de la tecnología».
STUTTGART, Alemania. El descubrimiento del gen de Neandertal que promueve la conservación del medio ambiente, realizado por el antropólogo Sheldon Harmon, «demuestra la necesidad de una sólida política medioambiental», según afirma la representante de Greenpeace Marsha Madsden. «El hecho de que el hombre de Neandertal perdiera la batalla por el medio ambiente debería ponernos a todos sobre aviso. Al igual que él, nosotros tampoco sobreviviremos a menos que tomemos medidas radicales desde ahora mismo a escala global.»
Y también por The Wall Street Journal:
La prudencia acabó con el hombre de Neandertal.
¿Resulta letal el «principio de precaución»?
Opóngase al mercado libre por su cuenta y riesgo Notas del Club for Growth.
STEVE WEINBERG.
Un antropólogo estadounidense ha concluido que el hombre de Neandertal desapareció a causa de su predisposición genética a mostrarse reacio al cambio. En otras palabras: «El hombre de Neandertal aplicaba el principio de precaución tan apreciado por los ambientalistas intolerantes y reaccionarios». Es el punto de vista de Jack Smythe del American Competitive Institute, un comité asesor de Washington. Smythe afirma que «la extinción del hombre de Neandertal debe servir de advertencia a todos aquellos que se oponen al progreso y nos llevan de vuelta a un modo de vida desagradable, cavernícola y retrógrado».