En la sala de vista 443 del Congreso, mientras esperaba el inicio de la reunión, el congresista Marvin Minkowski (demócrata por Wisconsin) se volvió hacia el congresista Henry Wexler (demócrata por California) y le dijo:
– ¿No deberíamos contar con una regulación más estricta para restringir el acceso a la tecnología del ADN recombinado?
– ¿Estás pensando en Sanger?
– Bueno, es el caso más reciente. ¿De dónde sacaría todo ese material? ¿Tienes alguna idea?
– De internet -contestó Wexler-. Puedes comprar equipos de recombinación a empresas de Nueva Jersey y Carolina del Norte. Cuestan unos doscientos dólares.
– Ya son ganas de meterse en líos, ¿no?
– Verás, mi mujer se encarga del jardín ¿y la tuya? -preguntó Wexler.
– Ahora que los niños han volado del nido se ha convertido en una fanática de las rosas.
– ¿Y está apuntada al club de jardinería y todo lo demás?
– Sí, por supuesto.
– Muchos jardineros que solían crear híbridos injertando esquejes en rizomas ahora utilizan equipos de ADN para ir un poco más allá -se explicó Wexler-. La gente modifica genéticamente y cultiva sus propias rosas en todo el mundo. Se supone que una empresa japonesa ha creado una rosa azul utilizando métodos de ingeniería genética. La rosa azul ha sido el sueño de todos los cultivadores desde hace siglos. Lo que quiero decir es que la tecnología está en todas partes, Marv. En las grandes compañías y en el patio de casa. En todas partes.
– ¿Y qué vamos a hacer al respecto? -preguntó Minkowski.
– Nada -contestó Wexler-. No pienso hacer nada que enfurezca ni a tu mujer ni a la mía. -Se cogió el mentón con la mano, un gesto pensativo que siempre quedaba bien ante la cámara-. Sin embargo, tal vez haya llegado el momento de pronunciar un discurso que exprese mi preocupación por los peligros que entraña el uso de la tecnología sin ningún control.
– Buena idea, creo yo haré lo mismo -se animó Minkowski.
AVANCES SOBRE LIPOSUCCIÓN.
La grasa de un presidente vendida por 18.000$.
Lo siguiente: los famosos donan su grasa a la beneficencia.
BBC NEWS. Un coleccionista privado ha adquirido una pastilla de jabón por 18.000 dólares hecha con la grasa obtenida en la liposucción a la que se sometió el presidente italiano Silvio Berlusconi. El jabón es una obra de arte titulada Maní Pulite («Manos limpias») del artista Gianni Motti, afincado en Suiza. Motti compró la grasa a una clínica de Lugano, donde le practicaron una liposucción a Berlusconi. Motti la moldeó en una pastilla de jabón que vendió en la feria de arte de Basilea a un coleccionista privado suizo que «ahora puede lavarse las manos con Berlusconi».
Los comentaristas apuntaron que la popularidad de Berlusconi vive sus horas bajas en Europa, io que pudiera haber reducido el valor de su grasa. En cambio, la de estrellas de cine podría alcanzar precios muchos más elevados. «Cualquier cosa sería posible con productos derivados de Brad Pin o Pamela Anderson», aseguraba uno de ellos.
¿Venderán alguna vez los famosos su grasa? «¿Por qué no? -se preguntaba un cirujano plástico de Beverly Hills-. Podría tratarse de un acto benéfico. Después de todo, en cualquier caso la liposucción van a acabar haciéndosela. En estos momentos nos limitamos a deshacernos de esa grasa, pero podría utilizarse para la ayuda de causas más elevadas.»
Corredor de lanchas motoras pierde el culo
Con el impulso de popa.
WIRED NEWS SERVICE. El acaudalado neozelandés Peter Bethune intentará batir un récord mundial en lancha motora impulsada por grasa de su propio trasero. Su trimarán ecológico de 24 metros de eslora, Earthroce, está impulsado únicamente por combustible biológico compuesto de aceite vegetal y otras grasas. De hecho, el trasero de Bethune solo hará una pequeña contribución al viaje alrededor del mundo ya que sus nalgas apenas aportaron un litro de combustible. Sin embargo, Bethune apuntó que seguía amoratado y aseguró que se trataba de un «sacrificio personal» para producir combustible.
Artista cocina y prueba su propia grasa corporal, Protesta contra el «despilfarro» de la sociedad occidental.
REUTERS. Al artista conceptual de Nueva York Ricardo Vega le practicaron una liposucción, tras la que cocinó su grasa y se la comió. Según Vega, su propósito consistía en llamar la atención sobre el despilfarro al que está abonada la sociedad occidental. También apartó varias porciones de su grasa para ponerlas a la venta, apuntando que esto permitiría a la gente probar la carne humana y experimentar el canibalismo. Vega no le puso precio a su grasa, pero un marchante de arte calculó que su valor sería considerablemente menor a la de Berlusconi. «Berlusconi es presidente de un país -comentó-, mientras que Vega es un desconocido. Además, ya se había hecho antes: el artista Marcos Evaristta había cocinado albóndigas con su grasa.»
Marcos Evaristta es un artista nacido en Chile, afincado en Dinamarca. No han podido confirmarse los rumores acerca de que Christie's de Nueva York pretende sacar a subasta sus albóndigas de grasa corporal ya que los representantes no atienden las llamadas.
La ambulancia se dirigió hacia el sur por la autopista a toda velocidad. Dolly iba al volante y hablaba con Vasco a través de sus nuevos auriculares Bluetooth. Vasco estaba enojado, pero Dolly no podía hacer nada al respecto. Él sólito había tomado el rumbo equivocado por segunda vez.
– Escucha, acabo de recibir los registros telefónicos de los últimos cinco años -lo informó Dolly-. Alex llama a unos tal Kendall, Henry y Lynn, que viven en esta zona. Él es bioquímico, pero no sabemos a qué se dedica ella. Sin embargo, Lynn y Alex son de la misma edad. Creemos que crecieron juntas.
– ¿Dónde viven esos Kendall? -preguntó Vasco.
– En La Jolla, está al norte de…
– Ya sé dónde está, cojones -la interrumpió Vasco.
– ¿Dónde te encuentras ahora? -preguntó Dolly.
– De vuelta de Elsinore. Estoy a una hora de La Jolla y esta puta carretera está llena de curvas. Maldita sea, sé que ha dormido por aquí cerca.
– ¿Cómo lo sabes?
– Lo sé y punto. Me lo dice mi olfato.
– Vale, bien, probablemente ahora esté de camino a La Jolla. Puede que incluso ya esté allí.
– ¿Dónde estás tú?
– A veinte minutos de la casa de los Kendall. ¿Quieres que los detenga?
– ¿Cómo está el matasanos? -preguntó Vasco.
– Sobrio.
– ¿Seguro?
– Lo bastante para hacer de médico -contestó Dolly-. Bebe café de un termo.
– ¿Le has echado un ojo a ese termo?
– Sí, por supuesto. Entonces… ¿los detenemos o te esperamos?
– Si ves a la chica, a Alex, ni te acerques, pero si ves al crío, échale el guante.
– Lo que tú digas.