Capítulo 51

Jackson entró en el coche y miró a su compañero. Sawyer estaba sentado en el asiento del conductor con las manos sobre el volante y la mirada perdida. Jackson miró la hora.

– Oye, Lee, ¿qué tal si vamos a comer? -Al ver que Sawyer no le respondía, añadió-: Invita la casa. No rechaces esta oferta. Podría no volver a repetirse en toda tu vida. -Jackson puso una mano sobre el hombro de su compañero y le dio un apretón amistoso.

Por fin, Sawyer le miró. Por un momento esbozó una sonrisa que desapareció casi en el acto.

– ¿Con que pretendes que te lleve a comer? Crees que esta vez la he jodido, ¿no es así, Raymond?

– Sólo me preocupo de que no estés delgaducho -replicó Jackson.

Sawyer soltó una carcajada y arrancó.

Jackson comía con apetito mientras Sawyer se limitaba a beber un trago de café de vez en cuando. El restaurante quedaba cerca de las oficinas centrales del FBI y la mayor parte de la concurrencia pertenecía a la institución. La pareja fue saludada por muchos colegas que comían un bocado antes de regresar a sus casas, o se preparaban para entrar de servicio.

– No estuvieron nada mal tus deducciones -comentó Jackson-, pero podrías haberte evitado la bronca a Liz. Ella sólo hace su trabajo.

– Puedes no cabrearte tanto si tu hijo llega tarde a casa o te ensucia el coche. Pero si alguien en el FBI quiere que lo mimen, entonces más le vale que se busque otro empleo -replicó Sawyer con una mirada feroz.

– Ya sabes a qué me refiero. Liz es muy buena en su trabajo.

La expresión de Sawyer se suavizó un poco.

– Lo sé, Ray. Le enviaré un ramo de flores. ¿Vale?

– ¿Cuál es nuestro próximo paso? -preguntó Jackson.

– No lo tengo muy claro. Ya he tenido otros casos que cambiaron en mitad de la investigación, pero ninguno como éste.

– No crees que Sidney Archer matara a esos tipos, ¿verdad?

– Aparte del hecho de que las pruebas físicas indican que no pudo hacerlo, no, no creo que lo hiciera.

– Pero nos mintió, Lee. Está la cinta. Estaba ayudando a su marido. Eso es algo que no puedes pasar por alto.

Sawyer volvió a sentirse culpable. Nunca antes le había ocultado información a un compañero. Miró a Jackson y entonces decidió contarle lo que le había dicho Sidney. Cinco minutos más tarde, Ray le miraba boquiabierto.

– Estaba asustada -dijo Sawyer, ansioso-. No sabía qué hacer. Estoy seguro de que quería contárnoslo desde el principio. Maldita sea, si supiéramos dónde está. Ahora mismo puede estar en peligro, Ray. -Sawyer descargó un puñetazo contra la palma de la mano-. Si acudiera a nosotros podríamos trabajar juntos. Resolveríamos el caso, lo sé.

Jackson se inclinó hacia delante con una expresión decidida.

– Escucha, Lee, hemos trabajado juntos en muchísimos casos, y siempre has mantenido las distancias. Veías las cosas tal cual eran.

– ¿Y crees que en este caso es diferente? -preguntó Sawyer con voz firme.

– Sé que es diferente. Has estado a favor de esta dama desde el principio. Y desde luego la has tratado de una manera muy distinta a como tratarías a cualquier sospechoso en un caso como éste. Ahora me sales con que te contó todo lo de la cinta y la conversación con el marido. Por si fuera poco, te lo callas. Coño, eso basta y sobra para que te expulsen del FBI.

– Si crees necesario dar parte, Ray, adelante. No te lo impediré.

– No soy quién para hundirte -gruñó Jackson-. Tú sólito lo estás haciendo bastante bien.

– Este caso no es diferente.

– ¡Y una mierda! -Jackson se inclinó todavía más sobre la mesa-. Lo sabes y eso es lo que te jode. Todas las pruebas señalan que Sidney Archer está implicada en unos crímenes muy graves, y sin embargo haces todo lo posible para buscarle una excusa. Lo hiciste con Frank Hardy, con Liz y ahora intentas hacerlo conmigo. No eres un político, Lee, eres un agente de la ley. Quizás ella no esté metida en todo, pero tampoco es un ángel. De eso no cabe la menor duda.

– ¿No estás de acuerdo con mis conclusiones sobre el triple homicidio?

– Al contrario, creo que tienes razón. Pero si esperas que crea que Archer es una niña inocente atrapada en una pesadilla kafkiana, entonces estás hablando con el agente equivocado. Tendría que ser muy burro para creer que Sidney Archer, por muy bonita e inteligente que sea, se salvará de pasar una buena parte del resto de su vida en la cárcel.

– ¿Así que eso es lo que crees? ¿Una tía bonita e inteligente que se cachondea de un agente veterano? -Jackson no respondió, pero la respuesta se reflejaba en su expresión-. ¿Un gilipollas viejo y divorciado que se la quiere tirar, Ray? Y no lo puedo hacer si es culpable. ¿Es eso lo que crees? -El tono de Sawyer comenzó a subir.

– ¿Por qué no me lo dices tú, Lee?

– Quizá tendré que tirarte por aquella ventana ahora mismo.

– Inténtalo si quieres -replicó Jackson.

– Cabrón, hijo de puta -dijo Sawyer con voz temblorosa.

Jackson tendió una mano y lo cogió por el hombro.

– Quiero que te aclares -gritó Jackson-. Si quieres acostarte con ella, cojonudo. ¡Espera a que se resuelva el caso y se demuestre que no es culpable!

– ¡Cómo te atreves! -gritó Sawyer a su vez mientras apartaba la mano de Jackson. Se levantó de un salto y cerró uno de sus enormes puños. Ya estaba a punto de descargar el golpe cuando se dio cuenta de lo que hacía. Algunos de los clientes contemplaban la escena asombrados. Los dos agentes se miraron fijamente hasta que por fin Sawyer, con la respiración agitada y los labios temblorosos, bajó el puño y volvió a sentarse.

Ninguno de los dos pronunció palabra durante varios minutos. Fue Sawyer el primero en romper el silencio.

– Mierda -exclamó con una expresión de vergüenza-, estaba seguro de que llegaría el momento en que lamentaría haber dejado de fumar. -Cerró los ojos y cuando los volvió a abrir, miró de frente a Jackson.

– Lee, lo siento. Sólo estaba preocupado… -Jackson se interrumpió bruscamente cuando Sawyer levantó la mano.

– Como ya sabes, Ray, llevo media vida en el FBI -comentó con voz suave y pausada-. Cuando comencé, era fácil distinguir entre buenos y malos. Por aquel entonces, los chicos no iban por ahí matando gente como si nada. Y tampoco había imperios de la droga moviendo miles de millones de dólares. Tienen revólveres, nosotros también. Pero muy pronto comenzarán a usar lanzamisiles como lo más normal.

»Mientras estoy en el supermercado intentando decidir qué compraré para la cena y buscar las cervezas en oferta, matan a unos veinte tipos únicamente porque alguien giró en la esquina equivocada, o una pandilla de chicos sin empleo se enfrenta en una batalla por quién vende drogas en una calle, con más armas que un batallón. Nosotros intentamos contenerlos pero nunca lo conseguimos del todo.

– Venga, Lee, siempre habrá una línea clara mientras haya delincuentes.

– La línea esa es como la capa de ozono, Ray. Cada día tiene más agujeros. Llevo años recorriendo esa línea. ¿Qué he conseguido? Estoy divorciado. Mis hijos creen que soy un pésimo padre porque persigo a terroristas, o a un psicópata que junta trofeos humanos, en lugar de ayudarles a soplar las velitas de la tarta de cumpleaños. ¿Sabes una cosa? Tienen razón. Soy un fracaso como padre. Sobre todo para Meggie. Trabajaba todo el día, nunca estaba en casa, y si aparecía por allí, estaba durmiendo o tan preocupado con algún caso que nunca escuchaba ni la mitad de lo que me decían. Ahora vivo solo en un desvencijado apartamento y ni siquiera veo la mayor parte del sueldo. Me duele el estómago como si hubiera comido clavos, y aunque estoy seguro de que sólo son imaginaciones mías, es verdad que todavía tengo varias balas metidas en el cuerpo. Para colmo, cada día me cuesta más dormir si no me tomo media docena de cervezas.

– Coño, Lee, eres una fiera en el trabajo. Todo el mundo te respeta. Te metes en una investigación y ves cosas que yo ni siquiera adivino. Resuelves los casos antes de que yo saque la libreta. En mi vida he conocido a nadie con tanto instinto.

– Me alegro, Ray, porque en realidad es lo único que me queda. Pero tampoco te subestimes. Te llevo veinte años de ventaja. ¿Sabes lo que es el instinto? Ver la misma cosa una y otra vez hasta que le coges el tranquillo. Ahora mismo estás muy por delante de lo que yo estaba con media docena de años en el servicio.

– Gracias por el cumplido, Lee.

– Y no te equivoques respecto a este pequeño desahogo. No siento lástima de mí mismo y, desde luego, no estoy buscando que nadie se apiade de mí. Yo soy el único responsable de mis decisiones. Si mi vida es un asco, es culpa mía y de nadie más.

Sawyer se levantó y fue hasta la barra, donde habló unos momentos con una camarera delgaducha y avejentada. Un momento después volvió a la mesa con las manos formando un cuenco del que salía una fina columna de humo. Se sentó mientras le mostraba el cigarrillo a su compañero. «Por los buenos tiempos.» Se echó hacia atrás en la silla y le dio una larga chupada al cigarrillo. Se rió casi para sus adentros mientras soltaba el humo.

– Me metí en este caso, Ray, convencido de que lo tenía resuelto desde el principio. Lieberman era el objetivo. Descubrimos cómo abatieron el avión. Teníamos muchos motivos, pero no tantos como para no poder investigarlos hasta dar con el hijo de puta responsable del atentado. Mierda, hasta encontramos al terrorista servido en bandeja aunque estuviera muerto. Las cosas no podían presentarse mejor. Entonces todo comienza a hundirse. Nos enteramos de que Jason Archer se las apaña para hacer un truco increíble y aparece vendiendo secretos en Seattle en lugar de estar en un agujero en Virginia. ¿Era ese el plan? Parecía lo más lógico.

»Pero resultó que el terrorista era un tipo que de alguna manera se coló por el sistema informático de la policía de Virginia. A mí me engañaron para que viajara a Nueva Orleans y algo ocurrió en la casa de Archer que todavía no he conseguido averiguar. Entonces, cuando menos lo esperaba, Lieberman aparece otra vez en la escena sobre todo porque el aparente suicidio de Steven Page ocurrido hace cinco años atrás no encaja en el rompecabezas excepto por el hecho de que a su hermano mayor, que quizá nos podría haber dicho muchas cosas, lo degollaron en un aparcamiento. Hablé con Charles Tiedman y quizá, sólo quizá, Lieberman era víctima de un chantaje. Si es verdad, ¿cuál es la conexión con Jason Archer? Tenemos dos casos diferentes que se vinculan por una coincidencia: ¿Lieberman coge un avión, el mismo que va a derribar alguien a quien ha pagado Archer? ¿O se trata de un solo caso? Si lo es, ¿dónde cono está la conexión? Porque si la hay, el menda no sabe cuál es.

Sawyer meneó la cabeza frustrado y dio otra chupada al cigarrillo. Soltó el humo hacia el techo mugriento y apoyó los codos en la mesa.

– Encima, otros dos tipos que al parecer querían saquear Tritón Global acaban en el otro barrio. Y el común denominador en todo este follón es Sidney Archer. -Sawyer se rascó la mejilla-. Sidney Archer. Respeto a esa mujer, pero quizá no tengo las cosas muy claras. Quizá tenías toda la razón al echarme la bronca. Pero te contaré un pequeño secreto.

– ¿Cuál es?

– Sidney Archer estaba en la limusina. Y el que mató a los tres tipos, la dejó marchar. Su pistola acabó en manos de la policía. -Sawyer empuñó un arma imaginaria y apuntó a varios lugares con el cigarrillo-. Huellas borrosas en las partes donde tendría que haberla sujetado si la hubiera disparado. Sólo hay huellas nítidas en el cañón. ¿A ti qué te parece?

– Sabemos que empuñó el arma -respondió Jackson en el acto, pero después comprendió la verdad-. Si la disparó algún otro, y el tipo llevaba guantes, las huellas de Archer aparecerían borrosas excepto en el cañón.

– Eso es. Además deja la cinta. Probablemente la utilizaron para chantajearla. Eso no te lo discuto. Ella sabía que la tenían, lo lógico es suponer que se la hicieron escuchar. ¿Crees que ella se la dejaría? Es una prueba suficiente para que la condenaran a cadena perpetua. Escucha lo que te digo, ella o cualquiera hubiese desarmado la limusina para hacerse con la cinta. No, la dejaron ir por una única razón.

– Para que la acusaran de los asesinatos -señaló Jackson. Bebió un trago de café y dejó la taza en la mesa.

– Y quizá para que nuestra atención no se desviara hacia otra cosa.

– Por eso pediste que hicieran la prueba de los residuos de pólvora.

– Necesitaba estar seguro de que ninguno de los muertos era el tirador. Quizá se habían peleado. Por las heridas, cualquiera diría que murieron en el acto, pero ¿quién puede estar seguro? Bien podría ser que el asesino fuera uno de ellos y después se suicidara. Aterrorizado por lo que ha hecho, decide volarse la cabeza. Entonces Sidney, dominada por el pánico, coge la pistola y la tira por la alcantarilla. Pero eso no ocurrió. Ninguno de ellos disparó el arma.

Permanecieron callados durante un buen rato. Una vez más, Sawyer fue el primero en hablar.

– Te contaré otro secreto, Ray. Pienso resolver este caso aunque me cueste otros veinticinco años más de caminar por la línea. Y cuando llegue ese día, descubrirás algo muy interesante.

– ¿Como qué?

– Que Sidney Archer no tiene ni puñetera idea de lo que está pasando. Ha perdido el marido, el trabajo y es probable que la acusen de triple asesinato y una infinidad de delitos más. En este momento está asustada y huye para salvar el pellejo, sin saber en quién creer o confiar. Sidney Archer es de hecho algo que, mirando las pruebas de una manera superficial, no podría ser.

– Según tú, ¿qué es?

– Inocente.

– ¿Lo crees de verdad?

– No, lo sé. Ojalá supiera algo más.

– ¿Qué quieres saber?

Sawyer aplastó la colilla en el cenicero al tiempo que exhalaba la última bocanada de humo.

– Quién mató a los tres tipos. -Sawyer pensó mientras hablaba: «Sidney Archer quizá lo sepa. Pero ¿dónde coño está?».

Jackson apoyó una mano sobre el hombro de Sawyer cuando salían.

– Quiero que sepas una cosa, Lee. Mientras estés dispuesto a caminar por la línea, iré contigo.

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