Es una pregunta horrible, pero ¿de dónde sacó la idea para El libro de las cosas perdidas?
Pues le voy a dar una respuesta horrible, porque no lo sé. He intentado analizar algunos de los elementos que influyeron en su creación para la página web del libro, ‹www.thebookoflostthings.com›, pero, en realidad, no sirven para explicar por qué surgió. Quería escribir sobre la infancia y el dolor, sobre la transición de la infancia a la edad adulta, pero supongo que sabía que acabaría utilizando mi propia niñez para gran parte de la novela, y mis años infantiles estuvieron llenos de libros e historias. Ahora, cuando pienso en ello, me doy cuenta de que hurgué mucho en mi pasado y en mis miedos, tanto de niño como de adulto. Me sorprende comprobar lo que salió, y no puedo evitar sentir que el libro da forma a una buena cantidad de material que estaba dándome vueltas por el subconsciente. Sólo espero que los demás puedan reconocerse también en la historia. Creo que lo harán. Al fin y al cabo, sé que todos esos cuentos elementales que sostienen el libro han sobrevivido por una razón, y, si tuvieron ese impacto en mí, habrán tenido un impacto similar en otras personas.
Ha dejado muy claro que no lo considera un libro para niños, aunque es un libro que probablemente les guste. ¿Nos lo puede explicar un poco?
Creo que es un libro sobre la infancia, o, para ser más exactos, sobre el periodo o momento en que un niño se da cuenta de la realidad del mundo en el que vive: que es difícil, que no le debe nada a las almas que lo habitan, que es probable que les guarde cierta cantidad de dolor y pérdida, y que, al final, los seres humanos están indefensos ante la fuerza de la mortalidad. En ese momento, algo se pierde. No quiero llamarlo inocencia, porque me cuesta recordar que alguna vez fuera inocente, incluso de pequeño. Los niños saben desde el principio, hasta cierto punto, que son vulnerables, aunque sea un conocimiento escondido en un lugar profundo de su interior, y creo que eso es lo que explotan los grandes cuentos populares y de hadas. Sin embargo, también son historias muy positivas, ya que su mensaje final es que estos desafíos pueden y deben superarse como parte de la transición a la edad adulta.
Así que lleva razón: un niño mayor podría leer el libro (y un par de ellos lo han hecho y lo han disfrutado), pero creo que lo leería de una forma diferente a un adulto, y ésa ha sido mi experiencia hasta ahora con la acogida de la novela: los adultos han sido más conscientes del tema de la pérdida en el libro, y su capítulo final significará más para ellos que para los niños, creo. De hecho, me han sorprendido mucho algunas de las interpretaciones que los lectores han sacado. Algunos elementos son deliberadamente ambiguos, así que no es algo que me coja por sorpresa, pero supongo que lo que más me ha gustado es que los adultos han aplicado sus propias experiencias al libro, y eso ha afectado a la forma en que lo leen y comprenden.
¿Cuánto tiene de autobiográfico?
Bueno, yo no me retiré por completo a mi propio mundo, pero sí que utilicé los libros como una vía de escape y después, gradualmente, para entender el mundo, y esto último es algo que sigo haciendo. Algunas características de la personalidad de David son similares a las mías de pequeño: el amor por los libros, por supuesto, pero también parte de los miedos sobre mis padres y su mortalidad, algo que me parece común a muchos niños. La descripción del encuentro de David con el psiquiatra la he sacado casi por completo de mis recuerdos. Mis padres me llevaron a uno cuando tenía doce o trece años, y no resultó ser una experiencia demasiado satisfactoria para ninguna de las partes afectadas. Puedo recordar claramente su frustración cuando yo dibujaba con esmero lo que él me pedía. Al final concluyó que me preocupaba demasiado, lo que tampoco fue una gran ayuda. Es como ir al médico y que te diga que no estás bien. Obviamente, no habría ido a la consulta de un psiquiatra si no me preocupase algo.
El trastorno obsesivo compulsivo de David es algo que yo sufrí durante un tiempo, aunque no se convirtió en algo crónico. Creo que era producto del miedo que sentía por la seguridad de mi familia, y de la necesidad de pensar que podía ejercer algún control sobre el mundo que habitaban. Se me pasó al cabo de unos años, al madurar, pero sigo creyendo que, en cierto modo, no era una reacción anormal al mundo adulto.
En el libro se nota una clara fascinación por los cuentos populares y de hadas. ¿Por qué?
Porque son muy elementales, supongo. Siempre me ha interesado algo que los Hermanos Grimm escribieron en la introducción de una de sus colecciones. Decían que todas las sociedades y todas las épocas producen sus versiones de los mismos cuentos. Creo que vi algunas similitudes entre los cuentos de toda la vida y ciertos elementos de la literatura de misterio y fantasía, y por eso también aparecieron en mis primeros libros. En El libro de las cosas perdidas, los cuentos se convierten en los ladrillos con los que se construye el mundo al que David se retira después de la muerte de su madre. Son las primeras historias, la esencia de los cuentos posteriores, así que vuelve a ellos y, a lo largo del libro, aprende mucho de las versiones que él mismo compone en su imaginación.
Supongo que El libro de las cosas perdidas se describirá en algunos círculos como un nuevo rumbo después de sus novelas negras e historias sobrenaturales, por las que es más conocido. ¿Está de acuerdo?
No del todo. Creo que es una nueva forma de acercarme a algunos de los temas que siempre me han interesado, sobre todo el de la superación del dolor y la pérdida, y el de la fascinación por la manera en que los niños contienen las semillas de los adultos en los que se convertirán y cómo un trauma infantil puede afectar al adulto más adelante. Es algo que queda claro desde la dedicatoria del libro: «Porque en cada adulto mora el niño que fue, y en cada niño espera el adulto que será».
El interés por los cuentos populares y de hadas ya aparecía en los primeros libros; aquí, sencillamente, se hace explícito. Todo lo que muere utiliza imágenes de robo de niños y una bruja malvada en conexión con la asesina, Adelaide Modine, y gran parte de El poder de las tinieblas se basa en los tropos y convenciones de los cuentos de hadas: los árboles oscuros, el niño escondido, el ogro en el bosque. De la misma forma, algunas de las historias de Nocturnes podrían haber aparecido en El libro de las cosas perdidas, sobre todo «The Erlking» o «The New Daughter».
En cuanto a la estructura, el libro también recuerda a los anteriores. Desde el principio he utilizado historias contadas dentro de otras historias para hacer avanzar la acción o para proporcionar a los lectores información sobre el pasado de los personajes. En El libro de las cosas perdidas, las historias tienen una función más sutil: aunque da la impresión de que se las cuentan a David, es David el que las elige y el que se las cuenta a sí mismo, reconociendo instintivamente en ellas una lección sobre cómo superar las dificultades emocionales con las que se encuentra.
Este libro, desde el principio, aboga por el acto de leer como una forma de enfrentarse a las realidades de la existencia.
Bueno, David crea un mundo con los libros y los cuentos que ha leído. Encuentra la forma de exteriorizar sus miedos y demonios a través de las historias, y, de ese modo, consigue enfrentarse a ellos.
Creo que la lectura hace que el lector demuestre una sensibilidad hacia el mundo exterior que a veces le falta a la gente que no lee. Sé que puede parecer contradictorio, porque, al fin y al cabo, leer es un acto tan solitario que parece representar un aislamiento del día a día, pero la lectura, sobre todo si se trata de ficción, nos anima a ver el mundo desde perspectivas nuevas y complejas. Siempre he considerado que la ficción actúa como prisma, que se lleva la realidad de nuestra existencia y la divide en las partes que la componen, lo que nos permite verlas de una manera completamente distinta. Nos permite habitar la conciencia de otro, y eso es la antesala de la empatía, que, para mí, supone uno de los rasgos que definen a las buenas personas.
¿Crees que regresarás al mundo de este libro?
No lo sé. En cierto modo, estos cuentos tienen tantos aspectos por explorar que no he hecho más que arañar la superficie, pero quizás haya otras formas de examinarlos y llegar a comprenderlos. En El libro de las cosas perdidas hay una especie de unidad perfecta: comienza como debería comenzar y termina exactamente como debería, al menos para mí. Creo que estas viejas historias siempre influirán en mí, pero, por ahora, puede valerse por sí mismo. He escrito el mejor libro que podía, siendo la persona y el escritor que soy. Estoy satisfecho con mi trabajo.
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