Centauros

«-Estaba pensando en lo que dijiste anoche -empezó a decir David, con cautela-, eso de que todos los niños sueñan con ser animales.

»-¿Y no es cierto?

»-Creo que sí, yo siempre he querido ser un caballo.

»-¿Por qué un caballo? -preguntó la cazadora, interesada.

»-En los cuentos que leía de pequeño descubrí a una criatura que se llamaba centauro. Era mitad caballo, mitad hombre. En vez de tener cuello de caballo, tenía el torso de un hombre, así que podía llevar un arco en las manos. Era bello y fuerte, y resultaba ser el cazador perfecto, porque combinaba toda la fuerza y la velocidad de un caballo con la habilidad y la astucia de un hombre. Ayer eras muy veloz sobre tu caballo, pero no formabais un conjunto perfecto. Es decir, el animal a veces tropieza o se mueve de una forma que no esperabas, ¿verdad? Mi padre solía montar a caballo de joven, y me dijo que incluso el mejor de los jinetes puede caerse de la silla. Si yo fuera un centauro podría tener lo mejor de un caballo y de un hombre, todo en uno, y, si cazara, no se me escaparía nada…»

De El libro de las cosas perdidas, capítulo XVII


Sobre los centauros


Lo más interesante sobre el mito de los centauros es su propia imprecisión, tal y como se pone de manifiesto en el corto apartado de Los mitos griegos de Graves que incluyo a continuación. Sin embargo, creo que David no se equivoca al encontrar algo fascinante en la combinación de hombre y animal representada por el centauro, y es posible, dado el trasfondo sexual de ese apartado del libro, que la atracción de la cazadora por dicha criatura sea algo más complejo que el simple deseo de cazar con mayor eficiencia.


Orígenes


«Los caballos eran sagrados para la luna, y los bailes sobre caballos de madera para hacer llover pueden haber dado lugar a la leyenda de que los centauros eran mitad caballos, mitad hombres. La primera representación griega de los centauros (dos hombres unidos por la cintura a cuerpos de caballos) se encuentra en la gema micénica del Templo de Hera, en Argos; están frente a frente, bailando. Una pareja similar aparece en el sello de una cama de Creta; pero, como no había ningún culto a los caballos nativo de Creta, resulta evidente que el motivo se importó del continente. En el arte arcaico, los sátiros también se representan como hombres sobre caballos de madera, pero después se convierten en cabras. El centauro sería un héroe oracular con cola de serpiente, por lo que la historia del apareamiento de Bóreas con las yeguas está ligada a él.»

De Los mitos griegos, de Robert Graves


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