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Después del telediario de la mañana, Bianca estaba encantada con el número de e-mails que había recibido. Tenía que seguir así, pensó, hasta que sus contactos pudieran darle más información sobre lo que estaba pasando en el barco, tenía que encontrar la manera de mantener la historia en el candelero. De lo contrario sabía que, aunque saliera a la superficie algo inusitado en un par de días, la gente ya habría perdido interés.

Su audiencia estaba votando sobre quién sería el fantasma.

La mayoría pensaba que era Mac. Hasta que un correo la dejó sin aliento:


Querida Bianca:


Cuando MacDuffie murió hace unos años, mi madre y yo fuimos a la venta de sus propiedades. Habían acudido todos los tratantes de antigüedades a rebuscar entre los objetos, que eran en su mayor parte un montón de basura. Pero mi madre y yo no podemos resistimos a una ganga, y compramos unos cuantos muebles y varias cajas de papeles y revistas. Pues bien, lo que encontramos fue el diario que llevó MacDuffie sus últimos años en el barco. No se lo va a creer, pero escribió que su padre había dilapidado gran parte de la fortuna familiar comprando un famoso joyero que había sido robado de un museo. Sostenía que había sido un regalo de Marco Antonio a Cleopatra, y que no tenía precio. ¡Es increíble! ¿Qué habría fumado?

Mac contaba que no pudo vender el joyero porque destruiría la reputación de la familia, y de todas formas el museo lo reclamaría. Le transcribo una cita: «Así que sentado en mi yate pienso en el momento, hace cinco mil años, en que un apuesto romano se lo entregaba a una joven reina». ¡Sí, ya! ¡Y mi madre y yo somos las hermanas Gabor!

De todas formas pensé que le interesaría. Yo voto porque es Mac quien tiene encantado el barco, y tal vez Cleopatra también esté a bordo. A propósito, mi madre y yo comprobamos la lista de objetos a la venta y no aparecía ningún joyero perteneciente a Cleopatra.


Su admiradora,

KIMMIE KEATING


¡Perfecto!, se dijo Bianca, releyendo encantada el e-mail.

Si había una historia más cautivadora que la de un fantasma, era la de un tesoro perdido.

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