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Una de las pocas personas que no habían asistido a la ceremonia era Bosley P. Brevers, que estaba deprimido porque su conferencia parecía haber sido un fracaso. Precisamente las personas a las que esperaba impresionar (la famosa escritora de suspense y su marido, junto con la hija de ambos, detective privado, y el yerno, ese tan importante de la policía de Nueva York) habían salido en bloque. Es cierto que procuraron ser discretos, pero verles marchar fue de lo más desconcertante.

Por otro lado era evidente que las dos mujeres de su grupo de Lectores y Escritores, Maggie e Ivy, no podían soportar que él recibiera ninguna atención, puesto que fueron las primeras en marcharse.

Había sido muy mezquino por su parte.

Brevers se retiró a su camarote, pidió un bocadillo al servicio de habitaciones y se puso a repasar sus notas para ver cómo podía hacer más interesante la segunda parte de su conferencia. Acababa de dejar el bolígrafo cuando oyó un helicóptero aproximarse al barco. Salió a la terraza a verlo, pero enseguida perdió el interés y volvió dentro a poner la televisión. Quería ver si había alguna noticia de la búsqueda del sobrino de Louie Gancho Izquierdo, Tony Pinto. Si la policía lo detenía, sería algo emocionante que añadir a su conferencia programada para la mañana del día siguiente. Mientras iba mirando los distintos canales, oía la lejana música del «Amazing Grace». Obviamente ya había empezado la ceremonia del comodoro.


De pronto apareció en pantalla una joven y guapa presentadora.

– ¡Últimas noticias! -anunció muy emocionada-. Les hemos estado hablando estos días del crucero de Santa Claus en el Royal Mermaid, un barco que fue propiedad del fallecido Angus Mac MacDuffie. Se ha verificado que hace años el padre de MacDuffie compró una valiosa antigüedad sabiendo que había sido robada de un museo de Boston. Se trata de un antiguo joyero de plata que perteneció a Cleopatra, de incalculable valor. Así es, amigos. ¡Cleopatra! Esta mañana he estado con unas personas que compraron muebles y documentos de la subasta realizada a la muerte de Angus MacDuffie. En un escritorio descubrieron un diario que revelaba lo que MacDuffie sabía sobre este objeto. Hoy hemos repasado minuciosamente cientos de polvorientas revistas y cartas, y encontramos una nota que MacDuffie escribió a su madre en la que le declaraba haber escondido el joyero robado en un cajón secreto que había construido en la suite de su yate, para que la evidencia del delito de su padre muriera con él. Tal vez el comodoro Weed quiera organizar una caza del tesoro…

Una réplica del joyero apareció en pantalla.

A Brevers se le salieron los ojos de las órbitas. El día anterior había sido de los primero en llegar al barco y acudió a la suite del comodoro para entregarle un libro firmado. Weed le invitó al salón, donde mantuvieron una breve charla. Brevers se fijó en el exquisito cofre de plata que había en la vitrina, y el comodoro le explicó que contenía las cenizas de su madre.

¿Podría ser?, se preguntó Brevers, con la cabeza a mil por hora. Esa misma mañana había oído que el comodoro pensaba echar las cenizas de su madre al mar metidas en una caja. ¿Podría tratarse del valioso objeto que acababa de ver en televisión? La caja de plata del comodoro ciertamente se parecía mucho.

Brevers salió corriendo, descalzo y todo, y atravesó el pasillo desierto desesperado por impedir que el joyero de Cleopatra desapareciera en el fondo del mar.

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