Quiero expresar mi cordial agradecimiento a mi «familia» argentina, que me acogió en su mundo. Compartieron conmigo su hogar y su país, y me hicieron amar a ambos. Sin ellos, este libro nunca podría haberse escrito.
Quiero también agradecer a mi amiga Katie Rock, a mi agente Jo Frank, y a Kirsty Fowkes, mi editora, por sus valiosos consejos y apoyo, y a mi madre por sus recuerdos.