CAPÍTULO 36

KITTO ME RECORDÓ QUE SU LENGUA NO ESTABA UNIDA A LA misma musculatura que el resto de mis amantes tenían en la boca y la garganta. Me recordó que su lengua era más larga y más fina, que tenía una punta parcialmente prensil y bifurcada. Esto significaba que podía hacer cosas con su lengua que no serían posibles para alguien que no tuviera un equipamiento superior al de un humano.

Lamió, tocó, y chupó hasta que grité su nombre hacia el techo, y luego presionó con su boca otra vez y usó su lengua haciendo una serie de rápidos movimientos que sólo parecían funcionar después de haberme corrido al menos ya una vez, pero Kitto quería que esto ocurriera una segunda vez. Introduje los dedos en su pelo, sintiendo sus sedosos rizos y le clavé las uñas ligeramente en el cuero cabelludo. Ese pequeño dolor pareció animarle para elevarme a nuevas alturas, llevándome a un tercer orgasmo.

Mis ojos se quedaron en blanco de forma que parecía ciega, mis manos cayeron laxas a mis costados mientras mi cuerpo seguía temblando gracias al trabajo de su talentosa boca. Sentí moverse la cama, sentí su cuerpo extenderse sobre mis muslos abiertos. Traté de abrir los ojos para verle entrar en mí, pero no conseguía que mi cuerpo respondiera lo bastante para poder hacerlo. Él se había excedido esta noche.

Pero la sensación de él entrando en mí mientras yo estaba mojada, tan excitada , aumentó el placer haciendo que me retorciera bajo su cuerpo. No pude menos que moverme cuando él se empujó dentro de mí. Kitto sabía que no era tan grande como algunos de los hombres que frecuentaban mi cama, pero sus preliminares lo compensaban, y de ninguna de las maneras era pequeño. Empujó toda su gruesa y henchida dureza dentro de mí, sólo unos pocos centímetros cada vez, hasta que dejé escapar unos pequeños ruidos de impaciencia antes de que se sepultara dentro de mí todo lo que su cuerpo y el mío permitían. Entonces comenzó a salir de mi cuerpo, despacio, deliberadamente controlado.

Mi cuerpo no quería todo ese control, o esa lentitud. Comencé a mover las caderas bajo su cuerpo para poder acoger su longitud y tomar todo de él, de forma que todo su control quedara desbaratado por mi impaciencia.

Él dejó oír un sonido bajo en su garganta, casi un grito, y luego abandonó la idea de ser lento y cuidadoso. Comenzó a moverse al ritmo que yo le había impuesto, y comenzamos a bailar juntos, su cuerpo en el mío, mi cuerpo envolviéndole, hasta que bailamos en la cama el mas íntimo de los bailes.

Él era lo bastante pequeño para poder acostarse sobre mí y que todavía pudiéramos seguir mirándonos a los ojos. No estaba atrapada bajo él; todavía podíamos movernos, y retorcernos el uno contra el otro. Sentí como ese pesado y dulce placer comenzaba a construirse entre mis piernas, y mis dedos encontraron su espalda. Mi respiración se aceleró y tuve que luchar por mantener el ritmo al que se movían mis caderas para encontrarse con su cuerpo. Entre un golpe, una caricia, y otro golpe, toda esa dulce presión estalló, y grité mi placer, arqueando el cuello y clavándole las uñas en la espalda, dibujando mi orgasmo en su piel, y mientras mis caderas salían a su encuentro, noté en medio de todo aquel placer que su cuerpo perdía el ritmo. Él luchó por mantenerlo, intentando obligarme a llegar a otro orgasmo, pero le apreté con fuerza dentro de mí, y esa fue su perdición. Su cuerpo presionó contra el mío en un profundo y último empuje que me llevó a la locura, a clavarle las uñas con más fuerza como si él fuera la última cosa sólida en este mundo, y todo lo demás hubiera desaparecido en el palpitar de nuestros cuerpos, en el éxtasis de él dentro de mí, y en mi cuerpo envolviéndole a él.

Él cayó desfallecido encima de mí, su cabeza acunada en la curva de mi hombro. Me quedé acostada boca arriba, sintiendo su latido aporreando contra mi pecho al tiempo que luchaba por respirar. Tuve que tragar dos veces antes de poder susurrar…

– Tendrán que esperar un poco para la cena.

Él asintió sin hablar, y luego, mientras tomaba un profundo aliento que le hizo estremecer, dijo…

– Totalmente de acuerdo.

Sólo pude asentir con la cabeza, al tiempo que dejaba de luchar por conseguir el aire suficiente para hablar y respirar al mismo tiempo.

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