Harry Bosch – #09
Las cosas del corazón no tienen fin.
Una mujer me lo dijo una vez. Me contó que era de un poema que le gustaba. Para ella significaba que si guardas algo en el corazón, si de verdad lo llevas dentro de esos pliegues rojos y aterciopelados, estará siempre presente. Estará siempre esperando, no importa lo que suceda. Uno podía guardar allí una persona, un lugar, un sueño. Una misión. Algo sagrado. Ella me contó que todo estaba relacionado con esos pliegues secretos. Siempre. Todo forma parte de lo mismo y siempre estará allí, latiendo al mismo ritmo que tu corazón.
Tengo cincuenta y dos años, y yo también lo creo. Por las noches, cuando no logro conciliar el sueño, es cuando no me cabe duda. Es cuando todos los caminos parecen unirse y veo a la gente que he amado y a la que he odiado, a las personas a las que he ayudado y a aquellas a las que he herido. Veo las manos que se estiran hacia mí. Oigo el latido y comprendo lo que debo hacer, lo veo. Conozco mi misión y sé que no hay vuelta atrás y que no puedo apartarme de ella. Y es en esos momentos cuando sé que las cosas del corazón no tienen fin.