Soneto XXXIV

Eres hija del mar y prima del orégano,

nadadora, tu cuerpo es de agua pura,

cocinera, tu sangre es tierra viva

y tus costumbres son floridas y terrestres.

Al agua van tus ojos y levantan las olas,

a la tierra tus manos y saltan las semillas,

en agua y tierra tienes propiedades profundas

que en ti se juntan como las leyes de la greda.

Náyade, corta tu cuerpo la turquesa

y luego resurrecto florece en la cocina

de tal modo que asumes cuanto existe

y al fin duermes rodeada por mis brazos que apartan

de la sormbra sombría, para que tú descanses,

legumbres, algas, hierbas: la espuma de tus sueños.

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