Soneto XLIX

Es hoy: todo el ayer se fue cayendo

entre dedos de luz y ojos de sueño,

mañana llegará con pasos verdes:

nadie detiene el río de la aurora.

Nadie detiene el río de tus manos,

los ojos de tu sueño, bienamada,

eres temblor del tiempo que transcurre

entre luz vertical y sol sombrío,

y el cielo cierra sobre ti sus alas

llevándote y trayéndote a mis brazos

con puntual, misteriosa cortesía:

Por eso canto al día y a la luna,

al mar, al tiempo, a todos los planetas,

a tu voz diurna y a tu piel nocturna.

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