Soneto LV

Espinas, vidrios rotos, enfermedades, llanto

asedian día y noche la miel de los felices

y no sirve la torre, ni el viaje, ni los muros:

la desdicha atraviesa la paz de los dormidos,

el dolor sube y baja y acerca sus cucharas

y no hay hombre sin este movimiento,

no hay natalicio, no hay techo ni cercado:

hay que tomar en cuenta este atributo.

Y en el amor no valen tampoco ojos cerrados,

profundos lechos lejos del pestilente herido,

o del que paso a paso conquista su bandera.

Porque la vida pega como cólera o río

y abre un túnel sangriento por donde nos vigilan

los ojos de una inmensa familia de dolores.

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