Soneto XXXVI

Corazón mío, reina del apio y de la artesa:

pequeña leoparda del hilo y la cebolla:

me gusta ver brillar tu imperio diminuto,

las armas de la cera, del vino, del aceite,

del ajo, de la tierra por tus manos abierta

de la sustancia azul encendida en tus manos,

de la transmigración del sueño a la ensalada,

del reptil enrollado en la manguera.

Tú con tu podadora levantando el perfume,

tú, con la dirección del jabón en la espuma,

tú, subiendo mis locas escalas y escaleras,

tú, manejando el síntoma de mi caligrafía

y encontrando en la arena del cuaderno

las letras extraviadas que buscaban tu boca.

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