Soneto LXXVII

Hoy es hoy con el peso de todo el tiempo ido,

con las alas de todo lo que será mañana,

hoy es el Sur del mar, la vieja edad del agua

y la composición de un nuevo día.

A tu boca elevada a la luz o a la luna

se agregaron los pétalos de un día consumido,

y ayer viene trotando por su calle sombría

para que recordemos su rostro que se ha muerto.

Hoy, ayer y mañana se comen caminando,

consumimos un día como una vaca ardiente,

nuestro ganado espera con sus días contados,

pero en tu corazón el tiempo echó su harina,

mi amor construyó un horno con barro de Temuco:

tú eres el pan de cada día para mi alma.

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