Soneto XCV

Quiénes se amaron como nosotros? Busquemos

las antiguas cenizas del corazón quemado

y allí que caigan uno por uno nuestros besos

hasta que resucite la flor deshabitada.

Amemos el amor que consumió su fruto

y descendió a la tierra con rostro y poderío:

tú y yo somos la luz que continúa,

su inquebrantable espiga delicada.

Al amor sepultado por tanto tiempo frío,

por nieve y primavera, por olvido y otoño,

acerquemos la luz de una nueva manzana,

de la frescura abierta por una nueva herida,

como el amor antiguo que camina en silencio

por una eternidad de bocas enterradas.

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