Soneto XLI

Desdichas del mes de Enero cuando el indiferente

mediodía establece su ecuación en el cielo,

un oro duro como el vino de una copa colmada

llena la tierra hasta sus límites azules.

Desdichas de este tiempo parecidas a uvas

pequeñas que agruparon verde amargo,

confusas, escondidas lágrimas de los días

hasta que la intemperie publicó sus racimos.

Sí, gérmenes, dolores, todo lo que palpita

aterrado, a la luz crepitante de Enero,

madurará, arderá como ardieron los frutos.

Divididos serán los pesares: el alma

dará un golpe de viento, y la morada

quedará limpia con el pan fresco en la mesa.

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