Soneto LXIX

Tal vez no ser es ser sin que tú seas,

sin que vayas cortando el mediodía

como una flor azul, sin que camines

más tarde por la niebla y los ladrillos,

sin esa luz que llevas en la mano

que tal vez otros no verán dorada,

que tal vez nadie supo que crecía

como el origen rojo de la rosa,

sin que seas, en fin, sin que vinieras

brusca, incitante, a conocer mi vida,

ráfaga de rosal, trigo del viento,

y desde entonces soy porque tú eres,

y desde entonces eres, soy y somos,

y por amor seré, serás, seremos.

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