Soneto LII

Cantas y a sol y a cielo con tu canto

tu voz desgrana el cereal del día,

hablan los pinos con su lengua verde:

trinan todas las aves del invierno.

El mar llena sus sótanos de pasos,

de campanas, cadenas y gemidos,

tintinean metales y utensilios,

suenan las ruedas de la caravana.

Pero sólo tu voz escucho y sube

tu voz con vuelo y precisión de flecha,

baja tu voz con gravedad de lluvia,

tu voz esparce altísimas espadas,

vuelve tu voz cargada de violetas

y luego me acompaña por el cielo.

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