Soneto XC

Pensé morir, sentí de cerca el frío,

y de cuanto viví sólo a ti te dejaba:

tu boca eran mi día y mi noche terrestres

y tu piel la república fundada por mis besos.

En ese instante se terminaron los libros,

la amistad, los tesoros sin tregua acumulados,

la casa transparente que tú y yo construimos:

todo dejó de ser, menos tus ojos.

Porque el amor, mientras la vida nos acosa,

es simplemente una ola alta sobre las olas,

pero ay cuando la muerte viene a tocar a la puerta

hay sólo tu mirada para tanto vacío,

sólo tu claridad para no seguir siendo,

sólo tu amor para cerrar la sombra.

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