Se ha cambiado el nombre de algunas personas para hacerlas personajes, y de algunos lugares para hacerlos los escenarios que nunca habitaron.
Algunos se merecen preservar su intimidad, otros están condenados a ello.
Las situaciones, para bien o para mal, son todas reales en la escenografía de este baile de máscaras.
Los amados conservan el nombre, los amantes conservan la piel.