DIVERSIONES

Desde que Clay lo había dejado, el hombre había recorrido un buen trecho. Había corrido al menos tres kilómetros, todos en el mismo radio de medio kilómetro, dando vueltas y zigzagueando sin parar. Algunas personas no tienen ningún sentido de orientación. Trágico, la verdad.

Clay lo había conducido a un área pantanosa donde ninguno de los visitantes de la villa tenía razón de aventurarse y de ese modo, ninguno de ellos podría seguir sus pasos. A medida que nos acercábamos, podíamos oír al hombre, sus botas chapoteando construían un mapa auditivo de sus movimientos. Unos metros al este, virando un poco hacia el sur con cada paso, luego giro repentino al sudoeste, avanzando veinte pasos hacia el norte, otra vuelta, unos pasos más y… estuvo más o menos de vuelta donde había comenzado. El suspiro de Clay estremeció sus flancos. No había desafío. Nada de diversión.

En este punto, deberíamos haber terminado con el tipo, haberlo cercado, uno por el frente, el otro por la espalda, brincado sobre él, arrancado su garganta, y listo el trabajo. Habría sido lo que responsablemente habría que haber hecho, acabar la amenaza sin riesgo o alboroto. Después de todo, este era un trabajo, maldición, no se suponía que fuera diversión. Aún así, había un problema. Barro. El barro rezumaba entre los dedos de mis patas, y el agua fría avanzaba poco a poco por mis patas delanteras. Levanté la pata. Había un espeso y negro barro, cubriendo cada pelo. A medida que bajaba la pata, el barro iba deslizándose hacia la tierra. Yo no podía trabajar así. No era seguro. Había sólo una opción. Teníamos que conseguir que el tipo saliera de su atasco. Lo que significaba que teníamos que perseguirlo. Y, maldición, me sentía mal por eso.

Nos separamos, dando vueltas en sentidos contrarios alrededor del hombre que trastabillaba en el barro. Tomé el sur y encontré que la tierra aún estaba pantanosa. Cuando nos encontramos en el lado opuesto, Clay movió su cabeza hacia el norte, diciéndome que la tierra allí estaba seca. Hice una pausa entonces y mediante la audición localicé al hombre otra vez. Hacia el sudoeste, tal vez a quince metros de distancia. Clay rozó mi costado y gruñó suavemente. Me rodeó, rozando a lo largo de mi flanco, su cola haciendo cosquillas a través de mi hocico, luego caminó hacia el otro lado. Me acerqué más, empujé mi hocico bajo su garganta y presioné allí. La anticipación tembló por su cuerpo, una vibración palpable contra mi mejilla. Acarició con el hocico mi oído y mordisqueó el borde. Le di un codazo, luego retrocedí -¿Listo? -pregunté con una mirada. Su boca se abrió en una sonrisa y se fue.

Me afané por el barro tras Clay. Fuimos hacia el sur-sudoeste. Aproximadamente a diez metros al sur de nuestro objetivo, nos detuvimos. Luego nos encaminamos hacia el norte. Delante, el hombre todavía chapoteaba a través del pantano, puntuando cada uno de sus pasos con un juramento murmurado. Al haber creído perder a Clay varios kilómetros atrás, el hombre se encontraba absorto en salir de lo que debía haber parecido el más grande de los pantanos de Norteamérica. Cuando nos acercamos más, redujimos la marcha, tratando de calmar el sonido de nuestro acercamiento. No era que esto realmente importara. Este tipo estaba tan absorbido en escapar del interminable pantano que probablemente podríamos haber saltado llevando castañuelas y él no nos habría oído. Nos detuvimos a unos metros de él. Aunque la brisa estaba a nuestra espalda, estábamos lo suficientemente cerca como para olerlo en el viento. Clay rozó mi costado para llamar mi atención. Cuando lo miré, él levantó su hocico al cielo imitando un aullido. Inspiré y sacudí mi cabeza. Advertir a nuestra presa tenía su atractivo, pero quería intentar algo diferente.

Avancé poco a poco arrastrándome sobre mi estómago. Cuando el aroma del hombre aumentó su intensidad, hice una pausa y comprobé su dirección. Se movía hacia el norte, directo hacia mí. Perfecto. Sacudí mi cabeza, descansé mi vientre contra el barro y me arrastré hasta que pude ver al hombre empujando a través de la ciénaga. Podría haber avanzado fácilmente alrededor del árbol putrefacto en frente de él, pero trastabillaba en la oscuridad, parecía haber perdido su linterna o tal vez la dejó con su socio muerto. Aparte del árbol podrido, el área que lo rodeaba estaba clara. Salté hacia atrás, algo mucho más fácil de coordinar como lobo que como humano. Clay se avanzó para encontrarme. Cuando llegó junto a mí, dejé caer mis cuartos traseros a tierra y meneé mi cola al aire. Él gruñó e inclinó la cabeza hacia un lado, un claro “¿Qué demonios estás haciendo?” Resoplé, me puse de pie, y repetí el movimiento, esta vez rebotando de acá para allá. Tomó un segundo, pero él finalmente lo entendió. Él se rozó contra mí una última vez, hundiendo su hocico en mi cuello. Entonces se dio vuelta y avanzó hacia el noroeste.

Fui al norte otra vez, arrastrándome sólo unos pies más antes de ver al hombre. Avanzaba a través de agua que le llegaba a la altura del tobillo, dos maldiciones por cada paso que daba. Elevé mis oídos y atrapé el sonido de las patas de la Clay chapoteando por el barro. Cuando estuvo en paralelo a mí, se detuvo, sus ojos azules destellando en la oscuridad. No tuve que comunicarle mi posición. Mi piel pálida brillaba bajo los cielos más oscuros. Girándome hacia el hombre, verifiqué dos veces su posición. Había logrado dar tal vez dos pasos en el intermedio. Añadí aquellos dos pasos suplementarios a mi posición. Entonces me agaché, mis cuartos traseros abajo, la cola al aire, meneándola cuando cambié la posición y probé mis patas traseras. Arriba, abajo, lado, lado, abajo otra vez, tensar, soltar… perfecto. Enfoqué mi concentración a mis patas delanteras, apretando los músculos. Un último chequeo al objetivo. No hubo cambio de posición. Perfecto. Ahora a cazar.

Salté a través del aire. La maleza chisporroteó en el despegue. El hombre lo oyó, se giró y levantó sus manos para rechazarme, no dándose cuenta de que mi trayectoria no me llevaría sino a unos metros de él. Aterricé a su derecha. Dejé caer mi cabeza entre mis hombros y gruñí. Sus ojos destellaron de la sorpresa a la comprensión. Era lo que deseaba, el por qué yo no había dejado a Clay advertirlo. Quería ver su expresión cuando comprendiera exactamente lo que afrontaba, que por una vez no se confundía con un lobo o perro salvaje. Quería ver el entendimiento, el horror, y, finalmente, el pánico que soltaba vejigas. Jadeó durante un largo momento, sus mandíbulas abiertas, ninguna parte de él en movimiento, ni siquiera respiraba. Entonces, el golpe de pánico. Se dio vuelta y casi tropezó con Clay. Chilló entonces, un chillido de terror. Clay echó sus labios hacia atrás, sus colmillos destellando a la luz de la luna. Él gruñó, y el hombre se lanzó hacia el lugar más abierto, el norte, hacia la tierra seca.

Esto no era tanto una persecución en un pantano, era más bien dos luchadores de barro persiguiendo a un tercero, los tres más deslizándose que corriendo. Una vez que alcanzamos la tierra seca, el hombre se lanzó en una precipitada carrera. Fintamos tras él. Era una carrera injusta. Corriendo en plenitud, un lobo es más rápido que la mayoría de los atletas profesionales. Este tipo estaba en excelente forma, pero no era profesional, y tenía la desventaja adicional de estar cerca del agotamiento, lleno pánico, y una pésima visión nocturna. Podríamos haberlo alcanzado con un estallido de velocidad. En vez de eso, redujimos la marcha. Teníamos que darle al tipo una posibilidad, ¿Verdad? Desde luego, la imparcialidad era nuestra única motivación. En serio, no tratábamos de prolongar la persecución.

Trotamos tras él algo más de un kilómetro a campo traviesa. El olor apestoso de su pánico se precipitó hacia nosotros, llenando mi nariz y saturando mi cerebro. La tierra volaba bajo mis pies, mis músculos se contraían y expandían en una síncopa tan absoluta que la sensación era casi tan embriagadora como el olor de su miedo. Sus laboriosos jadeos raspaban como el papel de lija contra el silencio de la noche. Lo bloqueé, escuchando en cambio la respiración estable de Clay jadeando mientras corría a mi lado. Un par de veces Clay se acercó lo suficiente como para rozarse contra mía. La intoxicación de la persecución era completa. Entonces, con un nuevo olor en la brisa, la realidad tomó su lugar. Vapores diesel. Había un camino delante. La alarma se alzó dentro de mí, luego se fue en una ola de sentido común. Eran aproximadamente las 3:00 de la mañana de un lunes en medio del terreno de las casitas de campo. Las posibilidades de toparse con tráfico delante eran nulas. Las posibilidades de encontrarse siquiera con un coche eran casi tan bajas. Todo lo que teníamos que hacer era seguir a este tipo a través del camino y mantenernos tras él.

Aunque todavía podía oler el gasoil, no se entremezclaba con el olor del asfalto. Un camino de tierra. Mejor todavía. Subimos una pequeña colina y vimos el camino delante, una línea vacía de tejido marrón a través de las colinas. El hombre subió la zanja en la cerca del lado. Cuando saltamos del montículo, un destello de luz iluminó el camino durante un segundo, luego desapareció. Hice una pausa. Durante un momento, todo estuvo oscuro. Entonces la luz destelló otra vez. Dos luces redondas en la distancia, parpadeando sobre las colinas. El hombre lo vio también. Encontró un último estallido de la velocidad y corrió hacia el vehículo que venía, agitando los brazos. Clay saltó de detrás de mí. Cuando el coche bajó al último valle, Clay saltó a través del camino, alcanzó al hombre, y lo lanzó volando a la zanja. Una camioneta venía en la última colina, una motonave retumbando detrás. Pasó junto a nosotros y continuó su camino.

Corrí a través del camino. Clay y el hombre estaban en el fondo de la zanja, cayendo juntos, Clay pataleaba, tratando de alcanzar un buen asimiento mientras el hombre se retorcía para escapar. Ambos estaban cubiertos de barro, haciendo el trabajo de Clay mucho más difícil y el del hombre más fácil. El hombre se retorció de lado y alcanzó el final de su pierna con un jadeo. En un destello comprendí lo que él haría después. Grité una advertencia a Clay. La mano del hombre sujetaba algo fuertemente en su puño. Mientras él intentaba alcanzarlo, Clay se lanzó hacia su mano. Un destello de luz. El sonido de un trueno. Una ducha de sangre. La sangre de Clay.

Me lancé hacia abajo a la zanja, golpeé el arma de la mano del hombre, y lo di vuelta. Sus ojos se ensancharon. Salté hacia él, agarré su garganta, y la rasgué. La sangre barbotó. El hombre convulsionó. Lo balanceé de un lado a otro hasta que su garganta se despegó y su cuerpo cayó a los arbustos. Algo pinchó mi flanco y giré para ver a Clay allí. La sangre corría por la parte trasera de su pata delantera. Lo puse de lado, lamí la herida hasta dejarla limpia, y lo examiné. La bala había pasado a través de la piel y el músculo que conecta su pata delantera con el pecho. Apestaba a pólvora y carne quemada, y tan pronto como limpié la herida, se llenó de la sangre otra vez. Lo limpié otra vez, calibrando el flujo de sangre. Ya no se derramaba, se había reducido a un goteo estable. Feo, pero no amenazaba su vida. Cuando me echaba atrás para mirar otra vez, Clay lamió la comisura de mi hocico y hundió su nariz contra mi mejilla. Un estruendo bajo, como un ronroneo, vibró a través de él. Iba a revisar su herida otra vez, pero él bloqueó mi visión y me dio un codazo obligándome a mirar hacia los bosques. Misión cumplida. Sin heridas mortales. Tiempo para Cambiar de vuelta.


***

Después de que hube Cambiado, volví a donde estaba el cadáver. Clay saltó detrás de mí, aplastando mi trasero, y agarrándome de la cintura antes de que pudiera responder. Mientras se inclinaba para besarme, esquivé sus labios para comprobar su herida. La herida de bala pasaba ahora a través de la parte de atrás de su brazo, a varios centímetros de su torso, ya que un punto en nosotros cuando somos lobos no siempre corresponde al mismo punto siendo humanos. La sangre se filtraba del agujero. Me incliné para una mirada más cercana, pero él agarró mi barbilla, la levantó, y me besó.

– Necesitas que revise eso -mascullé en medio del beso.

Él enganchó mi pie izquierdo y me caí hacia atrás, contra su brazo bueno.

– Realmente necesitas…

Él me bajó a la tierra. Hundí mis talones en tierra y apreté mis rodillas.

– Jeremy debería mirar…

Él sofocó el resto besándome con más fuerza. Me solté de su abrazo y bailé hacia atrás. Él sonrió abiertamente y comenzó a avanzar.

– ¿El brazo está bien, entonces? -Dije.

– No te preocupes si no lo está.

– Bien. Entonces no te opondrás a trabajar en ello.

Giré y me escapé. No fui lejos. Este lado del camino era bosque, y los bosques espesos no eran amables con la gente, particularmente, con gente desnuda corriendo. Rodeé un grupo de árboles. Clay me siguió una vez, luego cambió la dirección y trató de agarrarme por el otro lado. Me reí y corrí de vuelta y a través del claro. Cuando me lancé alrededor otra vez, él se zambulló hacia mis pies y me atrapó. Tropecé, pero recobré el equilibrio cuando él golpeó la tierra, su mano todavía alrededor de mi tobillo. Retorciéndome de su asimiento, me liberé y corrí lejos. Una risa ronca resonó por los árboles, seguida por un gruñido cuando él se puso de pie. Me escondí detrás de un grupo de árboles y esperé a ver qué dirección escogería él. Lo oí corriendo hacia mí. Entonces silencio. Esperé. Más silencio.

Poniéndome en cuclillas debajo del nivel de ojo, avancé poco a poco desde detrás de los árboles. Nada. Me giré, esperándolo por detrás. No estaba allí. Hice una pausa, luego me arrastré hasta que estuve de vuelta en el lado del claro entre los árboles. Ninguna señal de él. Escuché, olí, miré… nada. Cuando di un paso hacia atrás en el claro, vislumbré una mancha borroso de movimiento a mi izquierda, desde detrás de un enorme roble. Giré lejos, pero demasiado despacio. Clay me agarró de la cintura y nos lanzó a ambos a tierra con un fuerte golpe.

Su boca volvió a la mía, su lengua resbalando entre mis dientes. Lo sacudí de la espalda. Mientras luchaba para separarme, él me tiró otra vez, sus manos fijaron las mías a la tierra. Luché, más por la sensación, de su cuerpo moviéndose sobre el mío, su peso, el rasguño áspero de los pelos de sus piernas y pecho contra mi piel, las contracciones de sus músculos cuando trabajaban para contenerme. La sangre de su herida corrió a través de nosotros, mezclándose con la sangre seca del hombre sobre mí. Había sangre en sus labios y en su boca. Cerrando los ojos, probé el sabor fuerte y agudo y exploré más profundo con mi lengua.

La tierra debajo de nosotros estaba cubierta con hojas húmedas puestas en capas con barro fresco y sangre. Resbalamos y nos deslizamos a través de todo eso, luchando cuerpo a cuerpo y riéndonos y besándonos y andando a tientas, entonces Clay agarró mis caderas y se sumergió en mí. Jadeé, y él echó su cabeza hacia atrás, riéndose. Luchamos un poco más, rodando y empujando juntos, no molestándonos en encontrar un ritmo. La tierra irritaba y algunas ramitas empujaban sitios de condenadamente incómodos, pero seguimos haciéndolo, besándonos hasta que estuvimos sin aliento, luego riéndonos y peleándonos. Cerré los ojos y lo bebí todo, el paso ligero de mi corazón, el olor a hojas húmedas y sangre, el sonido de la risa gloriosa de Clay.

Cuando abrí los ojos, él sonreía abiertamente. Él nunca cerraba sus ojos cuando hacíamos el amor, nunca miraba lejos, siempre miraba mi rostro, dejándome ver todo en sus ojos. Veía el primer estremecimiento del clímax, el ensanchamiento de sus ojos, el movimiento lento de sus labios pronunciando mi nombre. Jadeando, sentí mi cuerpo tensarse en ondas de perfecta sensación cuando me uní a él.


***

– ¿Me extrañaste? -dijo unos pocos minutos después, todavía estando dentro en mí, saliendo lentamente.

Incliné mi cabeza hacia atrás para alzar la vista hacia él y sonreí abiertamente -En cierto modo.

– Ouch. Cruel. Muy cruel.

– Al menos te aprecio por una cosa.

– ¿Sólo una cosa?

Su mano se movió a mi pecho, acariciando el pezón entre sus dedos, luego bajando sus labios para hacer lo mismo. Cerré los ojos y gemí.

– O tal vez varias cosas -murmuré-. Esta es una de ellas. ¿Quieres hacer una lista?

Él se rió entre dientes, la vibración zumbando a través de mi pecho.

– Nada de listas, por favor -dijo una voz profunda desde algún sitio a nuestra derecha-. He estado esperando aquí toda la noche. Ya tuve que esperar que terminara el primer round.

Giré mi cabeza para ver a Jeremy caminar a través de los árboles.

– Lo lamento -dije.

– No lo hagas. Pero me gustaría limpiar esto antes del alba.

Clay gimió y se levantó sobre sus codos, todavía estando dentro de mí.

– Sí -continuó Jeremy-. Terriblemente desconsiderado de mi parte, esperar que eliminen los cadáveres que dejan antes de que empiecen con su jugueteo de reencuentro. Les pido perdón sinceramente. Ahora, quita tu trasero, Clayton, y ponte a trabajar.

Clay suspiró, me dio un último beso, y se puso de pie. Me puse de pie también y atropellé el cadáver. Sí, todavía estaba desnuda, y, sí, Jeremy estaba de pie ahí mismo, y, no, no traté de cubrirme o algo tan ridículamente remilgado. Jeremy me había visto desnuda, me había dibujado desnuda, había tropezado conmigo acostada desnuda. Somos werewolves, ¿recuerdan? Eso significaba que después de que Cambiamos, siempre estábamos desnudos y, muy a menudo, bastante lejos de nuestra ropa. Nos acostumbramos a estar desnudos y, después de un momento, estar vestido o no vestido, era más o menos lo mismo.

– ¿No debo suponer que trajiste nuestra ropa? -Dije-. No debería importar, mientras que no encontremos a ningún pescador madrugador en el camino de vuelta.

– Realmente, se las traje, pero considerando la cantidad de barro y sangre sobre ustedes, creo que deberíamos atenernos a la desnudez un rato más. Estarán limpios bastante pronto.

No pregunté lo que quería decir con eso. Me dejé caer sobre mis rodillas al lado del muerto y busqué una cartera o una ID. Jeremy caminó de vuelta a la zanja y volvió con una pala, que lanzó a Clay.

– ¿Lo enterramos aquí? -preguntó Clay.

– No. Cava un agujero a la altura su cuello, dalo vuelta, y drénale la sangre. Lo llevaremos de vuelta a la casita de campo. Es aproximadamente medio kilómetro de vuelta. Yo esperaba que lo mataran más cerca.

– No hubo opción -dije-. Lo encontramos en el pantano, lo perseguimos para acercarlo a la tierra seca, entonces sacó un arma. Le disparó a Clay en el brazo.

Jeremy frunció el ceño, se volvió hacia Clay y examinó la herida.

– Un disparo limpio -dijo él-. ¿Dolió?

Clay levantó su brazo por encima del nivel del hombro-.Sólo si hago esto.

– Entonces no lo hagas.

– No lo pudiste resistir, ¿verdad? -dije.

Clay sonrió abiertamente. Los labios de Jeremy se torcieron en una sonrisa desnuda, entonces golpeó a Clay en la espalda.

– Ponte a ello, entonces. Drena el cuerpo y entonces podremos moverlo.

– No hay ninguna ID -dije.

Jeremy asintió con la cabeza. Cuando Clay levantó la pala para cavar, Jeremy y yo brincamos al mismo tiempo, ambos comprendimos que no era algo que él debería hacer con un brazo malo. Después de una breve argumentación (yo discutí, Jeremy le quitó la pala y no la soltó) dejamos que Jeremy cavara el agujero, entonces yo lancé el cuerpo dentro. Una vez que la sangre se hubo drenado, rellenamos el agujero con las hojas empapadas de sangre, luego lo cubrimos con tierra y llevamos el cadáver de vuelta a la casita de campo.


***

Era noche todavía profunda cuando volvimos a la cabaña. Jeremy y yo llevamos los dos cadáveres a un muelle de madera en el lago. Clay se quedó atrás con el tercero, diciendo que tenía que “hacer algo” con él. Ni Jeremy ni yo pedimos detalles. Con Clay, era mejor no saber.

Me paré en el terraplén, todavía desnuda. Habíamos atado una cuerda gruesa alrededor del cuello y las piernas de cada uno de los cadáveres y les atamos bloques de concreto de una casita de campo que estaba siendo demolida calle arriba.

– Wow -dije a Jeremy cuando me senté y bañé mis piernas en el agua helada-. Estoy haciendo que alguien “nade con los peces”. Esto es magnífico. Mi primera tarea al Estilo de la Mafia. Comprendes lo que esto significa. Si me atrapan, voy a tener que ser testigo del estado contra todos ustedes, chicos. Entonces venderé mi historia por un millón de dólares. Pero nunca conseguiré disfrutar de ello, porque viviré el resto de mi miserable existencia en una chabola en las Apalaches, comiendo guisado de almizclera, brincando cada vez que oiga un ruido, esperando el día en que alguno de ustedes me persiga como la perra traidora que soy -Hice una pausa-. Espera. Tal vez esto no sea tan magnífico después de todo. ¿No podemos simplemente sepultarlo?

– Entra en el agua, Elena.

Suspiré -Ser un gángster no es lo que solía ser. Al Capone, ¿dónde has ido?

Jeremy me empujó del muelle. Golpeé el agua con un chapoteo.

– Y trata de hacerlo en silencio -dijo él.

– No hice…

Él me lanzó el hombre, hundiéndome bajo el agua con el peso. Cuando emergí de nuevo, Jeremy se había ido. Nadé hacia el medio del lago, arrastrando el cadáver detrás de mí. Entonces me zambullí para comprobar la profundidad. Era de al menos quince metros. Este tipo saldría pronto a la superficie. Para estar segura, lo enredé en un montón de plantas submarinas. Luego volví por el segundo cuerpo.

Clay todavía no estaba de vuelta cuando alcancé a la orilla. Jeremy me pasó el cadáver número dos, y nadé de vuelta para repetir el procedimiento, dejando caer éste treinta metros hacia Oeste más lejos, con la esperanza de que su si uno salía la superficie, el otro no sería encontrado. A veces me asustaba tanto que pensaba en tales consideraciones. Tenía demasiada experiencia con estas cosas. Demasiado.

Cuando emergí de nuevo después de soltar el cuerpo, unos brazos me agarraron alrededor de la cintura y me sacaron del lago. Al caer de nuevo golpeé el agua con un chapoteo gigante. Agarré a Clay por el cuello y lo arrastré abajo, sosteniéndolo allí por un segundo, tal vez más, antes de liberarlo.

– ¿Te dijo Jeremy la parte acerca de ser silencioso? -Siseé cuando él subió a respirar aire.

Él sonrió abiertamente -Estoy callado. Tú eres la que anda chapoteando.

Embestí contra él. Me atrapó, me tiró contra él y me besó. Sus labios estaban helados, su aliento soltaba volutas de vapor caliente. Lo besé más profundo, enroscando mis brazos y piernas alrededor de él, luego hundiéndolo bajo el agua otra vez.

Realmente te eché de menos -dije cuando él emergió.

Él inclinó su cabeza y golpeó su oído con la palma de su mano abierta -Lo lamento, querida. Agua en los oídos, creo. Juraría que confesaste haberme echado de menos.

Le hice una mueca, luego me giré y comencé a nadar, dirigiéndome hacia la orilla. Clay agarró mi pierna y me arrastró de vuelta.

– Yo también te eché de menos -dijo él, tirándome contra él. Paseó sus dedos pro la cara interna de mi muslo-. Deberíamos entrar. ¿Crees que podemos engañar a Jeremy si nos quedamos un rato más lejos abajo?

– Por unos pocos minutos.

– ¿Lo suficiente?

– El suficiente por ahora.

Él sonrió abiertamente -Bueno. ¿Quieres correr?

– ¿Cuál es el premio?

– A elección del ganador.

Me lancé hacia adelante. Él agarró mi tobillo otra vez, me tiró hacia atrás, luego tomó la delantera.


***

Para cuando llegamos a la cabaña, Jeremy ya había metido todo a la camioneta Explorer. No nos quedaríamos en la casita de campo más tiempo, por obvias razones. Antes de marcharnos, Jeremy desinfectó la herida de Clay y mis brazos quemados, luego nos vendó. Luego nos marchamos para encontrar un lugar donde pasar la noche. Mientras habíamos estado eliminando los cuerpos, Jeremy había llamado a Ruth y, sin mencionar a nuestros invitados, descubrió que el grupo se reunía otra vez por la mañana. Alguien había dicho a estos hombres donde encontrarnos. Sólo las otras cinco personas sabían que estábamos en Vermont. Los cinco estarían en la reunión en unas horas. Así que ahí estaríamos.

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