CONFRONTACIÓN

La reunión estaba programada para comenzar a las ocho. Despertamos a las siete, pero estábamos atrasados. Una hora no era tiempo suficiente para que tres personas en nuestro diminuto cuarto de motel se ducharan, afeitaran (no, siendo una werewolf no me sale pelo extraño; los chicos se afeitaron, no yo), vestirse, salir, tomar algo para llevar, comer, y conducir a Sparta. Para ahorrar tiempo, Clay y yo hasta compartimos una ducha, que por alguna razón no logró ahorrar nada de tiempo en lo absoluto. Imagínenselo.

Antes de que sumergiéramos los cuerpos, Jeremy había vaciado sus bolsillos. Incluso si no teníamos curiosidad sobre su identidad, ese era el procedimiento de operaciones estándar para destruir la ID antes de sumergir un cuerpo. Como dije, teníamos demasiada experiencia en esta materia. Tal como el tipo que yo había revisado, uno de los otros dos no tenía cartera, ID, o dinero en efectivo con él. El tercer tipo tenía veinte centavos y un permiso de conducir en su bolsillo trasero. Dinero en efectivo de emergencia y una licencia por si quedaba tirado. Lo más desnudo posible. Estos tipos sabían lo que hacían. Jeremy había comprobado el permiso de conducir y descubierto que era una falsificación. Una falsificación impresionante, pero una falsificación. Jeremy lo sabía. Él fabricó todas nuestras ID falsas, algo más en lo que teníamos demasiada experiencia.


***

Llegamos al Centro Comunitario a las nueve treinta. Cuatro coches estaban en el estacionamiento. Otra vez las brujas usaban un hechizo para cerrar con llave la puerta, pero esta vez no llamamos. Clay sacó la puerta de los goznes y entramos. Cuando entré en el cuarto, Ruth dejó de hablar. Todos alzaron la vista.

– ¿Dónde han estado? -preguntó Ruth.

Sonreí abiertamente, enseñando los dientes-.De caza.

– ¿Quiere ver lo que agarramos? -preguntó Clay desde detrás de mí.

Caminó a zancadas hacia la mesa y sacudió una bolsa de basura sobre ella. Cassandra fue la única que lo miró, preguntándose quién era. Todos los demás contemplaron la bolsa. Nadie se movió para tomarla. Entonces Cassandra extendió la mano, levantó un lado de la bolsa, y miró dentro. Un segundo después, dejó caer la bolsa plástica de su mano y se recostó sobre su silla. Sus ojos se movieron de Clay a mí y de vuelta a Clay, el rostro en blanco, sin asombro, repugnancia, nada. Paige echó atrás el plástico y retrocedió rápidamente.

La cabeza del tercer hombre estaba de lado, sus ojos abiertos y embotados. Paige brincó sobre sus pies e intentó al lanzar el plástico de nuevo sobre la cabeza. La cabeza rodó con el repentino movimiento. Ella soltó un grito.

– Interesante forma de presentarse -dijo Cassandra, mirando a Clay-. ¿Puedo preguntar quién podrías ser?

– Clayton Danvers -refunfuñó Paige entre dientes-. El perro guardián de la Manada de werewolves.

– La pregunta no es quién es Clay -dije-, sino ¿quién es el tipo de la bolsa? ¿Alguien tiene información que ofrecer?

– Encontramos este hombre en nuestra casita de campo anoche -dijo Jeremy-. Estaba con otros dos que, puedo asegurarles, están igualmente muertos. Venían armados con balas de plata.

– Plata…-.comenzó Adam-. Mierda, no se suponía que… -Él se detuvo y miró alrededor, a los demás-. ¿Piensan que enviamos a estos tipos?

– Míralo -dijo Paige, girándose hacia mí-. Bien afeitado, corte militar. Exactamente como los tipos en Pittsburgh. Obviamente…

– Obviamente nada -dijo Clay-. Tal vez toda la cosa de Pittsburgh fue sólo un montaje o ustedes vistieron estos tipos para que se parecieran al cazador de Elena, después de todo, si fallaba, nosotros sacaríamos la conclusión obvia. Si estos hombres fueran parte de este esquema de secuestro, ¿por qué vendrían tras Jeremy y Elena cuándo ustedes estaban todos escondidos aquí, en una reunión nocturna? Ustedes serían la elección obvia.

– Tal vez querían un werewolf -dijo Paige-. Además, siempre ponemos hechizos de protección alrededor de nuestras reuniones. Ellos no habrían sido capaces acercarnos a nosotros.

– ¿Entonces esperabas el problema? -Dije-. Gracias por advertirnos. Pero eso no explica como ellos llegaron aquí. Primero, ellos se muestran en Pittsburgh, luego aquí. ¿Cómo?

– Ellos deben haber seguido… -Paige se detuvo, luego murmuró- a alguien.

– Ellos te siguieron -dijo Cassandra, girándose hacia Ruth-. Ustedes los condujeron directamente a nosotros.

– Quizás ustedes no estuvieron detrás del ataque de la noche pasada -dijo Jeremy- pero apenas pueden ser exoneradas de la culpa. Asegurarse de que no ser seguidas desde Pittsburgh es una medida de seguridad elemental. Si así es como este grupo opera, entonces no tengo ningún interés en alinear mi Manada con ustedes, ni siquiera temporalmente. Tal como pueden ver -él gesticuló hacia la bolsa- podemos cuidar de nosotros. Seguiremos haciéndolo así con nuestra propia ayuda. Cualquiera que venga tras nosotros o interfiera con nosotros otra vez será tratado del mismo que los tres hombres de anoche. Cualquiera. Por cualquier razón.

Nos marchamos. Nadie vino tras nosotros.


***

Conduje la Explorer de vuelta al motel. Estaba todo empacado y listo para partir. Todo lo que teníamos vimos que hacer era recoger el coche de alquiler de Clay.

– ¿Dónde vamos después? -pregunté cuando estuvimos en el aparcamiento del motel.

– Montreal -dijo Clay-. Tenemos que devolver el coche.

Di vuelta alrededor del coche económico de alquiler, notando las matrículas de Quebec-.¿Por qué diablos dejaste tu coche en Montreal?

– ¿Crees que iba a circular por Vermont buscando una agencia de alquiler cuándo conducía justo por una ciudad grande?

– ¿Y si conduzco directamente a casa y ustedes me encuentran allá?

– Tú vienes a Montreal, Elena -dijo Jeremy.

Jeremy se dirigió al coche y se dobló en el diminuto asiento de pasajero. Sí, habría estado más cómodo en su Explorer, pero eso significaría escuchar a Clay maldecir a la aborrecible camioneta SUV durante unos cientos de kilómetros. Considerando la elección entre calambres de pierna y una migraña, Jeremy elegiría lo primero. Irse en la SUV conmigo y dejar a Clay solo en el coche de alquiler no era una opción. Hasta que el peligro hubiera pasado, Clay se pegaría a Jeremy, protegiendo a su Alfa tal como el instinto mandaba.

Una vez que Jeremy estuvo en el coche, Clay se acercó, puso sus manos alrededor de mi cintura, y me acercó a él.

– Lo haremos -murmuró contra mi oído-. Esta noche. Iremos a dar una carrera.

– ¿En la ciudad?

Él sonrió abiertamente-.¿Discutes?

– Jeremy lo hará.

– Lo pasaremos por alto. Le hablaré mientras conduzco. Y hablando de eso, ¿Quieres animar un poco el paseo?

– ¿Una carrera?

– Lees mi mente, querida.

– ¿Un coche de cuatro cilindros contra un V6?

– Es el conductor, no el coche.

– Lo tienes. El primero en llegar a Montreal escoge donde corremos esta noche.

– Una regla -dijo Clay-. Tenemos que jugar sobre seguro y quedarnos a la vista. Si no puedo verte en mi retrovisor, reduzco la velocidad.

– ¿Retrovisor? Bebé, no me verás por ninguna otra cosa que no sea el parabrisas.

Él sonrió abiertamente -Ya lo veremos.


***

La carrera de automóviles por los caminos vecinales de Vermont fue una gran diversión. Una vez que llegamos a la Carretera 87, las cosas se volverían decididamente aburridas, pero en los caminos vecinales de dos veredas teníamos que competir con montañas, valles, ciudades, curvas ciegas, chicos mochileros en las esquinas, y turistas minúsculos. Muchas escapadas por los pelos. Mucha excitación. Los tipos malos no tenían que matarnos. Si esperaban el tiempo suficiente, lo haríamos nosotros mismos.

Después de aproximadamente una media hora, estaba pegada detrás de Clay. Mi culpa. Nos habíamos estado adelantando por kilómetros. Yo había tenido la ventaja, pero quedé detrás de un Jeep con un campista en la parte de atrás y cometí el error de dejar un espacio seguro entre ellos y yo, en el cual Clay, por supuesto, se metió. Ahora estábamos pegados en un camino tortuoso detrás de este estúpido aburrido que insistía en conducir al límite de la velocidad. Finalmente, noté un espacio lo bastante abierto para pasar. Pero Clay no avanzó. Después de pensar por un momento, comprendí por qué. Él no podía ver por delante del Jeep. Yo podía. La ventaja de conducir una SUV- la mejor visual. ¡Hah! De modo que en el siguiente espacio conveniente, mientras Clay se movía intentando sin éxito ver delante del jeep, me arranqué y pasé. Una vez delante del Jeep, pasé por delante de un coche y un tractor de remolque. Entonces los adelanté. Clay desapareció en una corriente interminable de tráfico turístico. Estaría enojado porque había roto su regla de “permanecer a la vista”, pero eso le enseñaría, pensando que podría dejarme fuera de competencia con cualquier coche que condujera. La permanente seguridad en sí mismo de Clay apenas podía sacudirse. Él me alcanzaría bastante pronto.

Conduje alrededor de diez kilómetros sin señal de Clay en el retrovisor, por lo que reduje la marcha. No tenía sentido empujar mi suerte o tendría a Jeremy en mi espalda también. Jeremy nos dejaba jugar nuestros juegos, pero si yo iba demasiado lejos, él haría un pedazo de tira humorística de mí. Además, me mantuve cerca de la carretera y quería estar segura de que Clay estuviera detrás de mí para entonces. Entonces conduje bajo el límite de velocidad, giré la esquina en el camino de grava que conducía a la carretera, encendí la radio, y me relajé.

Un kilómetro o dos más tarde, cuando yo paseaba a lo largo del gozoso paisaje, algo apareció delante de mí. Algo grande. Directamente delante de mí. Tan cerca que no tuve tiempo de ver si era un alce de América o un ciervo o una persona. Tampoco tuve tiempo para pensar. Reaccioné. Sacudí el volante y golpeé los frenos. Demasiado fuerte ambas cosas. Vi el destello de una cara en la carretera. Entonces la Explorer giró a la izquierda, y durante un segundo, pensé que podría volverse. No lo hizo. En cambio cayó de golpe en la zanja. La bolsa de aire explotó, golpeándome la cara. Antes de que pudiera recuperarme, la puerta del conductor se abrió.

– ¿Está usted bien? -preguntó la voz de una mujer. Quitó la bolsa de aire de mi cara y frunció el ceño-. ¿Está bien? Ese hombre corrió directamente en frente de usted. No podía creerlo.

Sentí que mi cabeza daba una sacudida, aturdida, sonaba-.¿Un hombre? ¿Lo golpeé?

– No. Bien que le habrías servido si lo hubiera hecho -La mujer sacudió su cabeza-. Supongo que no debería decir esto. Vamos a sacarla de allí.

Mientras ella me ayudaba a salir, obtuve una mejor mirada de ella. A mediados o finales de la cuarentena. Pelo rubio oscuro cortado a la altura de la barbilla. Vestido de lino. Una cadena de oro. Cara fruncida por la preocupación.

– Siéntese en el asiento trasero de mi coche -dijo ella-. He llamado una ambulancia.

Vacilé, balanceándome sobre mis pies -Mis amigos vienen detrás.

– Bien -Ella me dirigió a su coche, un Mercedes Benz negro, abrió la puerta trasera, y me ayudó a entrar-. Los esperaremos aquí. ¿Cómo se siente?

– Como si alguien me hubiera knockeado en el primer round.

Ella se rió-.No puedo decir que sé lo que se siente, pero puedo imaginarlo. Está pálida, pero ya está volviendo el color. El pulso se siente bien.

Sentí sus dedos contra mi muñeca. Entonces sentí algo más allí. Un pinchazo. Un ramalazo de frío helado. Mientras echaba mi mano hacia atrás, la puerta del conductor se abrió. Un hombre entró. Se dio vuelta para sonreírme abiertamente.

– Apenas podía esperar por otra competencia, ¿¡eh!?

Su cara destelló en mi memoria, pero mi cerebro estaba nublándose rápidamente y no podía ponerlo en su lugar. Entonces, cuando mis músculos estaban flojos, recordé.

El medio demonio de Pittsburgh. Houdini.

Mi cabeza golpeó el asiento. Todo se puso negro.

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