Las guardias llevaron mi almuerzo a la una. Cuando abrieron la puerta para marcharse, me moví sigilosamente para echarle una ojeada al vestíbulo. Tess no estaba allí. Hora de comer para todos. Bueno. Mientras Bauer estuviera lúcida y nadie escuchase, yo podría discutir el tema fuga con ella. ¿Sería seguro? Ella podría tratar de ganarse el favor de Matasumi vendiéndome, pero dudaba de que estuviera lo bastante desesperada para arrastrarse. No todavía. Además, considerando sus circunstancias y su animosidad hacia mí, nadie le creería si ella realmente hablara.
Escuchando por si aparecían ruidos reveladores desde el pasillo, moví mi silla más cerca del agujero, me senté, y miré detenidamente a través de él. Bauer estaba paseándose.
– ¿Te sientes un poco mejor? -pregunté.
Ella continuó paseándose.
– No quiero hacer las cosas más malas -dije-. Pero sabes que ellos no te dejarán salir de esa celda. Para ellos, tú has cambiado de lado.
Un paseo hacia la puerta, hacia la TV, de vuelta a la puerta.
– Si quiere salir, tendrás que salir por ti misma.
Todavía ninguna respuesta. Ni siquiera un parpadeo en mi dirección.
– Tienes que escaparte -dije.
– Bauer giró hacia mí-. ¿Escapar? -Una risa áspera-. ¿A qué? ¿A una vida como monstruo?
Yo podría haberle recordado que ella eligió esa vida monstruosa, pero no lo hice -Sé que es malo ahora, pero se volverá más fácil…
– ¡No quiero que se vuelva más fácil! -gruñó ella, avanzando a zancadas hacia el agujero-. ¡Quiero que se vaya! Eso es lo que quiero que ellos hagan por mí. Deshacerse de ello. Sacar esta maldición de mis venas y hacerme normal otra vez.
– Ellos no pueden hacer eso -dije suavemente-. Nadie puede hacerlo.
– ¡Mierda! -La baba voló de sus labios-. Quieres que yo sufra, ¿verdad? Disfrutas de esto. ‘Sondra tiene lo que se merece’. Ja-ja-ja. Bien, yo no merecía esto. Nunca me dijiste que sería así. ¡Me engañaste!
– ¿Te engañé? Te advertí de no hacerlo.
– No me dijiste todo.
– Ah, pues perdóname. Cuando entraste aquí como una loca agitando una jeringuilla y vociferando sobre el comienzo de una nueva vida emocionante, yo debería haber sacado de repente mi manual ‘De Modo Que Quieres Ser un Werewolf’en su versión de renuncia y hacerte firmarlo.
Bauer agarró una silla, la lanzó hacia el agujero, luego fue hacia cuarto de baño dando fuertes.
Tenía que trabajar en mi acercamiento.
Unas horas más tarde, la cordura de Bauer hizo otra aparición como invitada. Yo estaba lista. Plan dos: ser más empática. Si por una parte encontraba difícil sentir mucha compasión por alguien que había hecho lo que ella, en algún sitio profundamente dentro de mí había un impulso débil y revoloteante hacia la empatía. Bauer era otro werewolf femenino, probablemente el único que yo encontraría alguna vez. Recordando el horror de mi propia transformación, entendí por lo que ella estaba pasando. Winsloe me había preguntado si yo haya hecho alguna vez algo como lo que Bauer le había hecho a Carmichael. Mi respuesta no había sido completamente honesta. Cuando yo había escapado de Stonehaven, mi cerebro lleno de demonios había caído en una locura incontrolada y rabia. Yo había matado a dos personas antes de que Jeremy me rescatara. A diferencia de lo que Bauer había hecho con Carmichael, yo no conocía a mis víctimas y no los había torturado o despedazado. Aún así, yo había hecho una cosa que nunca olvidaría. Me había comido a mis víctimas. ¿Era yo diferente a Bauer? Yo no me había introducido la saliva de un werewolf, pero me había enamorado de un hombre que sospechaba que era peligroso. Yo no había matado a una amiga, pero había matado a gente inocente. Y tanto como me resistía, entendía a Bauer. Y quería empatizar.
La pregunta era: ¿podría empatizar? Tal como mi torpe episodio consolando a Savannah había demostrado, yo no era naturalmente una persona empática. Apartando mis dudas, me coloqué en el agujero y examiné la celda de Bauer.
– ¿Qué estás haciendo? -pregunté.
Bauer se giró para afrontarme -¿Qué mierda piensas que hago? -Ella inhaló bruscamente, cerrando los ojos como si sintiera dolor-. Esta no soy yo. Este cuerpo, esta personalidad. No soy yo. No uso este idioma. No me dan rabietas. No suplico por mi vida. ¿Pero sabes lo que es lo peor? Estoy todavía aquí, atrapada dentro, buscando.
– Tu cerebro todavía está aceptando la transformación. Se pondrá…
– No me digas que se pondrá más fácil.
Yo sabía lo que tenía que decir, lo que tenía que compartir, pero las palabras estaban atrapadas en mi pecho. Pisoteando mi orgullo, las arranqué a la fuerza.
– Cuando fui mordida, yo…
– No lo hagas.
– Sólo quería decir…
– No te compares conmigo, Elena. No tenemos nada en común. Si te di esa impresión antes, era sólo porque quería algo de ti.
– Tal vez, pero tenemos algo en común ahora. Soy…
Su voz fue fría -No eres nada, Elena. Una doña nadie que se convirtió en alguien por casualidad. Volverte una werewolf fue el logro que definió tu vida, y no tuviste parte en ello. Tu dinero, tu juventud, tu fuerza, tu posición, tu amante, todo eso es tuyo sólo porque eras el único werewolf femenino.
– Yo…
– Sin eso, ¿Qué eres? Una periodista anónima de media jornada cuyo sueldo anual no cubriría mi guardarropa.
Con esto, ella se dio la vuelta, avanzó dando fuertes pasos hacia cuarto de baño, y comenzó a ducharse.
Ya sabes, la empatía realmente es una calle de doble sentido.
A las siete los guardias trajeron mi comida. Como de costumbre, uno llevó la bandeja mientras el otro se mantenía mirando, el arma lista. Los ignoré, habiendo abandonado la esperanza de poner a un guardia de mi lado o sacar cualquier información valiosa de ellos. Mejor tratarlos como camareros sordomudos. Tenía otras cosas de que preocuparme.
Cuando entraron, yo estaba en mi cama, ideando proyectos de fuga. Después de un momento, noté que el guardia que llevaba la bandeja tardaba en la mesa, mirando las fotos de Clay. Él asintió con la cabeza hacia su socio y le dio un codazo, atrayendo su atención a las fotografías-.Es él -articuló.
– ¿Lo conoces? -pregunté.
El guardia se sorprendió, como si la cama hubiese hablado.
– ¿Lo conoces? -repetí-. ¿Al lobo de las fotos?
Ambos hombres me miraron como si yo me hubiese unido a Bauer en su asilo privado, probablemente pensando que yo debería ser la que reconociera a un werewolf, no ellos.
– Tyrone me las dejó -dije, todavía acostada, fingiendo toda la despreocupación que pude reunir-. Él imaginó que yo podría ser capaz de identificar el tipo, pero no pude. Parece que causó algún jaleo en un motel.
Ahora ellos me miraban como si definitivamente estuvirera lista para una camisa de fuerza.
– ¿No lo reconoces? – preguntó el que estaba en la puerta.
Sofoqué medio bostezo-.¿Debería?
– ¿Este no es tu compañero?
– ¿Clay? No, Él nunca dejaría al Alfa -nuestro líder.
– Entonces por qué… -el guardia se detuvo, se giró hacia su socio y bajó la voz-. ¿Matasumi sabe esto?
– ¿Por qué? – dijo el otro guardia, no molestándose en susurrar-. No importa quién es el werewolf. Si alguien lo ve por aquí otra vez, lo matamos. Esa es la orden.
Mis manos se apretaron, pero me obligué a no hacer ruido, a no decir una palabra, no hacer ninguna pregunta. El segundo guardia se encogió de hombros, y se marcharon sin lanzar siquiera una mirada en mi dirección.
Clay estaba cerca. Yo había tenido razón. Él venía por mí. Yo no podía dejarle hacer eso. Había demasiado que él no sabía, demasiado para lo cual no estaba preparado. Clay había desarmado el pelotón de salvamento de Tucker bastante fácilmente, pero aquí había al menos cinco veces más guardias, más un edificio subterráneo fortificado con un sistema de seguridad de primera categoría, todo rodeado por un bosque lleno con las trampas de Ty Winsloe. Tenía que detener a Clay antes de que tratara de rescatarme. Para hacer eso, necesitaba escapar rápido. Eché un vistazo hacia la jaula de Bauer. Era momento de lanzar el guante de cabritilla.
Era casi medianoche cuando Bauer estuvo lúcida otra vez. Durante los dos días pasados, yo había estado afilando mi capacidad de juzgar cuando había alguien en el pasillo. En parte lo hacía escuchando, en parte sintiendo. Aunque era difícil saber si alguien nos miraba, había un modo definitivo de saver si nos escuchaban. El intercomunicador. Cuando estaba encendido, hacía un clic audible, luego silbaba suavemente hasta que alguien lo apagava. Después de que Bauer recobró sus sentidos, esperé hasta que los guardias hicieron su recorrido de cada hora, escuché con cuidado el zumbido del intercomunicador, luego me recliné en mi cama.
– ¿Todavía piensas que van a soltarte, verdad? -La llamé.
Bauer no contestó, aunque yo supe que podía oírme.
– Ya sabes -continué-, había alguien que te habría soltado. Alguien que probablemente no habría dejado que te lanzaran en esa celda en primer lugar. Lamentablemente, tú la despedazaste.
Bauer inhaló, pero no contestó.
– Sé que lo recuerdas -dije-. Es como tu dijiste, parte de ti está todavía allí, una parte sana, mirando. ¿Recuerdas como fue? ¿Perseguirla? ¿Ver su confusión? ¿Su incredulidad? ¿Escucharla suplicar por su vida? Todavía puedes imaginarla, la mirada en su rostro cuando arrancaste su garganta -Hice una pausa-. ¿Recuerdas como sabía?
Un ruido en la otra celda. Luego arcadas. Esperé. Bauer se quedó en el cuarto de baño.
– ¿Quién te va a soltar, Sondra? -La llamé-. ¿Quién va a arriesgarse a ser tu siguiente comida? ¿Quién ahí afuera quiere a una maldita? Sólo una persona lo hacía y ahora está en una bolsa de basura… o en varias bolsas de basura.
– Páralo -La voz de Bauer estaba tranquila, casi temblorosa.
– Quizas planeas escaparte por ti misma. ¿Entonces qué? ¿Dónde irás? ¿De vuelta a casa, a comerte a mamá y papá?
– Páralo – Más fuerte, pero todavía inestable.
– Eso es lo que pasará. No serás capaz de terminar el hambre y los Cambios. Eventualmente podrías lograr control suficiente para sobrevivir, pero ¿A qué precio? ¿Cuántos morirán primero? Comenzarás a matar porque tendrás que hacerlo, luego seguirás haciéndolo porque puedes, porque después de un tiempo desarrollarás el gusto por ello, el poder y la carne. Eso es lo que le pasa a los callejeros.
Hice una pausa antes continuar-.Hablando de callejeros, el primero que encuentres te matará. Por supuesto, probablemente te violará primero, ya que esa será su única posibilidad de aparearse con una hembra de su propia especie.
– Cállate.
– Estoy viendo tu futuro aquí, Sondra. Gratis. Sólo una persona puede ayudarte a evitar todo esto. El Alfa de la manada. La pregunta es, ¿Cómo consigues su ayuda? Bien, si escapas por ti misma, podrías presentarte en su escalera, suplicar piedad. Él será muy amable. Te invitará a entrar, tomará tu abrigo, te mostrará el salón, te ofrecerá café. Entonces te presentará a Clayton. Y ese hermoso rostro que admirarás será la última cosa que verás. Es decir si todavía estoy viva. Si muero aquí, yo realmente no te recomendaría que fueras a ninguna parte cerca del Estado de Nueva York. El infierno por el que pasas ahora no es nada comparado con lo que Clay te hará si muero.
La puerta de cuarto de baño se cerró de golpe -Tratas de asustarme.
Me reí -Lo sabes mejor, Sondra. Conociste a Patrick Lake. Sabes lo que son los callejeros. Conoces la reputación de Clay. Te ofrezco una salida. Ayúdame a escapar y me aseguraré de que Jeremy te ayude.
– ¿Por qué debería creer que mantendrías tu palabra?
– Porque soy un lobo de la manada, y no me degradaría mintiendo a un callejero. Para mí, eso es lo que eres. Un callejero útil, pero un callejero después de todo.
Bauer no contestó. Durante una hora nos quedamos silenciosas en nuestras respectivas celdas. Luego, tranquilamente, su voz apenas más fuerte que un susurro, Bauer estuvo de acuerdo. Y nos fuimos a dormir.