VUELTA

Dos días más tarde, déjábamos el motel. Volvíamos.

Habíamos pasado los dos días anteriores planeando. Finalmente Jeremy estuvo de acuerdo en que teníamos toda la información que probablemente conseguiríamos y no había ningún sentido en retrasar nuestra vuelta. Paige se había irritado con el retraso, pero no había tratado de escaparse, probablemente porque Jeremy o yo habíamos estado casi las veinticuatro horas del día asegurándonos que ella no lo hacía. Me había cambiado a su cuarto, dejando a Cassandra tener un cuarto propio, lo cual no sólo ayudaba a asegurar que Paige no desapareciera por la noche, sino que me hacía sentir mucho mejor acerca de su seguridad personal. En cuanto a Cassandra, pues ella podía cuidar de sí misma.

Para el viaje al complejo, partimos el grupo en dos caminonetas, basadas en los dos grupos que formaríamos una vez que llegásemos. El plan era que Jeremy, Cassandra, y Kenneth esperasen en la retaguardia mientras Clay, Adam, Paige, y yo forzábamos la entrada y borrábamos toda la resistencia inicial. Habíamos discutido en qué grupo debía estar Paige. Como líder de Aquelarre -y alguien poco acostumbrado a los enfrentamientos- ella debería haberse quedado atrás con Jeremy. Sin embargo, ella sostuvo que sus hechizos podrían ser inestimables en la protección del grupo de primera línea. Podía abrir puertas, cubrirnos, aturdir atacantes, comunicarse con Kenneth y la lista continuaba. Además, ella realmente quería hacer esto, a diferencia de Cassandra, que no había mostrado ningún interés en tomar un papel más activo. Al final, la persistencia de Paige había dado resultado, y habíamos estado de acuerdo en que debía unirse a mi grupo.

Conduje el segundo coche, porque Paige rechazaba poner el pie en ningún vehículo con Clay detrás del volante y Clay rechazaba sentarse en el asiento trasero de ninguna aprendiz de bruja -líder de Aquelarre o no- de modo que si queríamos salir alguna vez del aparcamiento, la tarea de conducir recaía en mí. Antes de que nos amontonáramos en el coche, noté a Clay lanzarle miradas a Jeremy mientras él se subió al otro vehículo.

– Puedes ir con él si quieres -dije.

– No -dijo Clay-. Él tiene razón. Tenemos que hablar de nuestras estrategias durante el viaje, de modo que esto tiene sentido. Además, no es como si no lo hubiera dejado solo antes.

– Lo siento.

– ¿Qué cosa?

– Alejarme ese día. No tener cuidado. Permitirme ser secuestrada. Perder el contacto con ustedes. Hacerlos…

Él presionó sus labios sobre los míos, interrumpiéndome -No me tienes que obligar a hacer nada. Decidí venir tras de ti.

– Es sólo que odio… -Me calmé y me encogí de hombros-. Ya sabes, ponerte en una posición donde… -lancé una mirada a Jeremy y exhalé-. Hacerte elegir.

Clay se rió -¿“Hacerme elegir”? Querida, vivimos con el tipo ese. Compartimos una casa, cuentas bancarias, incluso vacaciones. Nunca estamos solos y nunca he oído que pronuncies una palabra de queja. Tú nunca me has pedido que elija, y no tienes ni idea de lo agradecido que estoy por ello, porque si alguna vez tuviera que escoger, sería a ti, no importando lo que eso signifique para la Manada.

– Yo nunca te haría eso.

– Razón por la cual sé cuánto me amas. Sí, me siento hecho una mierda por haber abandonado a Jeremy, pero él lo entiende, y no lo lamento, aun si lograste liberarte sin mi ayuda -Él se echó atrás para mirarme-. Ahora, ¿Estás bien con esto? ¿Sobre volver? Porque si no…

– Estoy bien. Quiero terminarlo. Quiero terminar esto, decir adiós a toda esa gente agradable e irme a casa, a nuestra propia casa, nuestras camas, y estar solos.

– Razonablemente solos -dijo Clay echando otro vistazo hacia Jeremy.

– Lo suficiente.

– Vamos a hacerlo, entonces.


***

Cuando Clay y yo habíamos escapado de las tierras del complejo, habíamos usado el camino de servicio principal que se bifurcaba al final de la salida Oeste de la propiedad. Definitivamente no era la ruta más segura, pero Clay no había sido capaz de encontrar otra. Esta vez usábamos un camino surcado que se remontaba a varios dueños de propiedad. Paige lo había descubierto hackeando archivos de propiedad y viejas inspecciones. Sí, dije hackeando, como en hacking de ordenadores. Cuando ella me dijo como había conseguido la información, yo le había pedido que me lo repitiera, varias veces. Quizás mis prejuicios salían a la luz, pero cuando me imaginaba a un hacker, pensaba en alguien como Tyrone Winsloe, sólo que sin dinero y peor higiene. Paige rápidamente me corrigió: ella no era un hacker; era una programadora profesional de ordenadores que sabía hackear. Sonaba algo quisquilloso para mí, pero mantuve mi boca cerrada. Sin embargo ella obtuvo la información, y yo estaba agradecida. Lo estábamos… incluso Clay. Las viejas inspecciones habían mostrado todos los caminos anteriores que se entrecruzaban en la propiedad. Probamos varios y elegimos el que estaba a la mitad entre camino aislado y accesible. Conduje unos cientos de metros a lo largo de él, luego me detuve para nuestra cita de preasalto final con Jeremy.


***

Veinte minutos más tarde, estaba sentada en un viejo árbol hablando con Paige mientras Clay y Adam estudiaban minuciosamente los mapas. Jeremy nos había dado nuestras instrucciones y hablaba ahora de detalles de última hora con Kenneth. Paige y Kenneth actuarían como enlaces telepáticos entre los dos grupos, permitiéndonos comunicarnos sin radios o teléfonos celulares. Enlaces telepáticos. La frase se deslizaba tan fácilmente de mi lengua mental. Atemorizante, realmente. ¿Hechizos de agarre, hechicería, proyección astral, telepatía, telequinesis, teleportación? ¿Alguna vez oiría esas palabras fuera de un episodio de los Expedientes X? Ahora estaba parada en una arboleda con una bruja, un medio demonio, un vampiro, y un chamán, planeando acabar con un complot infame para usurpar nuestros poderes y alterar el destino de la especie humana. Conversando sobre sus teorías de conspiración.

Después de unos pocos minutos hablando con Kenneth, Jeremy hizo un gesto a Paige. Me quedé donde estaba.

– ¿Te molesta esto? -me preguntó Cassandra, avanzando hacia mí-. ¿Estar de vuelta?

Me encogí de hombros. No habíamos hablado mucho en los pocos días anteriores. Mi elección. No importando lo que Cassandra hubiera hecho o no en mi ausencia, su abandono de Paige en un momento tan sensible era imperdonable. A pesar de lo que Clay pensaba de Paige, ella me gustaba. Tenía el espíritu y una profundidad de altruismo que realmente admiraba. Incluso Clay había comenzado a acercarse a ella a lo largo de los dos últimos días, lo que sólo hacía la insensibilidad de Cassandra tanto más incomprensible. Incluso después de que yo le había dicho a Cassandra, categóricamente, que me largaba con Paige porque ella esquivaba sus responsabilidades, ella no había mostrado ninguna punzada de remordimiento. Y acusaba a Clay de ser autoabsorbente.

– Ten cuidado allí -continuó Cassandra-. Recuerda lo que Jeremy dijo. No sabes que tipo de seguridad extra suplementaria ellos pueden haber implementado desde tu fuga. Quiero decir antes de que fueras secuestrada. Me gustaría llegar a conocerte mejor, Elena. Asegurémonos de tener esa oportunidad -Ella puso su mano en mi antebrazo y sonrió, sus ojos centelleando de un modo salvaje-. Debo confesar que espero con mucha ilusión esto. No hay muchas oportunidades de caos en mi vida en estos días.

Paige se unió a nosotras -Bien, Cass, si realmente quieres un poco de diversión y excitación, siempre podrías cambiar de opinión y unirte a nosotros en la primera línea. Oh, pero no es eso lo que querías decir, ¿verdad? Quieres caos controlado, sin riesgo.

– Mis habilidades son mejor satisfechas en la segunda ola del ataque -dijo Cassandra, riéndose de Paige como si embromara a un niño grosero.

Clay se acercó -Y no quiero a nadie con nosotros que no quiera estar allí -Él tomó mi brazo, retirándolo de-manera-no-tan-sutil del asimiento de Cassandra-. Jeremy tiene algunas instrucciones de última hora para ti, querida.

– Déjame adivinar -dije-. Ten cuidado. No te lances de cabeza. No tomes riesgos innecesarios.

Clay sonrió abiertamente -Nah. Jeremy confía en ti. Es más bien: “asegúrate de que Clay sea cuidadoso”, “asegúrate que él no se lance de cabeza”, “asegúrate que él no toma riesgos innecesarios”. Instrucciones de niñera.

Puse mis ojos en blanco y me dirigí hacia Jeremy. Él estaba solo, inclinándose sobre un mapa en la capota de un coche. Mientras me acercaba, él dobló el mapa sin alzar la vista.

– Tú serás la responsable ahí, Elena -dijo cuando se dio vuelta.

– Conozco la rutina. Voy tras Clay. Marco la pauta. Me aseguro de que mantiene el control.

– Tú ordenarás los tiros. Él sabe eso.

– ¿Y Adam y Paige? ¿Saben esto?

– No importa. Adam seguirá el ejemplo de Clay. Paige sabrá que es mejor unirse a las posiciones de mando en el campo de batalla. Toma el control y ellos te seguirán.

– Lo intentaré.

– Una cosa más. Permanence con Clay. Si se separan, estarán demasiado preocupados el uno del otro para concentrarse en sus tareas. No importa cuán malas se pongan las cosas, manténganse unidos. No tomes ningún riesgo.

– Lo sé.

– Lo que quiero decir -Él extendió la mano y quitó una hebra de pelo que se escapaba sobre mi hombro-. Sé que estás enferma de oírlo, pero no tomes ningún riesgo. Por favor.

– Me quedaré detrás de él.

– Eso no es lo que quiero decir. Lo sabes.

Asentí con la cabeza y besé su mejilla -Tendré cuidado. Por nosotros dos.


***

Paso uno: Inspeccionar las tierras.

Clay, Paige, Adam, y yo seguimos el camino de servicio por dos kilómetros, punto en el cual cambiamos nuestra dirección hacia el norte, alejándonos del complejo, lo que implicaba que teníamos que terminar el viaje con una difícil caminata de medio kilómetro a través de la espesa forestación. Una vez que estuvimos lo bastante cerca para ver el complejo, nos detuvimos y rodeamos el perímetro, quedándonos lo bastante lejos, al interior del bosque como para poder aún ser capaces de ver la planicie abierta que rodeaba el edificio. Miramos, escuchamos, y olimos buscando a alguien fuera de las paredes deel edificio. Según Clay, de acuerdo con sus observaciones anteriores, la gente venía afuera por tres motivos solos: fumar, alimentar los perros, y abandonar el lugar. Abandonar el lugar significaba conducir una de las cuatro SUVs aparcadas en un garaje cercano. Nadie se marchaba a pie y nadie iba a pasear al bosque. Estos tipos no eran amantes de la naturaleza. Nuestro paseo alrededor del perímetro confirmó que nadie estaba afuera.

Paso dos: Matar los perros.

Durante el anterior reconocimiento de Clay, él había encontrado la perrera. Estaba en un edificio ceniciento construido a treinta metros al interior del bosque, como si deliberadamente hubiera sido construida lejos del complejo para eliminar el ruido. Estos perros eran para rastrear y matar, no para hacer guardia. A medida que nos acercábamos a la perrera, yo podría entender por qué. Cada pocos minutos uno de los perros comenzaba un estruendo infernal, ladrándole a algo en el bosque, ladrándole a un compañero de celda, o sólo ladrando de espantoso aburrimiento. Aunque los perros no alertasen a nadie de nuestra presencia, aún así teníamos que deshacernos de ellos. Yo había visto lo que eran capaces de hacerme como lobo. No quería pensar cuanto daño podrían hacerme estando en forma humana. Una vez que los guardias comprendieran que estábamos en el complejo, alguien buscaría a los perros, y harían lo que habían sido entrenados para hacer, es decir, rasgarnos en partes.

Rodeamos la residencia por el sur, moviéndonos con el viento. El edificio medía veinte metros por diez con una valla a aproximadamente un metro. Tal como Clay había descubierto en su visita anterior, no haía guardias apostados en la perrera. Tampoco había ninguna medida de seguridad en el lugar para proteger a los animales. Sólo un candado de jardín aseguraba la puerta.

Una vez que estuvimo junto a la perrera, conté los perros separando sus olores. Tres. Mientras Clay, Adam, y yo nos arrastrábamos avanzando, Paige lanzó un hechizo de cobertura. Este era el mismo hechizo que Ruth había lanzado en el callejón de Pittsburgh, lo que significaba que éramos invisibles sólo si nos quedábamos quietos. Cuando nos movíamos, nuestras imágenes se deformaban, pero eran visibles. Eso funcionaba bien con los perros, confundiéndolo el tiempo suficiente para que Clay rompiera el candado y los tres pudiéramos entrar. Clay y yo matamos nuestros objetivos fácilmente, pero Adam se enredó con el movimiento que le habíamos enseñado. No era su culpa. La mayoría de las personas no son expertas en romper cuellos. El perro logró hacer cuatro surcos sangrientos en el brazo de Adam antes de que Clay terminara el trabajo. Paige trató de inspeccionar la herida, pero Adam se alejó de ella y ayudó a Clay a arrastrar los cadáveres de perro desde la perrera.

Paso tres: Inutilizar los vehículos.

Esto era una cosa que ni Clay ni yo podíamos hacer. ¿Por qué? Porque ambos somos tan mecánicamente inútiles que raramente le poníamos gas nosotros mismos al vehículo por miedo a meter la para de alguna manera y hacer que el coche se prendiera en llamas delante de nuestros propios ojos. Aquí estaba la posibilidad de Adam de compensar con el problema al romper el cuello del perro. Luego de que rompimos las cerraduras de las puertas, Adam abrió las capotas, tiró unos alambres y cosas metálicas, y declaró que los vehículos estaban inservibles. Todo lo que Clay y yo podíamos hacer era mirar. Peor aún, Paige aconsejó a Adam sobre unos modos de hacer el daño menos detectable, para que ni siquiera los guardias con inclinaciones mecánicas pudieran deducir rápidamente y arreglar el problema. No era que tuviera envidia. ¿A quien le importaba si podías cambiar el petróleo del motor cuándo podías romper el cuello de un rottweiler en 2.8 segundos? Esa sí era una habilidad práctica.

Paso cuatro: Entrar en el complejo.

Bien, ahora las cosas se ponían duras. En las películas, los héroes siempre entran en edificios aparentemente impenetrables por un conducto calentador o un eje de ventilación o la entrada de servicio. En la vida real, si alguien pasa por todo el fastidio de crear un sistema de seguridad complicado, no tienen unos ejes de ventilación de 3 x 3 metros asegurados sólo con una rejilla metálica y cuatro tornillos. A menos que fueran realmente, realmente estúpidos. Estos tipos no lo eran. Infiernos, ni siquiera tenían de esas aberturas de aire con un aspa girando, muy afilada que nos haría pedacitos si no pásabamos entre las láminas exactamente en el momento correcto. ¡No! Nada de ese tipo de diversión. Ni siquiera ventanas pasadas de moda. Sólo un camino hacia dentro y hacia afuera. La puerta principal.


***

Cuando Clay había explorado el complejo durante mi cautiverio, había descubierto que los guardias se unían en ese ritual sagrado de los trabajadores en todas partes -el paquete en común: los fumadores acérrimos condenados a acurrucarse juntos contra los elementos. Obviamente ni siquiera los infames proyectos secretos estaban libres de humo estos días. Habiendo determinado que había sólo un camino hacia el complejo, teníamos que pasar por el sistema de seguridad. Esto significaba que necesitábamos de una mano válida y retina. Ya que no necesitábamos de un par bueno de pulmones, uno de los fumadores funcionaría bien.

Nos colocamos en los bosques al lado de la puerta de salida y esperamos. Veinticinco minutos más tarde, dos guardias salieron y encendieron un cigarro. Clay y yo elegimos uno cada uno y lo matamos. Ningún guardia nos vio, quizás demasiado embelesados por esa primera inundación de nicotina. Habían terminado apenas un cuarto de sus cigarrillos antes de que los curáramos del hábito.

Arrastramos los cadáveres alrededor de treinta metros hacia los bosques. Entonces Clay dejó caer el suyo y sacó una bolsa de basura doblada de su bolsillo trasero.

– Él no va a caber en eso -dijo Paige.

Clay abrió la bolsa -Partes de él si cabrán.

– Tú no vas… -Paige palideció y yo casi pude ver los destellos de un incidente de “cabeza decapitada en la bolsa” pasando por su mente- ¿Por qué no puedes simplemente sostenerlo frente a la cámara de seguridad?

– Porque, de acuedo con Elena, tendremos que pasar más seguridad dentro, y si te gusta la idea de arrastrar dos-cadáveres-de-noventa-kilogramos, hazlo por favor.

– No veo por qué…

Adam comenzó a tararear. Como Paige giró para fulminarle con la mirada, reconocí la melodía.

– “Little Miss Can Be Wrong” [12] -murmuré… e intenté con fuerza sofocar la risa.

Adam sonrió abiertamente -Clay la llamó eso una vez cuando estabas lejos. Si ella comienza a hacerse la mandona, hay que cantarlo. La hace quedarse callada cada vez.

– Trata de cantarla otra vez y verás lo que pasa -dijo Paige.

La sonrisa de Adam se ensanchó -¿Qué vas a hacerme, convertirme en un sapo?

Paige pretendió no oírlo -¿Elena, sabías que una de las principales acusaciones contra las brujas durante la Inquisición era que causaban impotencia?

– Ummm, no -dije.

– No sólo impotencia psicológica sin embargo -dijo Paige-. Los hombres acusaban a las brujas de remover sus penes, literalmente. Ellos pensaban que los coleccionábamos en pequeñas cajas donde se movían y comían avena y el maíz. Incluso hay una historia en el Malleus Maleficarum sobre un tipo que fue a una bruja para pedir que le devolviera su pene. Ella le dijo que subiera a un árbol, donde encontraría algunos en el nido de un ave. Él lo hizo y, por supuesto, trató de tomar el más grande, pero la bruja le dijo que no podía tener ese porque pertenecía al sacerdote de la parroquia.

Me reí.

– Hombres -dijo Paige-. Acusan a las mujeres de cualquier cosa -Ella hizo una pausa y lanzó una mirada a Adam-. Por supuesto, es una situación tan extravagante, que uno no puede menos que preguntarse si no hay un grano de verdad en ella.

Adam fingió tragar -Personalmente, prefiero ser un sapo.

– Entonces deja tu carrera como cantante o la continuarás como soprano.

Me reí y eché un vistazo a Clay. Él estaba sosteniendo su brazo derecho recto y lo afirmaba con su mano izquierda. El sudor moteaba su frente mientras los músculos bajo su antebrazo comenzaban a palpitar.

– ¿Qué estás…? -comenzó Paige.

La hice señas para que se callara. Ahora no era realmente un buen momento para molestar a Clay. Ya que no podíamos andar a rastras con una caja de herramientas, él tenía que improvisar un modo de sacar la cabeza del muerto y la mano.

Adam contempló la mano de Clay cuando comenzó a transformarse en una garra -Tiene que ser la cosa más espectacular que he visto alguna vez. O la más obscena.

– Ven aquí -dije a Paige-. Esto no es algo que quieras ver.

Nos alejamos hacia el bosque. Paige mantuvo su mirada entrenada en un árbol a la distancia, su mejilla moviéndose nerviosamente, como si intentando sin éxito no pensar sobre lo que pasaba detrás de nosotros. Hubo un sonido húmedo de algo rasgándose, luego un ruido sordo embotado cuando la cabeza decapitada del guardia golpeó la tierra.

– Nop -dijo Adam-. Fue la más obscena. Manos abajo.

– Cabezas abajo -dijo Clay-. La mano es la siguiente.

Adam se apresuró hacia Paige y yo.

– Ya sabes -dijo Paige, mirando a Adam-. Siempre pensé que “ponerse verde” era sólo una expresión. Creo que no.

– Continúa y ríete,- dijo Adam-. Esa es una ventaja de mis poderes, sin embargo. La incineración de carne puede oler horrible, pero al menos es sin sangre.

– De acuerdo -dijo Clay, saliendo del bosque-. Estoy listo. Entremos.

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