DEMOSTRACIÓN

– Te estás perdiendo toda la diversión, querida -dijo Katzen cuando Leah salió de su celda-. Por qué no pones a la muchacha en un lugar seguro mientras trato con esto.

Leah parpadeó, momentáneamente desorientada mientras exploraba el pasillo, su mirada cruzándose con las figuras desconocidas de Clay, Adam, y Paige. Corrí a Savannah de mi regazo y me puse de pie. Leah vio el movimiento y se dio vuelta.

– Debería haberlo adivinado -dijo ella-. Bienvenida de vuelta, Elena.

Clay avanzó hacia nosotros, tratando de no llamar su atención hasta que estuviera bastante cerca para embestir. Al otro lado de la barrera invisible, Adam se paseaba, sus ojos ardiendo sin llamas. Di un paso en frente de Savannah.

– Ni siquiera lo pienses -dije.

– ¿Leah? -dijo Savannah, todavía pareciendo aturdida. Ella luchó y se puso de pie detrás de mí-. ¿Pue… puedes ayudarnos?

Leah sonrió-.Por supuesto que puedo.

Me lancé hacia Leah. Algo me golpeó detrás de la cabeza. Cuando me tiré hacia adelante, todo se volvió oscuro. Volví a la consciencia cuando me golpeé contra el suelo de cemento. Los brazos de Clay estaban alrededor de mí, tirándome.

– Savannah -dije, poniéndome de pie.

Me tambaleé, todavía aturdida por el golpe. El cuarto daba vueltas. La sangre goteaba caliente por mi espalda. Clay trató de estabilizarme, pero lo aparté.

– Ayuda a Savannah -dije.

Clay agarró a Savannah, quién ahora estaba de pie delante de nosotros. Pero su mano no entró en contacto. Se detuvo en seco como cuando él había golpeado la barrera invisible alrededor de Katzen y Paige.

– Ninguna interferencia de ti, werewolf -dijo Katzen-. No necesitamos a tu clase o al demonio de fuego. Toma a tu amigo y a tu compañera, y vete antes de que esta bruja afile mi apetito por un desafío más fuerte.

Me tambaleé hacia adelante y choqué con la barrera que rodeaba a Savannah y a Leah. Mi cabeza todavía giraba. Cuando aporreé mis puños contra la pared invisible, la fuerza de mis propios golpes me envió tropezando atrás. Cuando Clay me agarró, vi algo en el suelo. Un libro, probablemente de la celda de Katzen. La esquina estaba pegoteada con sangre. Mi sangre. Lo contemplé. Un libro. Leah me había golpeado con un ordinario libro, lanzado con fuerza bastante para dejarme pasmada y sangrando. Miré a Savannah y el miedo me llenó.

– Déjala ir -dije-. Es sólo una niña.

Leah puso los ojos en blanco -No me tires toda esa mierda de la ‘niña inocente’, Elena. Savannah tiene doce años. Apenas una niña. Y apenas inocente -Ella se rió de Savannah-. Pero no me importa eso. Cuidaré de ti.

Savannah me miró luego a Leah, todavía aturdida. En ese momento comprendí de lo que había sido capaz Leah, organizando todos esos acontecimientos de objetos voladores y culpando a Savannah. Ella había tratado de hacerse la única aliada de la muchacha, la única a quién ella aceptaría pasara lo que pasara. Además, Leah se había aliado de alguna manera con Katzen, tal como Paige había sospechado. Juntos habían organizado el espectáculo de entero horror de la noche que me escapé. ¿Pero con qué objetivo? No importaba. Ahora mismo todo lo que importaba era que Paige estaba atrapada con Katzen, y Savannah estaba en peligro de irse con Leah. Yo no podía hacer mucho con la primera parte, pero la segunda…

– Ella es inocente -dije-. Inocente de todo lo que pasó aquí. Por qué no le cuentas quién atacó realmente todos esos guardias, quién mató realmente a Ruth Winterbourne. Objetos volantes… un medio demonio telekinético. Hmmm, ¿Podría haber allí una conexión?

– Pero… -Savannah parpadeó mirándome a mí, luego a Leah-. Tú -no harías eso.

– Por supuesto que no -dijo Leah-. Yo nunca te hubiera hecho daño, Savannah.

– ¿No? -Dije-. ¿Y los cristales que volaban? ¿Piensas que cosquilleaban? Pero no estabas allí, ¿verdad? Cómodamente apareciste después de que hubo terminado.

La mirada fija de Savannah pasó de Leah a mí y luego de vuelta.

– De acuerdo -dijo ella tranquilamente-. Si eres mi amiga, Leah, entonces déjalos ir. Dile que deje ir a Paige. Ella no hizo nada malo. Déjales ir e iré con vosotros.

– No puedo hacer eso, Savannah -dijo Leah-. Ellos no te entienden. Ellos te llevarán y, cuando las cosas se estropeen, no entenderán. Soy la única…

– ¡No! -gritó Savannah.

Su cuerpo se sacudió. Durante un momento, pensé que Katzen la tenía otra vez. Me lanzé hacia la barrera, luego vi la mirada en la cara de Savannah. Sus ojos ardían y sus rasgos estaban torcidos de rabia. Sus labios se movieron.

Leah extendió una mano hacia la muchacha, luego se congeló a mitad del movimiento. La confusión vaciló en sus ojos, luego una creciente comprensión, luego una pequeña muestra de miedo. Ella no se movió. Ni siquiera un músculo. Miré a Savannah. Sus ojos estaban fijos en Leah.

– Mi Dios -susurró Paige-. Ella la ha ligado.

Katzen no pareció notar que Paige había reaparecido, rompiendo su hechizo de cobertura. En vez de eso, contempló a Savannah, luego comenzó a reírse.

– Ahora hay poder -dijo. Él miró a Paige que estaba sentada en el suelo-. Ese es un hechizo de agarre, bruja. Tal vez deberías haberle pedido lecciones antes de que decidieras lanzarme uno. Demasiado mal. Yo habría disfrutado de una verdadera prueba.

Él chistó su mano y Paige voló hacia la pared. Ella golpeó el suelo rodando y desapareció. Katzen renovó su búsqueda pisando fuerte. Detrás de ellos, Savannah esaba de pie de espaldas a la acción, ligando a Leah. Adam, Clay, y yo mirábamos, indefensos, nuestra atención partida entre las dos batallas.

Paige brilló cuando lanzó un hechizo. Katzen giró a tiempo para verla a un metro detrás de él, y sus pies volaron, agarrándola en el estómago antes de que ella terminara las palabras. Resollando, Paige rodó fuera de su camino y luchó para ponerse en pie. Ella repitió el hechizo. Otra esfera encendida hizo erupción de la nada, golpeando a Katzen entre los homóplatos y haciéndolo caer de sus rodillas. Mientras él caía, levantó sus manos y Paige fue lanzada por el aire, precipitándose contra el techo. Ella dijo algo y el hechizo del hechicero se rompió repentinamente, dejándola caer al suelo con un ruido sordo y discordante de huesos. Ella rodó y desapareció detrás de otro hechizo de cobertura.

– Un repertorio impresionante pero tristemente limitado -dijo Katzen, poniéndose de pies-. Esas pelotas de fuego no me matarán, bruja. Sabes eso.

– Oh, lo sé -dijo Paige, apareciendo a unos diez metros detrás de él.

Katzen giró para afrontar a Paige. Ella se sentó con las piernas cruzadas en el suelo, no haciendo ningún movimiento para ponerse de pie.

– Pero apostaré a que puedo matarte -dijo ella-. De hecho, puedo hacerlo sin tocarte, sin siquiera pararme.

Katzen se rió -Oh, aquí vamos. El señuelo. Haz todo lo posible, bruja. Entonces haré lo mío.

Paige cerró sus ojos y dijo unas palabras. Katzen se enderezó. Contuve mi aliento. Pero nada pasó. Katzen vaciló, luego comenzó a reír. Paige giró su cabeza y miró a Clay. Él capturó su mirada y asintió con la cabeza, luego dio un paso hacia la pared invisible… y caminó directamente a través de ella. La barrera se había ido. Katzen no lo notó.

– Maldición -refunfuñó Paige-. ¿Puedo uh… intentarlo otra vez?

Katzen rugió de risa. Salté sobre mis pies y me lancé hacia él. Clay y Adán embistieron al mismo tiempo, y los tres golpeamos a Katzen juntos. Sus manos volaron para lanzar un hechizo. Atrapé sus muñecas, apretándola tan fuerte que rompí sus huesos. Katzen jadeó. Clay agarró su cabeza y la giró. El cuerpo del hechicero convulsionó, golpeando a Adam en su lado herido y lanzándolo hacia atrás. Luego Katzen se quedó quieto. Clay comprobó su pulso, esperado que su corazón de detuviera, luego lo dejó caer.

– Está muerto.

La declaración no vino de Clay, sino desde más allá del pasillo. De Savannah. Nos dimos vuelta para ver a Leah que todavía estaba hechizada, su espalda hacia nosotros. Ella no había se dado vuelta. No había visto la lucha, incapaz de quitar sus ojos de Leah sin romper el hechizo.

– Está muerto -dijo otra vez, y comprendí que se dirigía a Leah-. Ha terminado.

La cara de Leah estaba blanca. El ultraje y la pena inundaron sus ojos. Un trueno llenó el cuarto. Un fuerte crack. Luego otro. Un pedazo de yeso voló de la pared detrás de mí. Las ampolletas explotaron. Giré hacia Savannah mientras una silla salía de la celda de Katzen. Ésta golpeó a Savannah en la espalda y ella se encogió. Me precipité hacia ella, pero no lo bastante rápido. Ella cayó hacia atrás al suelo. Paige y yo la agarramos al mismo tiempo. El cristal se arremolinaba alrededor de nosotros, mezclándose con un torbellino de polvo de yeso que caía. Clay gritó. Luego Adam. Paige y yo nos inclinamos sobre Savannah, protegiéndola de la granizada de escombros. Entonces, tan de repente como había comenzado, se detuvo. Y Leah se había ido.


***

Clay y yo seguimos el rastro de Leah fuera, pero no alejamos antes de que una voz familiar nos llamara. Jeremy salió de los bosques, Cassandra y Kenneth iban detrás.

– ¿Qué pasó? -preguntó Jeremy, tomando en nuestra ropa cubierta por polvo y de cristales rotos.

Extendiendo la mano, él limpió un poco de sangre de mi mejilla. Me apoyé contra él, cerrando mis ojos para permitirme un breve momento de paz.

– ¿Estás bien? -murmuró él.

– Viva -dije-. Todos lo estamos.

Di a Jeremy un informe completo, que concluía con la fuga de Leah. Aunque yo quería ir tras ella inmediatamente, Jeremy rechazó ese plan. Él estaba más preocupado por detener a Tyrone Winsloe y descubrir a cualquier empleado que quedase. Si Leah estaba huyendo, no planteaba ningún peligro inmediato. Era un paseo largo al teléfono más cercano. Podríamos detenerla más tarde. Ahora mismo teníamos que asegurarnos de que ninguna persona abandonara el complejo y se llevara nuestros secretos con ellos.

– Clay y yo iremos a buscar a Winsloe -dije.

– Iré con ustedes -dijo Cassandra-. Encontramos sólo un guardia, y Jeremy se ocupó de él. Tyrone Winsloe puede ser mi última posibilidad de tener un combate real.

– Elena y yo podemos manejar esto -dijo Clay-. Si quieres algo para hacer, Cassandra, anda al segundo piso, y ve si puedes encontrar algún alimento caliente.

Cassandra sólo sonrió -No, gracias, Clayton. Esperaré a Winsloe. Él debería estar completamente caliente cuando termines con él.

– Oh, esto me recuerda -dije-. Todavía hay un cautivo abandonado. Podría ser un vampiro, pero no estamos seguros. ¿Podrías mirar, Cassandra? Si él es un vampiro, puedes decirme si es seguro liberarlo. ¿Lo sabrías, verdad?

Ella asintió con la cabeza -No hay muchos vampiros en Norteamérica. Si él es uno de nosotros, debería reconocerlo.

Después de que volvimos al bloque de celdas, conduje a Cassandra abajo por el pasillo hacia el cautivo restante. Mientras andábamos, traté de idear un modo de impedir a Cassandra que nos acompañara a Clay y a mí en nuestra búsqueda de Winsloe. No la quería allí. Winsloe era el mío. Se lo debía por todo lo que había hecho, todo que había amenazado con hacer. Su muerte era un asunto personal, algo que yo compartiría sólo con Clay.

Llegamos a la celda antes de que ideara un plan. Cassandra echó una mirada al hombre dentro y parpadeó. Con fuerza.

– ¿Lo conoces? -Pregunté.

Ella hizo una pausa, pareciendo discutir si habia que mentir -Él es un vampiro.

Interpreté eso como que significaba que lo conocía realmente-.¿Es peligroso?

– No realmente. Tampoco muy útil. Yo no tendría ninguna prisa en liberarlo. Él sólo estorbará. Podemos volver más tarde.

Ella se dio la vuelta para irse. Agarré su brazo. Su piel era fresca al toque, como alguien que hubiera pasado el día en una oficina con aire acondicionado.

– ¿Y si algo pasa y no podemos liberarlo más tarde? -Dije-. ¿O es una posibilidad que quieres tomar, como cuándo yo estaba cautiva?

Las palabras salieron de mi boca antes de que yo las comprendiera. Cassandra se dio vuelta y estudió mi cara.

– Entonces Clayton te contó-dijo ella-. Yo habría pensado que él querría cuidar tus sentimientos. No es como esto, Elena. Eres un werewolf. Un guerrero. Un guerrero brillante, inventivo. No necesitó mi ayuda para escapar. No había nada que pudiera haber hecho.

– ¿Y los demás? Los aconsejaste para que no me ayudaran. Que me dejaran podrirme aquí.

Cassandra suspiró -No fue así, Elena.

– ¿Y la cosa con Clay? ¿Haciéndole una invitación antes de que mi lado de la cama estuviera frío?

– Yo no lo llamaría ‘una invitación’. Clayton es un hombre muy intrigante. Quizás yo estaba un poco demasiado intrigada, pero difícilmente puedes culparme por eso. Ahora estás de vuelta. Él es tu hombre. Respeto eso. No tienes que preocuparte por mí.

Sonreí, enseñando los dientes -Confía en mí, Cassandra, no estaba preocupada -Eché un vistazo al hombre en la celda-. Pero estoy preocupada por este pobre tipo. Lo dejaré libre.

Cassandra palideció, luego rápidamente recuperó su calma -Hazlo.

Ella se dio vuelta y se encaminó por el pasillo, caminando más rápido de lo que yo la había visto alguna vez moverse. ¿Huyendo de la escena? Hmmm.

Abrí la puerta de la celda. El hombre se dio vuelta y me dirigió un vistazo cauteloso.

– ¿Sí? -dijo él, cortés, pero frío.

– Hola, soy Elena -Extendí mi mano-. Tu rescate del día.

– ¿Oh? -Todavía frío. Un arqueo de cejas. Ningún esfuerzo para sacudir mi mano.

– ¿Quieres salir? -Pregunté.

Él sonrió, un poco de calor descongelando la frialdad -Realmente, me sentía completamente cómodo aquí, pero si insistes, supongo que podría arrancarme.

– Tenemos a una viejo amiga tuya con nosotros. Ella está impaciente por verte.

– ¿Amiga?

– Cassandra… No estoy segura del apellido. Pelo castaño rojizo. Ojos verdes. Vampiro.

– ¿Cassandra? -Sus ojos se estrecharon-. ¿Dónde?

– Derecho por ese pasillo.

Me asomé por la puerta. El hombre pasó por delante de mí y marchó hacia el pasillo.

– ¡Cassandra! -gritó.

A mitad de camino opr el pasillo, Cassandra se dio vuelta. Lentamente.

– ¡Aaron! -llamó ella. Sus labios se estiraron en una amplia sonrisa cuando se devolvió hacia a nosotros-. ¿Mi Dios, realmente eres tú? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Todos estos años y ya sabes, no has cambiado ni siquiera un poco.

– Muy gracioso -dijo Aaron-. Ahora, Cass…

Ella juntó sus manos con las suyas y le dio un beso en la mejilla-.No puedo creer esto. ¿Cuándo fue la última vez que te vi? Mil novecientos setenta, ¿verdad? ¿Filadelfia?

– Mil novecientos treinta y uno, Rumania -gruñó Aaron, soltándose del abrazo de Cassandra-. Quinta parada de nuestro Magnífico Viaje. Podríamos haber ido a Praga, Varsovia, Kiev, pero no, tenías que detenerte en algún remanso rumano para divertirte jugando a Dracula con los campesinos. Y estoy seguro que habría sido muy divertido si no hubieras sido encerrada con llave en un sótano de iglesia durante tres días y casi te ahogaras en una tina de agua bendita.

– Eso fue un error -murmuró Cassandra.

– ¿Error? ¡Tú me abandonaste allí!

– ¿Ella te abandonó? -Dije-. Imagínense esto.

– Oh, no -dijo Aaron, su mirada aburrida encima de Cassandra-. Ella no sólo me abandonó. Ella me entregó. Su pequeña travesura se descontroló, y cuando la muchedumbre vino, ella se salvó entregándome.

– No fue así -dijo Cassandra.

– Estoy segura de que no fue -dije-. Bien, supongo que ustedes dos tienen mucho que conversar. Sigue adelante, Cassandra. Clay y yo podemos manejar a Winsloe.

Cuando me alejé, Cassandra trató de seguirme, pero Aaron agarró su brazo. Ellos todavía estaba discutiendo mientras Clay y yo dejábamos el bloque celdas célula para buscar a Winsloe.

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