Para Phyllis,
que me hizo meter los dragones.
Si los ladrillos no están bien hechos, las paredes se caen.
Lo que estoy construyendo aquí es una pared enorme, por lo que necesito montones de ladrillos.
Por suerte conozco a muchos que los fabrican, así como a toda clase de personas útiles.
Una vez más, mi agradecimiento para esos buenos amigos que con tanta gentileza pusieron a mi disposición sus conocimientos (y en algunos casos hasta sus libros) para que mis ladrillos fueran sólidos y de buena calidad:
a mi Archimaestre Sage Walker,
al Capitán de los Constructores Carl Keim
y a Melinda Snodgrass, mi caballeriza mayor.
Y como siempre, a Parris.