II

En cuanto recibió el telegrama, Elinor llamó a Roddy. Ambos se encontraban ahora en el tren que los conducía a Hunterbury.

Elinor no había visto con frecuencia a Roddy en la semana que había transcurrido desde su visita a su tía. En las dos brevísimas ocasiones en que se reunieron se había manifestado una conducta extraña entre ellos. Roddy le había enviado flores... Un gran ramillete de rosas... Cosa realmente inusitada en él. Comieron juntos y Roddy le estuvo preguntando, colmándola de atenciones, cuáles eran sus alimentos preferidos, las bebidas favoritas, ayudándola a elegir vestidos e infinidad de cosas desacostumbradas en el joven. Parecía que estaba representando un papel: el papel de novio enamorado...

La muchacha pensó para sí: «No seas idiota. No pasa nada. ¡Te lo imaginas todo! La causa es esta idea posesiva que todos tenemos.»

Sin embargo, los modales de la muchacha hacia él eran más indiferentes que de ordinario.

En esta circunstancia súbita, la tensión había pasado y hablaban con toda naturalidad.

Roddy exclamó:

—¡Pobrecilla! ¡Con lo bien que estaba el otro día cuando la vi!

Elinor repuso:

—Estoy terriblemente preocupada por ella. Sé lo desagradable que le resulta estar enferma, y supongo que ahora se hallará más incapaz que antes para valerse por sí misma.... ¡Oh, Roddy, debíamos hacer siempre lo que quisiéramos sin que las enfermedades ni las conveniencias pudieran impedirlo!

—Desde luego. Eso es lo que se debía hacer en una sociedad civilizada; pero, desgraciadamente, no es posible obrar así...

—Además, si sufre, ¿por qué no aliviar sus dolores postreros, sabiendo que no tiene remedio, como ella desea?

—Sí..., sí... A los animales les evitamos sufrimientos matándolos... Pero a los seres humanos..., por el solo hecho de serlo, sus parientes, es decir, sus herederos, intentarían aliviárselos mucho antes que empezasen a sufrir realmente.

Elinor dijo, pensativa:

—Es el doctor el que debería estar obligado a hacerlo.

—Pero un médico puede ser un criminal también.

—El doctor Lord es un hombre digno de toda confianza.

Roddy dijo con indiferencia:

—Sí..., parece una buena persona..., y es simpático también.



Загрузка...