VI
En la biblioteca, Elinor acababa una carta:
«Estimado mister Seddon:
¿Quiere hacer el favor de redactar un testamento para que yo lo firme? Uno que sea muy sencillo. Quiero dejarlo absolutamente todo a Roderick Welman.
Sinceramente suya,
Elinor Carlisle.»
Miró el reloj. Dentro de unos minutos se llevarían el correo.
Abrió el cajón de la mesa y recordó que había usado el último sello aquella mañana.
Sin embargo, estaba segura de que tenía algunos en su dormitorio.
Subió. Cuando volvió a entrar en la biblioteca con el sello en la mano, Roddy estaba de pie junto a la ventana.
Él dijo:
—¿De modo que nos marchamos de aquí mañana? Hemos pasado muy buenos tiempos aquí en este querido Hunterbury.
Elinor preguntó:
—¿Tienes algún inconveniente en que se venda?
—¡Oh, no, no! Comprendo que es lo mejor que puede hacerse.
Hubo un silencio. Elinor cogió su carta y le dio una ojeada para ver si estaba bien. Luego cerró el sobre y pegó el sello.