IV

El inspector Brill prestó juramento con fluidez mecánica. Permaneció de pie como un soldado, estólido, deponiendo con la facilidad que da la práctica.

—Me ordenaron que fuese a la casa. La acusada me dijo: «Debe de haber sido a causa de la mala calidad de la pasta.» Encontré un frasco que había contenido pasta, pero que había sido lavado cuidadosamente, y otro semivacío. En un registro posterior de la cocina encontré un trozo de papel en una hendidura, debajo del vertedero.

El Jurado inspeccionó el hallazgo.

—¿Qué creyó usted que era?

—Un fragmento de una etiqueta impresa, como las que usan en los tubos de morfina.

El abogado defensor se levantó. Dijo:

—¿Encontró usted ese fragmento en una hendidura del suelo?

—Sí.

—¿Es un trozo de etiqueta?

—Sí.

—¿Consiguió usted hallar el resto de ella?

—No.

—No encontró ningún tubo de vidrio ni botella alguna en que pudiera estar adherida la etiqueta, ¿no es así?

—En efecto, no lo encontré.

—¿En qué estado se hallaba ese trozo de papel cuando usted lo vio: limpio o sucio?

—Era reciente.

—¿Qué quiere usted dar a entender con reciente?

—Que tenía un poco de polvo; pero, por lo demás, estaba limpio.

—¿No pudo haber estado allí durante algún tiempo?

—No.

—¿Puede usted asegurar que cayó allí el mismo día en que usted lo encontró... y no antes?

—Sí.

Con un gruñido, sir Edwin se sentó en su sillón.



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