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ALGUNAS CARTAS

Carta de la enfermera O'Brien a la enfermera Hopkins. 14 de julio.

Laborough Court.

Querida Hopkins:

He tenido la intención de escribirle desde hace unos días. Ésta es una casa preciosa, y los cuadros, según creo, muy famosos. Pero no puedo decir que es tan cómoda como lo era Hunterbury, si entiende lo que quiero decir. En esta parte del campo es difícil encontrar una criada, y las muchachas que hay son muy rústicas y algunas de ellas poco serviciales; y aunque yo no soy de las que se quejan, la comidas, cuando se las mandan en una bandeja, deberían estar calientes por lo menos. ¡Y no hay facilidades para calentar un cacharro de agua, y el té no siempre se hace con agua hirviendo! Sin embargo, no importa. El paciente es un caballero muy simpático: una pulmonía doble, pero la crisis ha pasado y el doctor dice que está mejorando.

Lo que tengo que decirle, que realmente le interesará, es la siguiente extraña coincidencia: en el salón, sobre el piano, hay un retrato montado en un armazón de plata, y, ¿querrá usted creerme?, es el mismo retrato del que ya le he hablado; el que está firmado Lewis, que mistress Welman pidió. Desde luego, me intrigó... ¿Quién no lo estaría? Y pregunté al mayordomo quién era, y me contestó al instante que era el hermano de lady Rattery, sir Lewis Rycroft. Vivía, a lo que parece, no muy lejos de aquí, y murió en la guerra. Muy triste, ¿no es verdad? Pregunté casualmente si estaba casado, y el mayordomo contestó que sí, pero que lady Rycroft ingresó en un manicomio, la pobre, poco después de su casamiento: «Vive aún», dijo. Interesante, ¿no es cierto? Como ve, estábamos equivocados. Tienen que haberse querido mucho él y mistress W., y no pudieron casarse porque la esposa estaba en un manicomio. Parece cosa de película, ¿verdad? Y eso de que ella recordase los años pasados y antes de morir mirase el retrato de él... «Murió en la guerra, en el año mil novecientos diecisiete», dijo el mayordomo. Toda una novela, a mi entender.

¿Ha visto la nueva película de Myrna Loy? He visto que la proyectaban en Maidensford esta semana. ¡Y no hay ningún cine por aquí cerca! ¡Oh, es terrible encontrarse enterrada en el campo! ¡No extraño que no encuentren criadas decentes!

Bueno, adiós por ahora, querida; escríbame y cuénteme todas las novedades.

Sinceramente suya,

Eileen O'Brien.



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