VII

—¿Es usted Amelia Mary Sedley y habita ordinariamente en la calle Charles, número diecisiete, en Boonambra, Auckland?

—Sí.

—¿Conoce usted a cierta mistress Draper?

—La conozco desde hace más de veinte años.

—¿Conoce su nombre de soltera?

—Sí. Estuve en su boda. Se llamaba Mary Riley.

—¿Es natural de Nueva Zelanda?

—No, es oriunda de Inglaterra.

—¿Ha estado usted en la sala desde el comienzo de esta causa?

—Sí.

—¿Ha visto usted a esa Mary Riley... o Draper... en la sala?

—Sí.

—¿Dónde la vio?

—Declarando en este lugar.

—¿Bajo qué nombre?

—Bajo el nombre de Jessie Hopkins.

—¿Y está segura de que esta Jessie Hopkins es la mujer que usted conoce por el nombre de Mary Riley o Draper?

—Sin el menor asomo de duda.

Hubo una ligera conmoción en la sala.

—¿Cuándo vio usted la última vez a Mary Draper... antes de hoy?

—Hace cinco años. Se fue a Inglaterra.

Sir Edwin dijo con una reverencia:

—Su testigo.

Sir Samuel, alzándose con el rostro algo perplejo, empezó:

—Sugiero que usted, mistress Sedley, puede estar equivocada.

—No estoy equivocada.

—Puede haberse confundido con una ligera semejanza.

—Conozco bastante bien a Mary Draper.

—Miss Hopkins es una enfermera con título.

—Mary Draper era enfermera de hospital antes de su matrimonio.

—Usted comprende, ¿no es cierto?, que está acusando de perjuro a un testigo de cargo.

—Yo comprendo lo que estoy diciendo.



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