AGRADECIMIENTOS

Me complace dar las gracias a las personas que me han ayudado.

Gracias a mi magnífica agente, Suzanne Gluck, que nunca me falla; a Trish Grader, mi compasiva editora, que hace de la corrección un placer (o casi); al nutrido personal de William Morrow/Harper Collins: Jane Friedman, Michael Morrison y Cathy Hemming, por acogerme en el redil; George Bick, Brian McSharry, Mike Spradlin, Brian Grogan y el resto del esmerado equipo de ventas; a Juliette Shapland, por hacer traducir mi primera novela a muchos idiomas que no entiendo; a Lisa Gallagher, que ha sido un gran apoyo desde nuestra primera reunión; a la increíble Debbie Stier y el maravilloso equipo de relaciones públicas, incluidas Heather Gould y Suzanne Balaban, entre otros; a Erin Richnow, Libby Jordan, Betty Lew, Tom Egner, Richard Aquan y todos los demás de Morrow/Harper que trabajan entre bastidores y merecen reconocimiento.

Mi gratitud para los amigos que organizaron fiestas y cenas espectaculares por mi primera novela: Jack y Jane Rivkin, Sydie y Gerrit Lansing, Bruce y Micheline Etkin, Kevin y Elaina Richardson, Jill Snyder, Allison Webb, Nana Lampton, Helen y Ed Nichol.

También quiero dar las gracias a Jane O'Keefe, siempre; a Floyd Lattin y Ward Mintz, por la amistad, las cenas, el cariño y las risas (casi siempre a mis expensas); a Marcelle Clements, Janet Froelich, Nancy Dallett y Richard Toon, Marcia Tucker, Adriana Mnuchin, Shay Youngblood, Arlene Goldstine, por su ayuda con mi primera novela y más cosas; a S. J. Rozan, que tuvo la gentileza de orientarme en el mundo del misterio; a David Storey y Jane Kent, por mantenerme en contacto con la realidad; a Susan Crile, Richard Shebairo, Caren y Dave Cross, Graham Leader y Ann Haagenson, Jan Heller Levi y Cristof Keller, Tom Bradford, Terry Braunstein, Mitchcll y Friederikc Penberg, Diane Keaton, Michael y Nena von Stumm, por estar ahí; a Gail Stavitsky, Jim Kempner, Dru Arstark, Cameron Shay, Jay Grimm, Pavel Zouboc, por apoyarme a mí y mi obra; a Judd Tully, amigo y bon vivant, siempre dispuesto a echar una mano y a salir de copas; a mi madre, Edith, una madre estupenda; a mi hermana, Roberts, una animadora de corazón; a mi cuñada, Kathy Rolland, y Charlie, de quien se puede decir lo mismo; a mi primo Glenn Brill por sus conocimientos y su ayuda con las ceras Crayola y más cosas; a Reiner Leist y mis compañeros de estudio David, Sally, Lisa, Theresa, Regina, que compran libros y siempre aparecen, y a la Elizabeth Foundation for the Arts, donde suelo pintar y a veces escribir.

Quiero agradecer especialmente a mi amiga Janice Deaner su generosidad y ayuda con este libro.

Gracias de nuevo a la Corporation of Yaddo, que durante muchos años me ha proporcionado un magnífico segundo hogar donde inspirarme y a todo el equipo de Yaddo, entre ellos Candace Wait, que comprende que un quejica de Nueva York tiene que estar cómodo; a Peter Gould y todo el personal de Yaddo, que dan mucho y con gran generosidad; a Lynn Farenell y toda su oficina, y a Elaina Richardson por su dedicación a Yaddo, su amistad, su entusiasmo, su sentido del humor y sus sugerencias.

Un beso muy fuerte para mi hija Doria, preciosa e inteligente, que me ayudó a concebir este libro (si tienen cualquier queja, diríjanse a ella, por favor).

Y finalmente a mi esposa Joy, por su lectura, sus correcciones, sus comentarios, su apoyo, su inteligencia y su amor.

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