Capítulo 19

Eva Magnus estaba pasando frío con su fino camisón. Quería acostarse, pero no lograba levantarse del sillón. Cada vez le costaba más trabajo hacer lo que debía, como si pensara que de todos modos era un trabajo perdido. Se sobresaltó cuando oyó sonar el teléfono, miró el reloj y pensó que sería su padre; nadie más llamaba tan tarde por la noche.

– ¿Diga?

Se puso cómoda. Tenía que cuidar y mimar las conversaciones con su padre, y a veces eran muy largas.

– ¿Eva Marie Magnus?

– ¿Sí?

Era una voz desconocida. Nunca la había oído antes, al menos no la recordaba. ¿Cómo alguien, a quien ni siquiera conocía, se atrevía a llamar tan tarde?

Oyó un pequeño clic. El hombre había colgado. De repente empezó a temblar, miró asustada por las ventanas, y escuchó. Todo estaba silencioso.

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