Capítulo 22

Sejer salió del túnel con el entrecejo fruncido:

– Kollherg -dijo-, esto es realmente extraño.

Se puso las gafas de sol.

– Me pregunto por qué siempre acabamos topándonos con esa mujer. ¿Qué se trae entre manos?

Miró la ciudad, sucia y gris tras el invierno.

– El viejo no tiene nada que ver, de eso estoy seguro. Tendrá casi ochenta años, tal vez más. ¿Pero qué diablos querría una artista elegante como ella de un vulgar obrero de la fábrica de cerveza? Él no tenía dinero. ¿Tienes hambre, Kollherg?

– ¡Guau!

– Yo también. Pero tenemos que acercarnos a Engelstad primero. Al volver a casa compraremos algo apetitoso en el Seven Eleven. Una chuleta de cerdo para mí y pienso para tí.

Kollherg gruñó.

– Te estoy tomando el pelo, hombre. Dos chuletas y una cerveza para cada uno.

El perro se volvió a tumbar, feliz. No entendió ni palabra, pero le gustó el tono de su amo cuando pronunció la última frase.

Загрузка...