Esta reforma educativa está basada en los estudios que indican que niños y niñas desarrollan sus habilidades, inclinaciones y curiosidad de manera más sana y productiva si, durante los primeros años de sus vidas, reciben una instrucción abierta que les permite autoeducarse de acuerdo a sus predilecciones. Sobre la base de un espíritu abierto, niños y niñas aprenden lo que les parece útil para su felicidad y sus talentos innatos. Sobre esa base, la escuela secundaria, a partir de los doce años, redondea la parte formal de su educación, sin las resistencias y frustraciones comunes cuando se impone la rigidez de un pensum académico a temprana edad.
1. De los cinco a los doce años los niños y niñas atenderán las Escuelas Libres que se establecerán en los barrios de acuerdo al número de habitantes. En estas escuelas, una vez cumplida la primera etapa de aprendizaje en lectura y escritura, se les facilitará a los alumnos un "menú de aprendizaje" en las áreas de literatura, ciencias, matemáticas y oficios varios. El niño o niña tendrá libertad de escoger durante el día el tema al cual dedicar su tiempo en un sistema de aula abierta donde habrán uno o dos maestros supervisores para guiar y ayudar a los niños, niñas o grupos de estas a llevar a cabo la actividad que deseen realizar: leer, usar las computadoras para acceder a los programas educativos de su preferencia, trabajar en manualidades o mirar programas educativos. Los menores atenderán la escuela de ocho a cinco de la tarde, pero podrán, si la madre, padre o persona encargada lo solicitara, retornar a sus hogares a las doce del día.
2. Al cumplir los doce años, los menores pasarán a las Escuelas de Educación Formal para completar su educación a través de un currículo regular consistente en: conocimiento del idioma, literatura, historia, ciencias, matemáticas, geografía, educación cívica y maternidad. Estas clases serán impartidas en aulas cerradas de acuerdo con el sistema educativo tradicional y dentro del programa establecido por el Ministerio de Educación.