Agradecimientos

El primer agradecimiento es a mi madre, Gloria Pereira. Desde niña, ella me hizo sentirme orgullosa de ser mujer. Gracias a ella, nunca sentí mi sexo como una desventaja; gracias a ella lo bendije desde que tuve conciencia de ser lo que soy.

En los años ochenta en Nicaragua, durante la Revolución Sandinista, existió en realidad un grupo de mujeres, amigas, que nos constituimos en lo que llamamos el pie, el Partido de la Izquierda Erótica.

Cada una de nosotras tenía alguna posición intermedia de importancia en estructuras gubernamentales, partidarias o de masas. Entre todas acordamos discutir y poner en práctica estrategias para promover los derechos de la mujer individualmente en nuestra esfera de influencia. El grupo funcionó por varios años y fue un ejercicio de camaradería y creatividad compartida que nos enriqueció a todas A través del tiempo nos hemos dispersado en otros círculos y hasta adoptado posiciones contrarias en política, pero creo que ninguna de nosotras lamenta o se arrepiente de lo que juntas "cocinamos" en nuestras reuniones. De modo que le agradezco a Sofía Montenegro, Milú Vargas, Malena De Montis, Ivonne Siu, Ana Criquillón, Vilma Castillo, Rita Arauz, Lourdes Bolaños, Alba Palacios y Olga Espinoza las memorias que sirvieron de inspiración para este libro.

En el proceso de escribir la novela conté con el apoyo decidido y los comentarios y sugerencias acertadas de personas muy cercanas a mí, sin cuyo estímulo y apoyo este libro no sería lo que es. A Viviana Suaya, Martha Chaves, Azahalea Solís y Carla Pravisani les agradezco sus sugerencias y aportes invaluables. A mi esposo, Charles Castaldi, y a mi agente y amigo, Guillermo Schavelzon, debe este libro los consejos, correcciones y ediciones que lo llevaron a feliz término.

En mi vida cotidiana le debo especiales gracias a Dolores Ortega, a mis hijas Maryam, Melissa y Adriana; a mi hermana Lavinia. Ellas, cada una a su manera, me acompañaron en este quehacer e hicieron sufribles mis ratos insufribles.

Agradezco finalmente a todas las extraordinarias mujeres que abrieron el camino de la equidad, a las que han rodeado mi vida; a las que conozco personalmente y a las que me han iluminado con sus palabras; todas ellas son artífices de esta ruta que vamos recorriendo las mujeres modernas empeñadas en hacer realidad el sueño de igualdad y justicia largamente postergado al que tenemos derecho y que, sin duda, lograremos conquistar no solo por nuestra felicidad, sino por el bien, la armonía y el verdor incomparable de este hermoso planeta que habitamos.

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