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Los dos labradores de Jacobo Durán comenzaron a ladrar como posesos en cuanto sonó el timbre del teléfono; Murphy, el más revoltoso de los dos, incapaz tal vez de soportar que su amo, que estaba en la ducha, no descolgara de una vez, se alzó por fin sobre sus patas traseras y con el morro empujó el aparato, que reposaba sobre un pequeño aparador, hasta hacerlo caer estrepitosamente al suelo.

El teléfono quedó descolgado sobre la alfombra y a través del auricular los dos animales empezaron a responder con jadeos caninos a la escandalizada voz de una mujer que no cesaba de gritar:

– ¿Oiga? ¿Oiga? ¿Hay alguien ahí?

Durán salió a toda prisa de la ducha, alertado por el festival de ladridos de sus mascotas, y recogiendo del suelo el teléfono, que estaba húmedo de baba de los perros, logró responder a la llamada un segundo antes de que se cortara la comunicación.

La mujer, que tenía tono de recepcionista de hotel, se tranquilizó por fin al escuchar una respuesta humana y dijo:

– ¿Don Jacobo Durán, por favor?

– No estoy seguro de que el señor esté en casa. ¿Quién le llama? -Durán estaba harto del marketing telefónico al que se veía sometido últimamente y cuando no tenía claro quién le llamaba, se hacía pasar por su mayordomo.

– Es de parte de don Jesús Marañón.

– Señor -dijo Durán componiendo la voz de un supuesto mayordomo-. Una llamada para usted por la línea dos. Es don Jesús Marañón.

– Pásemela inmediatamente, Sebastián -se respondió Durán a sí mismo, esta vez desde su auténtica personalidad.

Al cabo de unos diez segundos, Durán escuchó la voz campechana y jovial de Marañón.

– Jacobo, perdona que te dé la lata.

– No, por Dios, Jesús, faltaría más.

– Te llamo porque la instrucción del caso Thomas la está llevando una amiga mía, Susana Rodríguez Lanchas, no sé si te la he presentado alguna vez.

– No, pero sé perfectamente de quién se trata. ¿No está llevando el sumario de ese supernarco gallego?

– Exacto. La citan mucho en la prensa últimamente. Yo la conozco porque es amiga de un sobrino de mi mujer. Me llamó el otro día y… esto es confidencial, Jacobo, por lo que más quieras ¿eh?

– Mis labios están sellados.

– El caso es que en las últimas horas se ha producido un hecho relacionado con la investigación que la juez necesita comentar con un experto.

– ¿Con un experto? ¿Con qué clase de experto?

Cuando Marañón le explicó a Durán el asunto concreto que quería tratar la juez, este le facilitó inmediatamente el teléfono móvil de Daniel Paniagua.

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