– ¿Qué noticias hay?
– El fenómeno al que acabo de asistir aquí es sencillamente increíble -contestó Wim.
Amsterdam le hizo a sir Ashton una descripción exhaustiva de los acontecimientos de que había sido testigo en la sala del láser de la universidad de Virje. Le narró la escena con todo lujo de detalles.
– Le envío varios hombres -dijo Ashton-, urge poner fin a todo esto antes de que sea demasiado tarde.
– No, lo siento pero mientras se hallen en territorio holandés, están bajo mi única responsabilidad. Yo intervendré cuando llegue el momento.
– ¡Se ve que es usted muy nuevo en sus funciones para atreverse a hablarme en ese tono, Amsterdam!
– Se lo ruego, sir Ashton, voy a asumir plenamente mi papel, y pienso hacerlo sin injerencia ninguna por parte de un país aliado o de uno de sus representantes. Conoce la norma, ¡unidos pero independientes! En su propia casa, cada uno lleva sus asuntos como quiere.
– Se lo advierto, si cruzan su frontera, tomaré todas las medidas que obran en mi poder para detenerlos.
– Me imagino que se cuidará usted mucho de informar al consejo. Estoy en deuda con usted, por lo que no lo denunciaré, pero tampoco lo cubriré. Como usted mismo bien ha dicho, llevo aún muy poco tiempo en mi nuevo cargo como para arriesgarme a comprometerme.
– No le pido tanto -contestó secamente sir Ashton-. No vaya de aprendiz de brujo con esos científicos, Amsterdam, no es consciente de las consecuencias si alcanzaran su objetivo, y ya han ido demasiado lejos. ¿Qué piensa hacer con ellos, puesto que están bajo su responsabilidad?
– Les confiscaré el material y daré orden de que los expulsen a sus respectivos países.
– ¿Y Ivory? Está con ellos, ¿verdad?
– Sí, ya se lo he dicho, y qué quiere que haga, no podemos echarle nada en cara, es libre de moverse cómo y por dónde le parezca.
– Tengo un pequeño favor que pedirle, tómeselo como una manera de agradecerme ese cargo que tan feliz parece de ostentar.