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De regreso, el detective se detuvo en el hotel Glengowrie Court.

Y como resultado de esta visita, a la mañana siguiente muy temprano llamó a Japp.

Bonjour, mon ami. Es hoy la vista de la causa, ¿verdad?

—Sí. ¿Va usted a ir?

—Me parece que no.

—Creo que no vale la pena.

—¿Piensa llamar a miss Sainsbury Seale como testigo?

—La adorable Mabelle, ¿por qué no puede llamarse sencillamente Mabel? ¡Estas mujeres me vuelven loco! No, no voy a llamarla. No es necesario.

—¿Ha sabido algo de ella?

—No. ¿Por qué?

—Por nada. Suposiciones. Puede ser que le interese saber que miss Sainsbury Seale salió del hotel Glengowrie Court hace dos noches, antes de cenar... y aún no ha vuelto.

—¿Qué? ¡Se ha escondido!

—Esa es una posible explicación.

—Pero ¿por qué? Sabe que no es sospechosa. Nos dijo la verdad. Cablegrafié a Calcuta antes de saber la causa de la muerte de Amberiotis, de otro modo no me habría molestado, y ayer noche me contestaron. La conocen hace años y todo es cierto..., excepto que desvirtuó algo su matrimonio. Se casó con un estudiante hindú y luego supo que había tenido otros enlaces. Así que volvió a usar su nombre de soltera dedicándose a buenas obras. Está en buenas relaciones con los misioneros, enseñaba declamación y los ayudaba en las representaciones teatrales de aficionados. En resumen, lo que yo llamo una mujer terrible, pero definitivamente fuera de sospecha de asesinato. Y ahora me dice que ha desaparecido. No lo entiendo. ¿No será que se ha cansado ya del hotel? Puedo averiguarlo.

Poirot le dijo:

—Su equipaje sigue allí. No se llevó nada consigo.

Japp lanzó una blasfemia.

—¿Cuándo se marchó?

—Cerca de las siete menos cuarto.

—¿Qué dicen en el hotel?

—Están muy angustiados.

—¿Por qué no avisan a la Policía?

—Porque, suponiendo que una dama quiere pasar la noche fuera (por raro que parezca en este caso), pudiera muy justamente ofenderse a su regreso al ver que llamaron a la Policía. La dueña, mistress Harrison, llamó a varios hospitales por si hubiera sufrido un accidente. Cuando yo fui pensaba dar parte. Mi aparición fue como una respuesta a sus plegarias. Me hice cargo de todo, explicándole que recurriría a la ayuda de un detective discreto.

—Y supongo que ese detective discreto será usted mismo, ¿verdad?

—Supone usted bien.

—De acuerdo. Me reuniré con usted en el hotel Glengowrie Court después del juicio.

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