4



Los periódicos de la mañana trajeron noticias sensacionales. Habían disparado contra el primer ministro cuando salía con un amigo del número 10 de la calle Downing la tarde anterior. Afortunadamente, la bala pasó rozándole. El autor del hecho, un indio, había sido detenido.

Después de leerlos, Poirot tomó un taxi hasta Scotland Yard, siendo introducido en el despacho de Japp, que le recibió con los brazos abiertos.

—¡Vaya, las noticias le han traído aquí! ¿Ha mencionado algún periódico quién es «el amigo» que estaba con el primer ministro?

—No. ¿Quién es?

—Alistair Blunt.

—¿De veras?

—Y —prosiguió Japp— tenemos razones para creer que la bala iba dirigida a él y no al pri-mer ministro. Es decir, a no ser que el indio fuese peor tirador de lo que es.

—¿Quién es?

—Un loco estudiante hindú. Medio desnudo, como van ellos. No fue cosa suya. Le indujeron a hacerlo. Su captura dio algo de trabajo. Ya sabe que siempre hay un grupo de gente frente al número diez de esa calle. Cuando sonó el disparo, un joven americano agarró a un hombrecillo barbudo diciendo a la Policía que había sido él. Mientras tanto el indio los contemplaba tranquilamente..., pero uno de los nuestros le había visto y le capturó.

—¿Quien es ese americano?—preguntó Poirot con interés.

—Un joven llamado Raikes. ¿Por qué? ¿Qué pasa?

Poirot respondió:

—Howard Raikes se hospeda en el hotel Holborn Palace.

—Sí, es verdad. ¿Quién?... ¡Ah, claro! Por eso me sonaba el nombre. Es el paciente que salió corriendo de casa de Morley cuando este se suicidó.

Hizo una pausa.

—¡Este asunto va tomando incremento! ¿Aún sigue teniendo ideas sobre esto, Poirot?

—Sí, aún las tengo—repuso el detective gravemente.

Загрузка...