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Poirot volvió de nuevo a Hampstead. Mistress Adams sorprendióse un tanto al verle. Aunque estaba respaldado, por decirlo así, por el primer inspector de Scotland Yard, siempre le consideró un «curioso hombrecillo extranjero», sin tomar muy en serio sus pretensiones. Sin embargo, se dispuso gustosa a contestar sus preguntas.

Después del sensacional anuncio de la identidad de la víctima, los detalles del proceso ape-nas tuvieron publicidad. Había sido un caso de equivocada personalidad. El cuerpo de mistress Chapman fue tomado por el de miss Sainsbury Seale. Esto era todo lo que había trascendido al público. Habíase silenciado el hecho de que probablemente la última persona que viera con vida a la infortunada miss Chapman fuese miss Sainsbury Seale y que la Policía pudiera reclamarla por asesinato.

Miss Adams mostróse muy aliviada al saber que el cadáver descubierto no era el de su amiga. Y no pareció darse cuenta de que podían caer las sospechas sobre Mabelle Sainsbury Seale.

—¡Es tan extraordinario que haya desaparecido así! Estoy segura, mister Poirot, de que ha debido de perder la memoria.

Poirot dijo que no sería el primer caso.

—Sí. Recuerdo a una amiga de mis primos. Tenía muchas preocupaciones y le pasó eso mismo. Creo que le llaman amnesia.

Hércules Poirot le preguntó si había oído hablar a la pobre miss Seale de mistress Chapman.

No, mistress Adams no recordaba que su amiga la mencionara. Aunque, claro, no tenía por qué hablarle de todas sus amistades. ¿Quién era esa señora? ¿Es que la Policía tenía alguna idea de quién pudo haberla matado?

—Todavía es un misterio, madame.

Poirot movió la cabeza y luego le preguntó si fue ella quien recomendó a miss Sainsbury Seale al dentista Morley

Mistress Adams dijo que no. A ella la atendía mister Frenen, de la calle Harley; y si Mabelle le hubiera pedido que le recomendase alguno, le habría indicado este.

—¿Quizá mistress Chapton? Mistress Adams dijo que bien pudo ser. ¿No lo sabían en casa del dentista?

Mas Poirot ya había interrogado a miss Nevill sobre esta cuestión, y miss Gladys no lo sabía o lo había olvidado. Recordaba a mistress Chapman, pero no que hubiera nombrado a miss Sainsbury Seale; el nombre era poco corriente y lo recordaría de habérselo oído.

Poirot siguió su interrogatorio.

Mistress Adams había conocido a miss Sainsbury Seale en la India.

—¿Sabe si miss Sainsbury Seale conoció allí a mister o mistress Blunt?

—¡Oh!, creo que no, mister Poirot. ¿El gran banquero? Estuvieron varios años en casa del virrey, pero estoy segura de que si Mabelle los hubiese conocido me lo habría dicho. Me temo —agregó con ligera sonrisa— que uno siempre alardea de conocer a los grandes personajes. En el fondo somos así.

—¿Ni los mencionó siquiera?

—Nunca.

—Si hubiese sido amiga íntima de mistress Blunt, ¿usted lo habría sabido?

—¡Oh, sí! No creo que conociese a nadie así. Las amistades de Mabelle son todas gente sencilla..., como nosotros.

—¡Por Dios, no diga eso! —dijo Poirot, galante.

Mistress Adams siguió hablando de Mabelle Sainsbury Seale como de una amiga que acabara de fallecer, recordando todas sus buenas obras, su amabilidad, su incansable labor en pro de las misiones, su celo, su buena fe.

Hércules Poirot escuchaba. Como bien dijo Japp, Mabelle Sainsbury Seale era un ser real. Había vivido en Calcuta, dando clases de declamación y trabajando entre los nativos. Fue respetable, bienintencionada, aunque un poco tonta y bulliciosa, pero solo lo corriente en una mujer con un corazón de oro.

Mistress Adams seguía diciendo:

—Ponía tan buena fe en todo, señor, y encontraba a la gente tan apática, tan difícil de convencer. Cada año es más difícil conseguir suscripciones... a causa de la subida de los impuestos y la carestía de la vida. Una vez me dijo: «Cuando uno sabe el bien que puede hacerse con el dinero, Alice, pienso que sería capaz de cometer un crimen por obtenerlo.» Esto demuestra cómo sentía, ¿no es cierto, mister Poirot?

—¿Sí? ¿Eso dijo?

Quedó pensativo y preguntó cuándo había hecho aquellas declaraciones miss Seale, y su interlocutora repuso que unos tres meses antes.

Abandonó la casa abismado en sus pensamientos, considerando el carácter de Mabelle Sainsbury Seale. Una mujer agradable, muy diligente, el prototipo de mujer respetable. Pertenecía al grupo de personas en el que, según mister Barnes, podía hallarse un criminal en potencia.

Vino desde la India en el mismo barco que Amberiotis. Y existían razones para suponer que comió con él en el Savoy.

Acosó a Alistair Blunt aludiendo a su amistad con su esposa.

Había ido un par de veces a las residencias del rey Leopoldo, donde poco después se encontró un cadáver vestido con sus ropas y su bolso, lo que hizo creer evidentemente que era ella.

Demasiada evidencia.

Desapareció del hotel Glengowrie Court después de su entrevista con la Policía.

¿Podría explicar todo esto la teoría de Hércules Poirot?

Él creía que sí.

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